viernes, 29 de marzo de 2024

Editorial / Manos rojas


Editorial / Manos rojas 1
Foto: Tomada de Internet
RP
Redacción PDM

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Ayer se conmemoró el Día Internacional de las Manos Rojas, que celebra la entrada en vigencia del Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño, que obliga a los países a prevenir el reclutamiento bajo la responsabilidad de grupos armados.

Colombia, y en particular el Meta y la Orinoquia, no es buen ejemplo de prevención de este fenómeno. Aunque en el 2020 se redujeron en un 53% los reportes de reclutamiento frente al 2019, la Red Nacional de Información de la Unidad para las Víctimas ha reconocido que entre 2018 y 2020, se presentaron 313 casos en los que niños o adolescentes fueron obligados a engrosar las organizaciones ilegales.

Lo increíble es que las edades de niños, niñas y adolescentes en el momento en que son llevados por estos grupos criminales, oscilan entre los 6 y 17 años y en el 96% de los casos entre los 12 y 17 años. Son vidas absolutamente truncadas e inocencias robadas que jamás volverán a ser las mismas.

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Pero no solo el reclutamiento está dejando generaciones frustradas. La desatención y el maltrato hacia la niñez también crea círculos violentos que hoy los podemos ya notar. Con la migración de venezolanos a nuestra ciudad, hemos visto el aumento de niños en los semáforos en situación de mendicidad, fenómeno que había disminuido gracias en parte a los programas de retorno a las familias desplazadas.

En ambos casos, la problemática tiene que suscitar una gran conversación nacional en la cual se encuentren el Estado, el Gobierno, las Instituciones, los padres de familia y los niños, para entre otras cosas, educar en la identificación de las señales que pueden alertar sobre la presencia de un posible caso de abuso, violencia reclutamiento o cualquier indicio de maltrato infantil.

Sin embargo, los más aberrantes casos siguen ocurriendo en Colombia, sin que los victimarios tengan temor por lo que “la justicia” pueda hacerles: las Farc no han dado hasta ahora respuestas claras sobre los menores reclutados y desaparecidos; la delincuencia organizada sigue recogiendo menores en fincas y veredas para que sean carne de cañón en el narcotráfico, y al interior de las familias, los padres y adultos siguen descargando sus frustraciones y fracasos en los niños de la casa.

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Algo muy grave está ocurriendo en nuestro país para que la sociedad no reaccione a estos crímenes contra niños y jóvenes. Para detener este fenómeno nuestros senadores y Representantes deben jugar un papel crucial para disminuirlo.

Es un logro que, por ejemplo, con la sanción de la Ley 2081 del 2021 los delitos sexuales contra menores de edad no prescriban; no obstante, la buena intención de la ley no significa que estos delitos terminen.

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