Anayibe: 10 años formando niños a través del deporte en Villavicencio

- Publicado en Ago 10, 2025
- Sección Villavicencio
Desde hace una década, Anayibe Salazar, gestora recreodeportiva, lidera un espacio deportivo en el barrio San Antonio, donde cerca de 70 niños encuentran mucho más que una cancha improvisada: un lugar de alegría, juego y afecto.
Por Felipe Peña
Su labor comenzó el día en que vio a un niño jugando solo, encerrado en su casa. Aquella escena le tocó el corazón, pues Anayibe siempre ha creído que esa etapa de la vida es para divertirse sanamente con otros niños.
Consciente de que uno de los grandes motivos detrás de esa soledad eran las responsabilidades de los padres —largas jornadas laborales que les impedían cuidar a sus hijos—, entendió de inmediato lo que quería hacer: brindarles un espacio donde pudieran jugar, compartir y divertirse con equilibrio.
Sin embargo, el comienzo no fue fácil. No contaba con las herramientas ni con un espacio adecuado para llevar a cabo esa loable labor. Aun así, se las ingenió para empezar. Pidió prestados un par de balones, encontró un terreno con unos arcos improvisados y se dio a la tarea de invitar a niños —y hasta a los adultos— a integrarse a ese nuevo espacio comunitario.
Con el paso del tiempo, su propósito fue mucho más allá del deporte. Ya no se trataba solo de verlos felices en la cancha: quería acompañarlos también fuera de ella. Por eso, cada 24 de diciembre —una fecha especial para los niños— se aseguraba de tener para cada uno un detalle.
“En diciembre yo trato de gestionar, de buscar regalos (…) Este año un ‘ángel’ me colaboró y pude conseguir cuatro, cinco trofeos. Para mí eso fue grande, porque dije: bueno, consigo para unas medallitas, a cada niño le doy una medallita, que se lleven un detalle, un recuerdo”, contó con alegría.
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Además, Anayibe tiene claro que cuando se trata de conseguir los implementos que los niños necesitan, no le importa tener que organizar rifas, venderlas entre los vecinos del sector o incluso pedirles que la ayuden a venderlas. Verlos jugar y disfrutar compensa cualquier esfuerzo.
Nada ha sido fácil. Continuar con su labor sin un trabajo estable ni el respaldo de organizaciones o entidades públicas hace que cada día represente un nuevo reto. Sin embargo, reencontrarse con niños a los que entrenó en el pasado y ver la alegría con la que la recuerdan, le da sentido a todo lo vivido.
“Un niño como de trece años lo conocí acá, mantenía por acá y, pues, nunca le conocí la familia. Después se fue, el muchacho se fue, no sé qué pasó… hasta hace poquito que apareció acá y me dio la sorpresa cuando yo estaba acá en la cancha. Me dice: ‘Profe, ¿recuerda que hace muchos años usted me entrenaba?’. Para mí eso fue muy grato, que ellos se acuerden y estén con esa emoción todavía”, recordó.
Aunque reconoce que no tiene formación profesional en fútbol, Anayibe ha logrado acercar a los niños al mundo del deporte de alto nivel. Recientemente, las divisiones inferiores del club Llaneros FC compartieron con ellos un momento especial: les regalaron uniformes y los llevaron a presenciar un partido en el estadio Bello Horizonte ‘Rey Pelé’.
Así, aunque Anayibe recuerda cada una de las travesías que ha tenido que enfrentar para continuar su labor, su compromiso con los niños permanece intacto.
Con recursos limitados pero una voluntad inquebrantable, ha construido mucho más que un espacio de juego. Mientras haya un niño feliz de ser su alumno, ella continuará entregándolo todo desde su cancha improvisada, con la convicción de que cada alegría, cada abrazo y cada juego compartido siembran en ellos algo que va más allá del deporte: la certeza de que siempre habrá alguien que los acompañe y crea en ellos.
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