martes, 8 de julio de 2025
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Crecer con los ríos, no contra ellos | Editorial


Crecer con los ríos, no contra ellos | Editorial 1
Redacción PDM

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La madrugada del pasado martes en Villavicencio estuvo a punto de convertirse en otra página negra de nuestra historia. Según reportes, cayeron 135,2 mm de agua en apenas 5 horas, superando incluso los 129 mm que en tres horas desencadenaron la tragedia de Mocoa, el primero de abril del 2017, donde murieron 350 personas. Que esta vez solo registremos pérdidas materiales y una vida truncada en Villa Lorena es señal de un milagro efímero. Un aviso: la naturaleza no negocia.

Los datos son elocuentes. Mocoa, con menos lluvia, sufrió hace 8 años una catástrofe que acaba de llevar al Tribunal Administrativo de Cundinamarca a declarar al Estado colombiano responsable por no prevenirla. ¿Aguardamos a que Villavicencio siga ese mismo camino? La memoria local ya está plagada de advertencias: el 2 de diciembre del 2011, siete horas de aguacero dejaron tres muertos y cuatro desaparecidos; el 20 de abril del 2016, el desbordamiento del Guatiquía arrasó barrios enteros; el 15 de mayo de 2017, se declaró calamidad pública con dos fallecidos y más de mil damnificados. Cada evento repite el mismo guion: lluvia intensa, ríos enfurecidos, deslizamientos y comunidades asentadas donde la geografía dicta un «no» rotundo.

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¿Por qué, entonces, insistimos en crecer de espaldas al piedemonte y a los afluentes? Como señalan Astrid León Camargo y Hugo Germán Caicedo Mora en su estudio Gestión de desastres por inundaciones en Villavicencio (Unillanos 2018), el municipio debe liderar un Plan de Ordenamiento Territorial (POT) con visión ecológica. Este no es un trámite burocrático, sino una herramienta para «atenuar los efectos de la concentración urbana» y lograr un desarrollo «equitativo y equilibrado». Hoy, sin embargo, la ciudad avanza caóticamente: se invaden laderas, se rellenan humedales, se ocupan cauces de ríos. Y cuando los afluentes reclaman sus predios, pagamos el precio.

La responsabilidad es compartida. El Estado debe actuar ya: la revisión del POT con criterios técnicos y no especulativos, delimitar zonas de riesgo de manera vinculante, y destinar recursos reales para sistemas de alerta temprana y drenaje sostenible. Pero también los ciudadanos debemos entender: ocupar terrenos inundables o inestables no es un «derecho», sino una sentencia aplazada. La naturaleza siempre recupera lo que es suyo.

Villavicencio tiene una oportunidad única: ser una ciudad que abrace sus ríos y montañas, que vea en el piedemonte no un obstáculo, sino un aliado. 

El tiempo se agota. La tierra ya habla.


Redacción PDM


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