El joropo es de todos | Editorial


- Publicado en Ago 24, 2025
- Sección Columnistas

El pasado martes 19 de agosto, el arpa, el cuatro y las maracas resonaron en el parque central de Villavicencio. Desde temprano, el ritmo del joropo animó la plazoleta y, de lejos, podía parecer un ambiente de fiesta. Pero no se celebraba nada: se reclamaba.
Más de cien artistas del folclor llanero unieron sus voces para protestar por una inconformidad compartida: la escasa inclusión de exponentes regionales en el Torneo Internacional del Joropo.
En 2024, la gobernadora del Meta, Rafaela Cortés, había asegurado que no se contratarían artistas internacionales porque “la platica que está es para los artistas llaneros (…) el Torneo tiene que estar dirigido a promover la cultura llanera”. Y, en efecto, la programación de ese año reflejó esa intención. Sin embargo, los nombres que encabezaron la agenda fueron los mismos de siempre, los que año tras año ocupan el lugar central.
No se trata de desacreditar a figuras como Orlando ‘El Cholo’ Valderrama o Reynaldo Armas, cuya trayectoria los convierte en referentes indiscutibles. Pero detrás de ellos hay decenas de artistas con talento, disciplina y pasión que rara vez logran llegar a esas tarimas. ¿Qué los detiene? La falta de oportunidades en los escenarios que, en teoría, existen para enaltecer precisamente lo que ellos representan: el joropo.
El problema no se limita al Torneo Internacional. También ocurre en otros espacios, como el Festival Llanero. Allí, incluso, se mantiene una práctica que en el Torneo se intentó frenar: traer artistas nacionales o internacionales que poco o nada tienen que ver con la cultura llanera, pero reciben los reflectores y los mayores recursos.
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Es cierto que los nombres reconocidos atraen público, turismo y economía. Pero se necesita un equilibrio que permita que nuevos y persistentes exponentes del folclor compartan escenario con quienes ya tienen una carrera consolidada. Al final, todos los une lo mismo: ser llaneros y mantener viva la música que identifica a la región.
No basta con abrir convocatorias, pagar lo mínimo e incluir a los artistas locales en escenarios secundarios con públicos reducidos. Se trata de darles el respeto y la dignidad que merece cada representante del folclor. El joropo es de todos, no de unos pocos.
Que los artistas se vean obligados a realizar un plantón frente al evento más emblemático del Meta debería ser motivo de reflexión y, sobre todo, de vergüenza. Es la prueba de que la cultura —patrimonio vital de los llaneros— se está administrando con desorden y con desbalance.
Aún no se conoce la fecha oficial de la 57ª versión del Torneo. Ojalá el ‘jalón de orejas’ de los músicos haya resonado lo suficiente para que esta edición marque un verdadero cambio. Porque el joropo, si ha de seguir siendo el alma de la región, debe pertenecer a todos.

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