sábado, 21 de junio de 2025
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El río avanza, el Estado retrocede | Opinión


El río avanza, el Estado retrocede | Opinión 1
Socorristas de la Defensa Civil en el momento en que rescataba un cuerpo del naufragio en el río Güejar. 6 de junio de 2025.
Marcela Amaya

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El río Güejar, en el corazón del Meta, ha sido uno de los grandes protagonistas del turismo posconflicto en Colombia. Tras la firma del Acuerdo de Paz, sus aguas verdes, sus imponentes cañones y su carácter indómito comenzaron a atraer a turistas nacionales y extranjeros. Lo que antes fue territorio de guerra lo transformamos en una promesa de reconciliación, desarrollo y disfrute en medio de la naturaleza. Pero esa promesa, hoy, está de luto.

Una creciente súbita arrastró a un grupo de turistas. Cuatro personas murieron. La tragedia, aunque causada por un fenómeno natural, deja al descubierto que no se puede seguir avanzando sin reglas y sin responsabilidad institucional.

El Instituto de Turismo del Meta ha sido uno de los principales promotores del río Güejar como destino emergente. Y es cierto: el turismo ha traído inversión y ha abierto nuevas oportunidades para
las comunidades locales. Pero también es cierto que se ha priorizado la promoción sobre la protección.

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¿Dónde están los sistemas de alerta temprana para crecientes súbitas? ¿Dónde las advertencias para quienes visitan estos entornos? No basta con mostrar la belleza en redes sociales o ferias turísticas si no hay garantías mínimas para la vida. No se puede seguir vendiendo el vértigo y la belleza de la naturaleza sin asumir la obligación de proteger a quienes la visitan. Esta tragedia fue también el resultado de una cadena de omisiones: ausencia de monitoreo, falta de gestión del riesgo, debilidad institucional.

Hoy lloramos a quienes murieron. No basta con lamentar: es hora de exigir. Que el turismo en territorios de paz esté a la altura de su nombre. Que el Instituto de Turismo y las entidades del Sistema de Gestión del Riesgo asuman lo que corresponde. Porque cuando el río avanza y el Estado retrocede, las vidas quedan a la deriva.


Marcela Amaya


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