Entre masas y glaseados, una llanera prepara sus sueños

- Publicado en Sep 14, 2025
- Sección Villavicencio, Contenidos especiales
Con dedicación y creatividad, Erika Lesmes transformó un gusto de la infancia en un proyecto que le permitió independencia y plenitud.
Por Felipe Peña
En Villavicencio, entre las masas para galletas, los aromas de las tortas recién hechas y el brillo del glaseado de los cupcakes, Erika encontró un camino y una vocación que le dieron sentido a sus días.
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Desde muy pequeña se sintió atraída por el arte y la elaboración de pasteles y, aunque inició sus estudios en Administración de Empresas en la Universidad de los Llanos, el deseo de dedicarse a lo que le apasionaba seguía latente. El impulso para hacerlo realidad llegó gracias a su hermana, quien desde Canadá le sugirió aprender el arte de la cocina dulce y emprender en ese país. Fue entonces cuando Erika decidió que dejaría de ser un simple gusto y lo convertiría en una profesión.
En 2021, mientras trabajaba como administradora de empresas, asistió a un taller de repostería de tres días. Para algunos podría parecer poco tiempo, pero para ella fue suficiente para redescubrir la creatividad que siempre había querido plasmar en sus creaciones. El apoyo de quienes probaron sus postres se convirtió en la motivación que necesitaba para iniciar su proyecto.
“Empecé a elaborar primero para mis vecinos, para la casa, y oh sorpresa: empezó a gustar mucho lo que hacía. Compartí lo que hice en redes y comenzaron a llegar pedidos. Desde ahí empezó todo”, contó Erika.
El éxito fue tal que decidió quedarse en Villavicencio. Estaba convencida de que no necesitaba salir del país para emprender con sus ideas. Además, por cuestiones de salud que la obligaban a viajar constantemente para controles médicos, le resultaba difícil encontrar un empleo en administración de empresas que le brindara independencia.
Así nació ‘Erika Repostería’, un espacio en el que convergen su pasión, su autonomía y su proyecto empresarial. Aunque reconoce que hacer empresa en Colombia no es sencillo, el cariño de sus clientes le da la energía para continuar.
“Yo hago una, dos, tres tortas y siempre alguien me escribe un mensaje diciéndome: ‘Oye, se nota el amor que le pones al trabajo’. Y eso es lo que quiero transmitir”, resaltó.
Su amor por la gastronomía dulce la llevó a explorar otras facetas: la enseñanza. Allí encontró un complemento perfecto para su labor, pues ha dictado talleres a quienes desean iniciarse en este mundo. El reconocimiento a su trabajo ha trascendido fronteras, al punto de que le han solicitado clases desde otros países.
Aunque ya no ejerce como administradora de empresas, los conocimientos adquiridos le han permitido darle una visión más amplia y estratégica a ‘Erika Repostería’. Sueña con tener un lugar propio, amplio y multifuncional, donde pueda producir y enseñar al mismo tiempo.
“Me visualizo teniendo un edificio grande con varios pisos: en el primero, mi punto de venta, y arriba, mi taller para dictar clases”, contó entre sonrisas, imaginando el futuro de su emprendimiento.
No obstante, es consciente de que para lograrlo debe seguir aprendiendo y perfeccionando su arte. Por eso, participa en talleres virtuales y planea asistir a una escuela de repostería en Bogotá para fortalecer aún más sus conocimientos.
Finalmente, para Erika, la vocación es lo más importante: el motor de toda idea, lo que impulsa el deseo de aprender y de perseverar pese a las dificultades. Recuerda con gratitud aquellos días de prueba y error que, aunque desafiantes, la ayudaron a perfeccionar su arte y consolidar su proyecto de vida.

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