Envejecer con entusiasmo | Opinión


- Publicado en Jul 27, 2025
- Sección Columnistas

El viejo Sócrates decía: “El paso del tiempo arruga tu piel, pero la falta de entusiasmo arruga tu alma”.
Quiero pensar e invitar a los otros viejos a reflexionar conmigo acerca de la necesidad de aprender a envejecer con entusiasmo, no a pesar de las canas, de las arrugas y de los achaques propios de la edad, sino gracias a estos.
Ellos no son signos de deterioro espiritual, mental o físico —psicosomático—; más bien, constituyen símbolos de experiencia, conocimiento y sabiduría, decantados con el correr vertiginoso de los años.
Gerontólogos, geriatras, psicólogos, filósofos y escritores nos dicen, desde diferentes orillas del pensamiento contemporáneo, que envejecer no es sinónimo de deterioro si lo hacemos con alegría, dignidad, sentido y sabiduría.
Aprender a envejecer es, asimismo, ponerse en guardia frente a los mitos, tabúes y prejuicios que hacen del viejo un desecho humano.
Envejecemos de manera diferente, pero podemos aprender de las enseñanzas y vivencias de viejos y viejas que, a través de la historia, legaron a la especie su testimonio: Catón el Viejo, Cicerón, Simone de Beauvoir y, en nuestro medio, el filósofo Fernando González y el escritor Gonzalo Canal Ramírez, entre otros.
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Aprender a envejecer, por último, es también ponerse en guardia frente a los mitos, tabúes y prejuicios que hacen del viejo un estorbo, un ser inútil, una carga, una «abuelita» o un «abuelito» dignos de falsa compasión, a menos que se trate de nietos querendones.
Nada de eso.
Como lo dijo la ya citada Simone de Beauvoir, el hombre viejo sigue siendo hombre y está en capacidad de realizarse como tal.
Aprender a envejecer es, así mismo, ponerse en guardia frente a los mitos, tabúes y prejuicios que hacen del viejo un desecho humano.
Nota: Luego de casi dos años de pausa, vuelvo a escribir y publicar como prueba de supervivencia: primero, para mí mismo, y, en segundo lugar, para mis lectores. Como siempre lo hago, escribo sobre temas del buen vivir, que es, en resumidas cuentas, bien ser y bien estar.

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