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miércoles, 10 de diciembre de 2025
Pico y placa
1 y 2

La consulta campesina | Opinión

La consulta campesina | Opinión 1
José Abelardo Diaz Jaramillo

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Colombia registra uno de los mayores niveles de desigualdad en la distribución de tierras en el mundo. La apropiación y control de la tierra ha generado una tragedia de gran magnitud, con indicadores dolorosos como el desplazamiento de comunidades enteras, la muerte de miles de personas y el exilio de otras tantas.

La dependencia extranjera de alimentos – otra consecuencia directa del régimen desigual de acceso a tierras productivas – es un hecho que golpea la soberanía del Estado y amenaza la dieta alimentaria de miles de hogares del país.

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Una reciente encuesta del Centro Nacional de Consultoría (agosto de 2025), advirtió que el 88% de los colombianos consultados está de acuerdo con la política del gobierno de Gustavo Petro en materia de entrega, titulación de predios y apoyo técnico y económico para la producción campesina. Muchas tierras que fueron expropiadas de forma violenta por políticos, empresarios, narcotraficantes y grupos armados ilegales, son recuperadas por el Estado y puestas en manos de asociaciones campesinas, indígenas y consejos de comunidades negras.

Numerosas organizaciones campesinas impulsan desde el 1 de septiembre del presente año, una consulta popular con cinco preguntas que abordan temas como el acceso y redistribución de la tierra, el fortalecimiento de la producción campesina, la permanencia en áreas protegidas con proyectos agroecológicos, la protección de los derechos del campesinado y la garantía de la vida y la paz en el campo. De esa manera, han puesto de presente la urgencia de continuar – sin vacilaciones – con la política de distribución de tierras, la cual, por cierto, es objeto de saboteos animados por quienes han sacado provecho de ese régimen precario que, para fortuna de los campesinos, avanza en su transformación democrática.

El país tiene una enorme deuda con los pobladores pobres del campo. Gracias a las manos de los labriegos, cientos de centros poblados se abastecen día a día de alimentos que garantizan la vida y su reproducción. Es hora que la Colombia urbana corresponda con su apoyo a los campesinos que reclaman tierras para cultivar, permanecer en los territorios y vivir con dignidad.


José Abelardo Diaz Jaramillo

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