La ola que viene | Opinión

Bill Gates, multimillonario y lector atento, suele hacer a final de año recomendaciones de libros. Recientemente propuso La ola que viene, del británico Mustafa Suleyman, científico y cofundador de DeepMind, empresa pionera en inteligencia artificial y tecnología digital. Como ocurre con los libros de Yuval Noah Harari, se trata de una lectura imprescindible para atisbar con mayor lucidez el futuro.

Desde mis tempranas lecturas de ciencia ficción —Verne, Bradbury, Asimov, Clarke, y más adelante Kurzweil— he pensado que la vida aparece en la Tierra como un escalón evolutivo de algo más esencial y duradero: la inteligencia y la conciencia universales. Las religiones lo llamaron espíritu o Dios; es decir, energía eterna. La tecnología digital sería otro eslabón que permitirá, en un lapso de apenas siglos, prescindir de los humanos como soporte biológico de la inteligencia.

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Son claras las ventajas de una inteligencia no basada en la vida orgánica. Los cerebros humanos son limitados, frágiles y efímeros, mientras que las computadoras pueden durar siglos y las nubes de información, milenios. A propósito de esto, vale la pena leer El infinito en un junco, de la española Irene Vallejo. ¿Cuánto duraba un papiro? Doscientos años en climas secos. La Biblioteca de Alejandría ardió tres veces. Durante siglos, la información extracerebral fue vulnerable, hasta la aparición del mundo digital, que lo cambió todo.

La ola tecnológica que se avecina es un tsunami cargado de oportunidades y peligros, sin contención posible. Con la inteligencia artificial aplicada, la computación cuántica y la robótica —que tanto inquietan a los neofóbicos— nada volverá a ser igual. Y como la evolución es una fuerza cósmica indetenible, si el resultado final es la desaparición del animal humano, así será. No hay nada que hacer.

El prólogo del libro está escrito por una inteligencia artificial, y es excelente. Luego, Suleyman resulta reiterativo y algo farragoso en su prosa. Ríanse si quieren: el prólogo es mejor que el resto del libro. A un científico refinado, la inteligencia artificial lo supera como escritor.

Una lectura fértil para Navidad y para cualquier época del año. Invita a pensar más allá de nuestra prosaica realidad local: mientras el mundo enfrenta el desafío fascinante de una ciencia que parece ficción, los colombianos seguimos enredados en ideologías arcaicas y en la miseria de las drogas.