Milagro Kubitschek | Opinión

“Ojalá el Juscelino Kubitschek colombiano ya haya nacido”, me dijo a orillas de la laguna Carimagua, Jaime Triana Restrepo, director regional del entonces Corpoica -también lo fue del nivel nacional-, un año antes del atentado que le costó la vida. Esta columna es en su memoria.

Kubitschek fue un presidente brasileño que impulsó el desarrollo de El Cerrado, región de sabanas parecidas a las nuestras. Un visionario cuyo eslogan de gobierno fue “50 años en 5 años” y un programa de gobierno de 30 metas, nada que ver con los mamotretos de cientos de metas de los planes nacionales y regionales que después nadie ve y que el powerpoint aguanta a duras penas.

Cuando Kubitschek inauguró la nueva capital federal, Brasília, que construyó en cuatro años en una sabana agreste, convocó el país a convertir esas tierras en las más ricas del mundo, como un segundo propósito después de la independencia. Hoy Brasil es potencia mundial agroindustrial.

En Colombia, con el listado abundante de candidatos a la presidencia, que parecen competir en una maratón multitudinaria con codazos, zancadillas y echándose la hidratación por la cara y con poco proyecto de país, no sabría decirle hoy a Jaime que ahí va el Kubitschek colombiano que desate el potencial del llano.

Ni la derecha ni la izquierda perciben la región como un propósito nacional, son poco de visión de largo plazo y de gradualismo en el desarrollo, y la planeación y la innovación les resbala. Ambos extremos podrían llevar el país al inmovilismo, que destaca Hirschman.

Les vale aquello de que “un político piensa en la próxima elección y un estadista piensa en la próxima generación”, enunciado que parece no es de Winston Churchill.

El país se polarizará más políticamente y un país así no piensa en grande, habrá más rabia, mentiras e insultos que propuestas para la prosperidad. Queda esperar buenos congresistas que promuevan y antepongan la región a sus intereses. Salvo un milagro, el Kubitschek de Jaime no será en el corto ni en el mediano plazo.