Una familia del Meta recibe a su hijo desaparecido hace 24 años: la verdad llegó desde Neiva

- Publicado en Oct 20, 2025
- Sección Experiencia de paz
El Monumento 14 del Cementerio Central de Neiva guardó durante años las respuestas que esperaban decenas de colombianos y colombianas. Así ocurrió con la familia de un joven desaparecido cuando tenía 23 años, recientemente identificado y entregado en Meta para que sus seres queridos pudieran darle una sepultura digna. Allí, en una de las 156 bóvedas del lugar, había sido inhumado en 2008 como persona no identificada, en la bóveda 215, un dato que, con el tiempo, permitió devolverle su identidad y a su familia la certeza que tanto esperó.
El hallazgo y la identificación se dieron en el marco de las medidas cautelares adoptadas por la Sección de Ausencia de Reconocimiento de Verdad de la JEP para proteger el Cementerio Central de Neiva. Hasta allí llegó la magistratura escuchando los relatos de las víctimas que buscan a sus seres queridos desaparecidos y que pedían proteger las zonas donde se presume la ubicación de víctimas de desaparición forzada. Desde hace años, ellas mismas habían decidido llamar a este lugar —en riesgo de colapso— “No me olvides”, como una forma de mantener viva la memoria de quienes aún no han sido encontrados.
Así ocurrió con el joven de 23 años, cuyo nombre se mantiene en reserva por razones de seguridad y a solicitud de su familia. A partir de la decisión judicial del magistrado Raúl Sánchez Sánchez, presidente de esta sección del Tribunal para la Paz, que ordenó la intervención, comenzó el trabajo forense de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) y del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF). A la fecha, esta labor articulada ha permitido que diez personas inhumadas en este cementerio hayan sido entregadas dignamente a sus seres queridos.
En este caso, el proceso de identificación combinó la rigurosidad científica con la fuerza del acto humano de devolver un nombre y una historia. Se revisaron las necropsias originales, se cotejaron las cartas dentales y las huellas dactilares, y se realizaron análisis antropológicos que confirmaron con certeza plena la correspondencia entre el perfil biológico, la edad, la estatura y las lesiones registradas. Detrás de cada prueba y cada cotejo técnico hubo un propósito más profundo: reconstruir la historia de una vida interrumpida por el conflicto armado y permitir a su familia cerrar una espera de más de dos décadas.
Superada la fase técnica, el siguiente desafío fue encontrar a sus familiares. Para ello, se aplicó la metodología de Búsqueda Inversa, una estrategia de estas tres instituciones que responde a la complejidad de la búsqueda y a la necesidad de integrar distintas acciones para reparar los daños causados por este crimen. Este enfoque permite localizar a los seres queridos o allegados de personas que ya han sido identificadas, pero cuya búsqueda no había podido completarse. Para ello, se contrastan los registros y datos disponibles con las historias de quienes aún esperan saber qué ocurrió con sus seres queridos.
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En este caso, la contrastación de información con la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV) permitió establecer el primer contacto con los familiares en el departamento de Meta, lo que finalmente hizo posible su entrega digna. “Tus chistes, tus bailes, tus ocurrencias y esas noches descalzos celebrando la vida quedaron tatuados en mi corazón… Aunque ya no estés físicamente con nosotros, tu presencia sigue viva en cada sonrisa, en cada recuerdo y en cada paso que damos. La vida sin ti parece incompleta”, dijo una de sus hermanas durante las exequias.
Después de 24 años, su familia por fin conoció la verdad. El joven, que nació en 1978 y desapareció en 2001, había sido inhumado en el Cementerio Central de Neiva, a cientos de kilómetros del lugar del que era oriunda su familia, y falleció en 2008, siete años después de que perdieron su rastro. Hace unos días, se reencontraron en Villavicencio para despedirlo en una ceremonia que marcó el final de una espera insoportable: un acto donde se cruzaron el amor y la ausencia, la verdad y el duelo, la esperanza y el dolor contenido de una vida truncada por la desaparición.
En ese contexto, la entrega se convirtió en un símbolo de dignificación. “Hoy damos un paso en la construcción de una sociedad que se restaura y se transforma a través de pequeños actos de memoria. Este no es solo un acto de entrega, sino también de continuidad: entregar para seguir adelante. En contextos de justicia transicional, la verdad, la reparación y las garantías de no repetición se edifican desde la dignificación de las víctimas, el reconocimiento de su memoria. Con cada gesto, con cada recuerdo y con cada palabra, ustedes han mantenido viva la historia de su hijo y hermano”, les dijo el magistrado auxiliar Ricardo Ordoñez, del despacho del magistrado Raúl Sánchez.
A la fecha, desde que se ordenó la medida cautelar para proteger el Cementerio Central de Neiva, en agosto de 2021, se han exhumado 97 cuerpos y diez familias han recibido de manera digna los cuerpos de sus seres queridos. Como parte de las acciones restaurativas que allí se desarrollan, entre abril y septiembre de 2025 se recuperaron 48 de esos cuerpos con el apoyo de once comparecientes imputados como máximos responsables de asesinatos y desapariciones forzadas presentadas ilegítimamente como bajas en combate en Huila, quienes realizaron labores logísticas que fueron orientadas por la UBPD.
El proceso investigativo ha permitido establecer que en este cementerio permanecen alrededor de 200 cuerpos sin identificar. En todo el departamento de Huila, más de 1.575 personas continúan desaparecidas, según cifras oficiales de la UBPD.
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