Villavicencio acelera sin freno: El crecimiento del parque automotor plantea un desafío urbano y ambiental
- Publicado en Oct 31, 2025
- Sección Villavicencio
El crecimiento del parque automotor en Villavicencio encendió las alarmas urbanas y ambientales. Para los expertos, este aumento supera la capacidad vial, agrava los niveles de contaminación y deja la necesidad de analizar las políticas sostenibles en materia de movilidad.
Por Daniel Jiménez
El crecimiento del parque automotor en Villavicencio está transformando la ciudad a un ritmo que supera su propia capacidad de adaptación. De acuerdo con el más reciente informe de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI) y la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), las matrículas de vehículos nuevos aumentaron un 61,0% entre enero y septiembre de 2025, comparado con el mismo periodo del 2024; pasando de 2.100 a 3.380 unidades registradas. Un dato que ubica a la capital del Meta entre los mercados automotores más dinámicos del país.

El fenómeno, sin embargo, plantea interrogantes profundos sobre la sostenibilidad urbana y ambiental de una ciudad que, pese a sus avances en planeación, sigue dependiendo del vehículo particular como principal medio de transporte. Mientras las ventas crecen, las vías permanecen saturadas y la infraestructura pública avanza con lentitud. En palabras de expertos, Villavicencio está viviendo una expansión automotriz sin una transformación equivalente en su sistema de movilidad.
El secretario de Movilidad, Luis Fernando Ramírez Garzón, reconoce el dilema con franqueza. “Una cosa es lo que se planifica y otra lo que se ejecuta”, advierte. “El reto de Villavicencio no es ampliar vías, sino consolidar un sistema urbano donde el transporte público y las alternativas sostenibles sean la opción más atractiva en el futuro. La ciudad ya tiene una hoja de ruta tanto en el Plan de Ordenamiento Territorial como en el Plan Maestro de Movilidad, donde se establece cómo debe organizarse el territorio para reducir la dependencia del automóvil. El problema no está en la planificación, sino en la ejecución con decisión y coherencia”.
Ramírez asegura que la ciudad enfrenta una coyuntura particular por su papel como corredor estratégico entre el centro del país y la Orinoquia. “Villavicencio pasa por una situación compleja. A pesar del cierre de la vía Bogotá–Villavicencio en distintos momentos, este corredor sigue siendo el más habilitado para comunicar el centro con el oriente del país. Hoy el tráfico pesado, los vehículos de paso y de carga han aumentado considerablemente, lo que también eleva las cifras de circulación interna y de contaminación”, explica.

Sin embargo, el funcionario destaca un avance: el 10% de los vehículos vendidos este año son híbridos o eléctricos. “Villavicencio, como otras ciudades del país, no ha sido ajena a la inclusión de flotas limpias. Las motocicletas y automóviles eléctricos están contribuyendo a reducir los índices de contaminación. Esperamos los resultados de las mediciones ambientales recientes para establecer comparativos y definir políticas más efectivas”, añadió.
Aún con estos avances, el aumento de vehículos continúa generando efectos negativos sobre la movilidad diaria y la calidad del aire. “Cuando las vías se llenan de carros, los tiempos de desplazamiento se alargan y el impacto ambiental se agrava”, agrega Ramírez. “No solo por las emisiones o el ruido, sino porque los vehículos detenidos en congestión producen más gases contaminantes y aumentan el estrés urbano”.

El fenómeno no solo obedece al crecimiento económico, sino también a una estructura urbana dispersa y dependiente del automóvil, como explica el arquitecto y magíster en ordenamiento territorial Diego Barbosa. “Podemos argumentar que el crecimiento del parque automotor en Villavicencio refleja una expansión de la ciudad que no ha estado plenamente acompañada por el fortalecimiento del sistema de transporte público. Es una consecuencia directa de la falta de alternativas eficientes, que ha llevado a que los ciudadanos dependan cada vez más del vehículo particular”.
Barbosa recuerda que tanto el Plan de Ordenamiento Territorial (Acuerdo 287 de 2015) como el Plan Maestro de Movilidad (Decreto de 2023) coinciden en la necesidad de transitar hacia un modelo urbano más compacto y policéntrico. “Ambos instrumentos plantean que la ciudad debe desconcentrar sus actividades del centro histórico y promover un desarrollo más equilibrado en los barrios periféricos. Eso permite reducir los desplazamientos largos, fomentar modos de transporte alternativos y disminuir la dependencia del carro”, sostiene.

El arquitecto advierte que la sostenibilidad urbana no se logra únicamente con infraestructura, sino con planificación coherente: “La clave está en articular el crecimiento urbano con la movilidad. Si los proyectos de vivienda continúan alejándose del centro, los ciudadanos seguirán obligados a usar el automóvil. Una ciudad más compacta, caminable y con redes de ciclorrutas conectadas mejora la movilidad y reduce las emisiones”.
Desde la perspectiva ambiental, los riesgos de esta tendencia son alarmantes. Jimena Rivera Martínez, investigadora en movilidad sostenible, asegura que el aumento sostenido del parque automotor está profundizando los impactos ambientales en la capital metense. “El sector transporte es la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en Villavicencio. Según el Inventario de 2023, representa el 37% de las emisiones locales y, sin acciones estructurales, esa cifra seguirá creciendo de forma preocupante hacia 2050”, señala.
Rivera cuestiona la efectividad de medidas aisladas como el Día sin carro. “Sirve para sensibilizar, pero su impacto ambiental es temporal y no mitiga el aumento estructural de las emisiones. La ciudadanía, además, lo asume como un día improductivo. Las reducciones deben ser resultado de políticas permanentes, no de eventos simbólicos”.
Para la experta, el desafío de Villavicencio requiere una política integral de movilidad y sostenibilidad. “El municipio debe reducir el 51% de sus emisiones para 2030. Eso exige medidas más ambiciosas que incluyan la electrificación del transporte público, incentivos para vehículos cero emisiones, creación de puntos de recarga, infraestructura peatonal y ciclista, y una planificación urbana coherente. Los días sin carro deben ser una herramienta pedagógica, no la única estrategia”, afirma.
Rivera propone cinco líneas de acción prioritarias: fortalecer el transporte público limpio, fomentar la movilidad activa (bicicleta y caminata), implementar restricciones vehiculares permanentes, electrificar la flota institucional y gestionar el uso del suelo con enfoque ambiental. “Solo así Villavicencio podrá convertirse en una ciudad resiliente frente al cambio climático y el crecimiento descontrolado del parque automotor”, puntualiza.
Para las autoridades municipales, el panorama urbano y ambiental de Villavicencio revela una paradoja: mientras más carros ruedan por sus calles, más evidente se hace la necesidad de moverse de otra manera. El vehículo particular se ha convertido en símbolo de progreso individual, pero también en la principal fuente de congestión, ruido y contaminación.
En ese sentido, la advertencia del secretario de Movilidad es: “Si no fortalecemos el transporte público, veremos en Villavicencio lo que hoy vive Bogotá: una ciudad intransitable en ciertos horarios. No podemos esperar a llegar a ese punto para actuar”.
Para las fuentes consultadas, el desafío no está en detener el crecimiento económico ni en frenar las ventas de vehículos, sino en equilibrar la movilidad con la sostenibilidad. Solo una ciudad que logre moverse de forma eficiente limpia y planificada podría evitar que su desarrollo se convierta en su propio embotellamiento.
En PERIÓDICO DEL META estamos comprometidos en generar un periodismo de calidad, ajustado a principios de honestidad, transparencia e independencia editorial, los cuales son acogidos por los periodistas y colaboradores de este medio y buscan garantizar la credibilidad de los contenidos ante los distintos públicos. Así mismo, hemos establecido unos parámetros sobre los estándares éticos que buscan prevenir potenciales eventos de fraude, malas prácticas, manejos inadecuados de conflicto de interés y otras situaciones similares que comprometan la veracidad de la información.