Ahora sí, a ejecutar | Editorial

En medio de los desafíos que enfrenta nuestra región, desde la falta de calidad en servicios públicos pasando por el desempleo, la desigualdad en la educación y el rezago en competitividad, la reciente aprobación y ejecución de los planes de desarrollo en concejos municipales y en la Asamblea departamental (al cierre de esta edición estaba en votación), estos documentos representan un renovador rayo de esperanza para los habitantes.

Los planes, diseñados para abordar de manera integral los problemas que aquejan a nuestras comunidades, son un paso crucial hacia la mejora de la calidad de vida de todos los habitantes de Meta. La falta de servicios públicos adecuados, la falta de acceso a la comida en algunas zonas rurales y cascos urbanos, altas tasas de desempleo y la inseguridad creciente son obstáculos persistentes para el progreso en nuestra región.

La aprobación de estos documentos técnicos es un testimonio del compromiso de nuestras autoridades locales con el bienestar de sus ciudadanos. Pero la aprobación es solo el primer paso. La verdadera prueba está en la ejecución de estos planes que ahora sí empieza.

Es imperativo que estos planes no se queden en el papel sino que se traduzcan en acciones concretas que beneficien a nuestra comunidad. Necesitamos ver mejoras tangibles en los aspectos que más tocan a las personas de a pie: oportunidades de educación, tener mejores servicios, opciones de empleos dignos y un cambio en la forma como asumimos la competitividad mediante programas a largo plazo.

La ejecución de estos documentos es siempre una tarea monumental que además de requerir una participación de todos los sectores de nuestra sociedad, necesita un impulso económico que por lo general no alcanza. Sí, es cierto que no hay plata que cubra todas las necesidades de las personas, pero el dinero sí rinde cuando se tienen controlada la corrupción y a raya el gasto público.

Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar para asegurar que estos planes se conviertan en realidad. Los gremios, las universidades, las veedurías ciudadanas, sin apasionamientos, argumentada y con pruebas, pueden hacer aportes enormes a que esos planes terminen bien.

Necesitamos unirnos como comunidad para superar los desafíos que enfrentamos. Con la aprobación y ejecución de estas herramientas de planeación, tenemos la oportunidad de hacer precisamente eso.

Ojalá que la discusión y los debates que se dieron alrededor de estas herramientas durante estos meses hayan sido juiciosos en concejos y Asamblea, que no se hayan quedado en la forma sino que hayan salido fortalecidos para las alcaldías y la Gobernación tengan instrumentos de navegación poderosos.