martes, 17 de junio de 2025
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Alcalde no pone alcalde | Editorial


Alcalde no pone alcalde | Editorial 1
Redacción PDM

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Hace una semana, un reportaje de Periódico del Meta evidenció cómo por la falta de planeación histórica los villavicenses han sufrido por un servicio de acueducto que oscila entre la precariedad y el colapso.

El informe concluyó que más grave que las fallas técnicas o la falta de presupuesto para una solución, el mal crónico es la ausencia de visión y la renuncia a la planeación de largo plazo por parte de sucesivas administraciones municipales.

Las últimas administraciones, la de Wilmar Barbosa, Felipe Harman y ahora la de Alexander Baquero, como varias anteriores, anunciaron “soluciones temporales”. Se invirtieron recursos en estudios y diseños, pero al llegar al relevo administrativo, en lugar de tomar la antorcha y avanzar, prefirieron encender una nueva fogata.

Así, proyectos vitales quedaron en el limbo, condenados por esa máxima política que hay en Villavicencio de “alcalde no pone alcalde”, lo que per sé evita que haya continuidad en planes de gobierno, denotando unos y otros falta de planeación para resolver los problemas del acueducto.

Cada cuatro años se reinician diagnósticos, se descartan planes anteriores y se invierten más recursos en emergencias. Deberíamos tomar ejemplo de ciudades como Montería o Barranquilla, que han logrado avanzar con metas claras sostenidas por varios periodos administrativos.

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Aquí, millones de pesos en estudios que duermen en gavetas, diseños abandonados, convenios perdidos, y obras inconclusas son el monumento al cortoplacismo.

La intermitencia del servicio de acueducto es un freno al desarrollo y una herida a la dignidad de una ciudad que se denomina la más importante de la Orinoquia.

Ciudades ejemplares entendieron que las obras realmente importantes trascienden las administraciones. En Barranquilla, el Plan Maestro de Agua se ejecutó con continuidad técnica y política durante administraciones distintas. En Montería, la transformación urbana fue posible porque hubo acuerdos básicos sobre lo fundamental. Nuestros vecinos de Yopal están entendiéndolo y eso se ve en el Índice de Competitividad. ¿Acaso Villavicencio merece menos?

Quien esté frente de los destinos de la ciudad debe tener la grandeza de, a sabiendas de que no entregará obras, echar a andar un proyecto de ciudad consensuado, blindado jurídica y financieramente, que trascienda gobiernos y con fiscalización ciudadana. Un proyecto con comisiones de veeduría con participación de universidades y gremios.

El problema del acueducto no es técnicamente insoluble, no es ni siquiera por falta de recursos económicos, es una cuestión de voluntad política y grandeza moral.


Redacción PDM

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