De los llanos para el mundo: Luis Velásquez, inspirando a latinos en la industria de la construcción

Desde el piedemonte de Cubarral (Meta) partió un día Luis Velázquez. Era un adolescente de 16 años, sin muchos estudios, pero con una maleta cargada de una promesa inmensa hecha a su madre: regresaría a casa como un triunfador.

Han pasado 23 años desde aquel adiós, y Luis, con la mirada orgullosa de su madre como testimonio, no solo regresó, sino que se ha convertido en un referente para miles de latinos en Estados Unidos.

Su camino hacia el éxito no fue una autopista. Llegó a suelo estadounidense después de una década de perseverancia, luego de que le negaran la visa en diez ocasiones y de una etapa como voluntario en Kenia. Un verdadero testimonio de resiliencia.

Construyó más que techos: construyó un futuro latino

La necesidad lo llevó a conocer la industria del roofing (techado), desde su instalación hasta su restauración. «Lo aprendí por necesidad, pero vi las oportunidades inmensas que el sector de la construcción ofrece en este país», explica Luis. En un país donde las condiciones climáticas como los fuertes vientos, las granizadas y tormentas de nieve destruyen las estructuras, el roofing se convirtió en una solución. Sin embargo, su visión fue más allá de proveer la mano de obra. Observó que el 95% de la fuerza laboral en este sector era latina, pero solo el 5% se dedicaba a las ventas. Ahí encontró una oportunidad de oro.

«Lo que enseño es cómo crear una empresa de ventas para contratar a latinos para que ejecuten los trabajos», afirma Luis. En sus charlas, su revelación más grande no es sobre el roofing en sí, un trabajo que paradójicamente no le gusta, sino sobre la educación financiera. Un día, mientras trabajaba en un restaurante, observó cómo funcionaba el negocio, se convirtió en contratista y decidió estudiar el sector, pero con un enfoque en las finanzas. Para él, este conocimiento es lo que verdaderamente puede cambiar la historia de cualquier persona.

La verdadera libertad: más allá del dinero

El mensaje de Luis Velázquez resuena con la misma fuerza inquebrantable que lo trajo hasta donde está ahora: «No se trata solo de ahorrar dinero, sino de saber dónde y cómo invertir». Hace 14 años, su encuentro con Robert Kiyosaki, autor de «Padre Rico Padre Pobre», reforzó su convicción sobre la importancia de construir activos. Así, además de enseñar a crear empresas de ventas, Luis se dedica a instruir sobre la inversión en bienes raíces.

«Enseño cómo triunfar en Estados Unidos sin importar a qué te dediques. Es mentira cuando nos dijeron que debíamos llegar a este país a trabajar, debemos es llegar a triunfar, esa debe ser la mentalidad. Mi triunfo no es el roofing, es lo que he hecho alrededor de los negocios».

Para Luis, la libertad financiera es la clave. Asegura que comprar activos (casas, apartamentos, vehículos) es fundamental para alcanzarla. Él cree firmemente que el dinero, lejos de ser un mal, es felicidad y triunfo. «El dinero da libertad de hacer lo que tú quieres, tener tiempo para la familia y ayudar a las demás personas». Reconoce que la sociedad ha «satanizado» el dinero, pero insiste en que el problema no es el dinero en sí, sino las personas que no saben manejarlo. «Para poder triunfar, debes tenerlo».

Fracaso como trampolín y mentalidad de acero

La sabiduría de Luis proviene de la experiencia, incluso de la adversidad. «He tenido más de una bancarrota y por eso sé de lo que hablo», confiesa. Para él, el fracaso no es el fin, sino una oportunidad para tomar impulso.

«Cuando sabes cómo funciona el dinero, no importa las veces que fracases, porque esas mismas veces vas a triunfar. El problema es mental». Salir de una bancarrota es, simplemente, empezar de nuevo. «Más abajo del piso no hay nada», dice con una sonrisa, «pero sí puede servirnos para tomar impulso y salir».

Hoy, el miedo a la bancarrota se ha disipado, reemplazado por la convicción de que el dinero es una cuestión mental. «Cualquier persona en cualquier etapa de la vida puede volver a empezar; muchos se han hecho millonarios a los 70 años. Al final del día, lo que importa es cuántas veces te pares y cuántas veces estés dispuesto a volver a empezar», recalca.

Reglas del juego y oportunidades iluminadas

Trabajando con la comunidad latina, Luis es un firme defensor de jugar con las reglas de Estados Unidos, no en contra de ellas. «Este país es uno de los que más poder adquisitivo del mundo tiene si tú haces las cosas bien. No he conocido la primera persona que haga las cosas bien en Estados Unidos y que fracase», afirma con contundencia.

Respecto a la coyuntura política y las deportaciones, Luis, con su vasta experiencia en el país, las ve como «el pan de cada día». Su postura es clara: «Pase lo que pase, decidimos triunfar en este país, aportándole a la nación y hacer las cosas bien».

Un tío le enseñó el arte de la venta en un supermercado, un conocimiento que Luis ha cultivado a través de la lectura y el aprendizaje de grandes vendedores. Su mantra es simple, pero poderoso: «El que aprende a vender, nunca va a tener hambre ni le faltará el dinero».

Luis Velázquez está en una misión. Ha impactado a más de 3.000 empresas, compartiendo un mensaje transformador: «Nos inculcaron a estudiar, pero nunca a vender ni su empresa ni a ellos mismos. Demostrarles a los latinos que nosotros no venimos a comer mierda, que tal vez tengamos que hacerlo al inicio, pero que hay demasiadas oportunidades para triunfar».

Su regreso a Cubarral, aquel día en que la mirada de su madre lo llenó de orgullo, fue solo el inicio de una historia que sigue escribiéndose. Luis Velázquez no solo cumplió su promesa, sino que se convirtió en el arquitecto de los sueños de muchos, demostrando que el triunfo es un estado de tranquilidad, felicidad y, sobre todo, la libertad de elegir el propio camino.