‘El Diablo’ dejó el fuego encendido | Editorial


- Publicado en Ago 03, 2025
- Sección Columnistas

La muerte de Norbey Olivares, alias ‘El Diablo’, más que apagar las llamas del infierno que él mismo avivó con su extenso prontuario criminal, ha generado un ambiente de zozobra y miedo sobre lo que le espera a Villavicencio en materia de seguridad.
En plena luz del día, en un sector transitado por personas que se dirigían a sus actividades cotidianas, un grupo de sicarios descendió de una van y, como si ejecutaran un plan milimétricamente calculado, acabaron con la vida del temido delincuente. Lo hicieron con fusiles, sin ocultarse, sin titubeos.
Por fortuna, ninguno de los transeúntes fue alcanzado por una bala perdida. Pero el hecho deja muchas preguntas y una paradoja inquietante: el atentado ocurrió a pocos metros de un CAI de la Policía.
Villavicencio, que horas antes estaba cubierta por un cielo gris tras las lluvias, terminó sumida en una atmósfera aún más densa: la del miedo. Como si se tratara de una ciudad sin ley, donde actos tan violentos y descarados pueden ejecutarse con total impunidad.
La primera pregunta es colectiva: ¿cómo es posible que tantas personas circularan armadas y disfrazadas con total normalidad? La segunda es de exigencia: ¿qué hacía un hombre con el historial criminal de El Diablo paseando por la calle como si nada, justo en el mismo sector donde fue capturado poco más de un año atrás?
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Porque más que celebrar su muerte, hay que reconocer que este espectáculo sicarial pudo haberse evitado si la justicia hubiese actuado con la contundencia necesaria.
En mayo de 2024, un operativo exitoso liderado por la Fuerza Pública y respaldado por la administración municipal logró ponerlo nuevamente tras las rejas. Fue un logro importante, un ejemplo de articulación institucional. Pero ese esfuerzo se diluyó rápidamente: apenas tres meses atrás, El Diablo volvió a las calles. No por falta de pruebas, sino porque se le vencieron los términos.
Los videos previos a su asesinato son el retrato de esa impunidad: Olivares caminaba tranquilo, como quien sabe que no tiene nada que temer.
Entonces, ¿es necesario que otros delincuentes acaben con la vida de sus pares para poner fin a su accionar criminal? ¿Ese es el estado de justicia que estamos permitiendo?
La justicia colombiana aún tiene mucha tela por cortar, y debe afilar sus tijeras. Porque, en la misma semana en que muchos celebraban los fallos contra el expresidente Álvaro Uribe, los resultados del mismo sistema permitieron que, tras concederle la libertad a un temido delincuente, Villavicencio esté hoy en ascuas por lo que hay detrás del atentado que arrastró al Diablo hasta su propio infierno.

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