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La Cámara de Comercio: ¿megáfono o motor en tiempos de crisis? – Análisis

La Cámara de Comercio: ¿megáfono o motor en tiempos de crisis? – Análisis 1
La expectativa sobre la capacidad de la Cámara de Comercio de aportar propuestas y soluciones que fortalezcan al sector empresarial y contribuyan a la reactivación regional.
Mario Romero
  • Publicado en Oct 04, 2025
  • Sección Región

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La crisis económica que golpea a Villavicencio y la incertidumbre por la vía al Llano reabren el debate sobre el papel de los gremios y la necesidad de un liderazgo empresarial más activo en la región.

La difícil coyuntura económica que enfrenta Villavicencio ha puesto sobre la mesa el rol de sus instituciones gremiales. En medio de la incertidumbre por la vía al Llano, crece la expectativa sobre la capacidad de la Cámara de Comercio de aportar propuestas y soluciones que fortalezcan al sector empresarial y contribuyan a la reactivación regional.

Por Mario Romero // Especial para Periódico del Meta

Las crisis económicas, como la que hoy asfixia a Villavicencio, tienen la particularidad de desnudar las estructuras de poder y liderazgo. No son los discursos ni las buenas intenciones lo que define a una institución en tiempos difíciles, sino su capacidad para actuar, proponer e imaginar.

Hoy, mientras la economía del Llano navega a la deriva en un mar de incertidumbre, por una vía que parece más una metáfora de la desconexión centralista que una conexión económica estratégica regional, observamos una peligrosa abdicación de responsabilidades en el corazón mismo de nuestro tejido empresarial. El líder gremial local, la Cámara de Comercio de Villavicencio, tiene un papel inocuo y sin propuestas serias.

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En desarrollo institucional, podríamos encontrar dos arquetipos de liderazgo en momentos como este. El primero es el del líder-megáfono: un actor que, investido de una representatividad formal, se limita a amplificar las acciones (o inacciones) del poder político de turno. Su función se reduce a retransmitir comunicados de prensa, posar en fotos con funcionarios y expresar una “profunda preocupación” en reuniones que no conducen a nada. El megáfono es, en esencia, un eco: no genera ideas, no controvierte, no arriesga. Su silencio es cómplice y su voz, prestada.

El segundo arquetipo es el del líder-motor: una fuerza que comprende que el mercado, por sí solo, no puede resolver un shock de esta magnitud. Este líder entiende que las fallas de coordinación y la información imperfecta paralizan la inversión. Por tanto, su rol no es el de esperar, sino el de construir. Es un agente que utiliza la inteligencia colectiva de su gremio para diagnosticar, diseñar y proponer soluciones audaces y técnicamente rigurosas. No les pide a los gobiernos “que hagan algo”; les presenta un plan de acción con sustento, datos y una hoja de ruta clara.

Ahora, miremos nuestra realidad. Con una honestidad brutal, pero necesaria, debemos hacer la pregunta: ¿dónde está la Cámara de Comercio de Villavicencio en el momento que vive la ciudad?

Lo que se percibe desde el comercio en crisis, y desde la angustia de los empresarios que ven sus inventarios inmovilizados, no es un motor, sino un megáfono. Hemos visto declaraciones, reuniones y una que otra queja protocolaria, pero lo que no hemos visto es el liderazgo intelectual y estratégico que la principal entidad gremial de la región tiene la obligación de ejercer. Este letargo no es una simple omisión; es un vacío que deja a toda la economía local huérfana de dirección.

La crítica, por tanto, debe ser directa a sus directivas: su rol histórico no es ser un apéndice administrativo del registro mercantil, sino el principal think tank y el más férreo abogado del desarrollo económico regional.

¿Qué debería estar haciendo la Cámara de Comercio de Villavicencio?

Debería ser el epicentro de la respuesta económica. Su función es resolver el problema de la acción colectiva. Debería estar comisionando estudios de impacto en tiempo real, modelando escenarios, cuantificando las pérdidas sector por sector. Debería estar reuniendo a los mejores economistas y urbanistas de la región, no para lamentarse, sino para construir una propuesta contundente que trascienda el simple ruego por la apertura de la vía. Debería ser la entidad que le habla al poder político no con la mano extendida, sino con un portafolio de proyectos bajo el brazo. Su voz debería ser la más informada, la más técnica y, por ende, la más respetada en cualquier mesa de decisión.

Imaginemos, por un momento, una propuesta concreta que debería haber nacido de sus entrañas: un plan de choque para la reactivación de Villavicencio, que no dependa de una retroexcavadora en un kilómetro lejano.

Una estrategia que proponga una reducción temporal y agresiva de impuestos municipales sobre la inversión, como el de delineación urbana, para desatar un boom inmediato en la construcción y el empleo. Que plantee exenciones de ICA a las nuevas empresas que decidan apostar por la ciudad en este momento, diversificando nuestra base productiva. Que, en sinergia con la Alcaldía, impulse una modificación excepcional del POT para facilitar nuevos proyectos. Un plan que incluya, desde su concepción, un modelo econométrico para medir su impacto real, demostrando un compromiso con la eficiencia y la evidencia.

Esto no es una utopía: es la descripción del trabajo que un verdadero gremio debería estar liderando. Recuerdo el liderazgo de Camacol, que como gremio siempre ha sido propositivo, respaldando su accionar en cifras, o el de Fenalco, que desde la independencia ha sido objetivo. Hoy, la crisis de la vía no es solo una crisis de infraestructura; es, sobre todo, una crisis de imaginación y de liderazgo.

Villavicencio necesita desesperadamente un motor. La pregunta que los directivos de la Cámara de Comercio deben hacerse cada mañana es si seguirán siendo un megáfono en la tribuna o si, finalmente, bajarán a la cancha a jugar el partido que la historia les exige. 


Mario Romero

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