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lunes, 25 de agosto de 2025
Pico y placa
7 y 8

La migración venezolana ayuda a retrasar el envejecimiento de Colombia, según investigador de la U. Rosario.

La migración venezolana ayuda a retrasar el envejecimiento de Colombia, según investigador de la U. Rosario. 1
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Redacción PDM

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En los últimos diez años, Colombia se ha convertido en destino y refugio para millones de venezolanos que han cruzado la frontera en busca de mejores condiciones de vida. Este fenómeno, que ha transformado territorios, economías locales y servicios públicos, ha sido catalogado como uno de los procesos migratorios más importantes a nivel internacional. Sin embargo, la falta de recursos y de una política sostenida ponen en riesgo los avances logrados. Sobre este panorama, Periódico del Meta (PDM) dialogó con Ronal Rodríguez Durán (R.R.), investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, coordinador del proyecto Bitácora Migratoria y referente en el análisis de las relaciones colombo-venezolanas. En esta entrevista, Rodríguez explica cómo ha sido la respuesta del Estado, qué desafíos persisten y cuáles son los aportes que la migración venezolana ha dejado en el país.

Por Lina Herrera

PDM: ¿Cómo ha sido la respuesta del Estado colombiano hacia la migración venezolana?

R.R.: La respuesta colombiana resulta ser una de las más solidarias en el mundo frente al tema migratorio. Desde que empezó la migración, hace 10 años, en el mundo tristemente han surgido movimientos en contra de los migrantes: la criminalización de la migración, la contención de la migración.

La respuesta es observada por la comunidad internacional y se mira como un caso de ejemplo exitoso de lo que se debe hacer en la lógica migratoria. Ello no quiere decir que no implique dinámicas de conflicto y de tensiones sociales, todo lo contrario. La movilidad humana, la migración, tiene como característica inherente, como característica fundamental de un proceso de movilidad, esas tensiones. Entonces, a pesar de esas tensiones, Colombia ha actuado con mucha responsabilidad y, a diferencia incluso de países vecinos, ha mantenido una postura solidaria.

PDM: ¿Qué desafíos permanecen?

R.R.: El camino que habíamos recorrido en el proceso de integración migratoria se ha detenido en los últimos tres años. El cambio de discurso de la presidencia de Gustavo Petro frente al tema migratorio, si bien tiene un discurso política y formalmente en favor de la migración, en materia de estructuración y de respuesta ha implicado pérdida de capacidades. La oficina que manejaba el tema desapareció. Hoy es la dirección de un viceministerio del nuevo Ministerio de la Igualdad, que está en veremos.

Lo segundo: la crisis que vive el mundo en materia migratoria ha cambiado las dinámicas de la cooperación internacional y, hoy, la migración —sobre todo por premisas de los Estados Unidos— ha perdido fuentes de financiación. Se cerró gran parte del capítulo de USAID en Colombia y eso tuvo un efecto directo en los recursos, fuentes de ingresos de la cooperación internacional, de las organizaciones de la sociedad civil e incluso de los gobiernos locales que apalancaban con esos recursos el tema migratorio.

PDM: ¿Este panorama puede permanecer?

R.R.: No va a mejorar en el corto plazo. Sabemos que el próximo año, en Europa, se va a recortar un apoyo para la migración. Yo creo que la falta de financiación es quizá una de las cosas que más nos afecta porque Colombia, a pesar de llevar 10 años en el tema migratorio, no ha desarrollado capacidades propias para el abordaje de la migración.

PDM: ¿Afectará a los territorios?

R.R.: Gran parte de los funcionarios que manejan o administran el tema migratorio en los territorios —en los municipios y en los departamentos— eran pagados por cooperación internacional. Con la reducción de la cooperación, estos cargos desaparecen y, nuevamente, el tema migratorio queda en la órbita de secretarías que muchas veces no tienen ni la formación, ni las competencias, ni el margen de maniobra para aplicar política pública en la materia. Eso nos ha hecho retroceder. Sobre todo, este último año se ha perdido capacidad y el próximo año se notará más.

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PDM: ¿Cuántos migrantes venezolanos permanecen en el Meta?

R.R.: Según Migración Colombia, en el departamento del Meta hay 37.843 ciudadanos venezolanos.

PDM: ¿Puede ser más alta la cifra?

R.R.: Cuando las autoridades departamentales o municipales prestan atención en educación, salud, programas para madres y todo el portafolio de servicios sociales, encuentran que hay más ciudadanos venezolanos de los que aparecen reportados por Migración Colombia.

PDM: ¿Hace cuánto no se realiza un proceso de regularización con esta población?

R.R.: Desde el 2021. Entonces, ha seguido entrando población venezolana que se encuentra en irregularidad, y esa se ha asentado en las cabezas urbanas, ha demandado servicios por parte de los gobiernos locales y departamentales, y muchas veces no tenemos una cifra real.

PDM: ¿Qué problemas recaen con la falta de regularización?

R.R.: En materia de política pública la situación se volvió muchísimo más dramática porque, por ejemplo, cuando un ciudadano venezolano está regularizado en el sistema de salud, los recursos de su atención médica provienen del gobierno central. Cuando no está regularizado y tiene que ir al sistema de salud, se atiende por urgencias y los recursos recaen en los gobiernos departamentales y locales.

PDM: ¿Qué particularidades tuvo la llegada de migrantes a la Orinoquia, teniendo en cuenta sus zonas fronterizas?

R.R.: Uno de los episodios que más afectó a la región ocurrió en Arauca, cuando se dieron confrontaciones del lado venezolano entre las disidencias de las Farc y el Eln. El régimen venezolano trató de controlarlas sin mucho éxito, lo que causó un desplazamiento de población en ese momento. Esa población, teóricamente, no debía entrar dentro de la lógica del Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos, sino dentro de la lógica de protección a refugiados ante confrontación de grupos armados.

PDM: ¿Qué aportes han dejado los migrantes venezolanos a Colombia?

R.R.: Primero, se resuelve un problema demográfico que tenemos. El Estado colombiano ha perdido capacidad demográfica. Es decir, Colombia es un país que se está envejeciendo de forma acelerada; lo que a los europeos les tomó un par de siglos, a nosotros nos tomó unas cuantas décadas. Y eso está generando una presión social en donde, dentro de poco, ya no vamos a tener crecimiento positivo. La migración venezolana es un bono demográfico que nos ayuda a retrasar un poco ese envejecimiento, que tiene muchísimas causas: el conflicto armado, la dinámica de mayor educación en los hogares…

PDM: ¿Y en lo económico?

R.R.: También crecen los mercados. El venezolano no solamente viene a demandar servicios sociales, sino que también se convierte en un consumidor de bienes y servicios: adquiere telefonía, consume en restaurantes, paga arriendos… Eso amplía la economía colombiana. Además, con impuestos como el IVA, termina tributando.

PDM: Se evidencia la ocupación laboral…

R.R.: El ciudadano migrante muchas veces aspira más a la formalización laboral que los propios nacionales, porque siente que su condición migratoria mejora si se mantiene dentro de las reglas y estructuras económicas formales, lo que les va a dar un mejor bienestar.

PDM: ¿También se crean mercados?

R.R.: Sí. Por ejemplo, en las ciudades más grandes de Colombia surgieron las farmacias de superficie. Farmatodo y Locatel fueron farmacias que no existían en el país; ese modelo de negocio no existía aquí, donde solo teníamos droguerías pequeñas de barrio. Hoy, la farmacia es un concepto totalmente diferente. Lo mismo ocurre con la gastronomía: surgen nuevos restaurantes y una nueva oferta gastronómica.


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