lunes, 23 de junio de 2025
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Miedo | Opinión


Miedo | Opinión 1
Tomada de: Señal Memoria - RTVC.
José Abelardo Diaz Jaramillo

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Hacer “invivible la República” fue la consigna que en 1940 dio a sus seguidores el líder del partido conservador, Laureano Gómez, en momentos en que el gobierno, en cabeza del liberal progresista Alfonso López Pumarejo, alentaba un conjunto de reformas (agraria, laboral, educativa), dirigidas a modernizar la vetusta estructura económica y cultural que se amparaba en la Constitución de 1886, y poder, por fin, instalar a Colombia en el siglo XX. La mentira y el agravio alentados desde el periódico El Siglo, eran los recursos de Laureano para justificar el ataque a la «Revolución en Marcha» de López Pumarejo.   

Trasmitida por la Radio Nacional y escuchada por miles de colombianos desde sus transistores, la consigna de Laureano constituye una pieza retórica magistral para reflexionar acerca de los usos políticos del miedo. Ciertamente, el recurso al miedo ha sido una constante en la historia de Colombia. No obstante, en cada ocasión, su uso se ha nutrido de referentes ideológicos propios del contexto político inmediato. Laureano trajo al trópico el mito del Basilisco, incorporándole el sempiterno fantasma comunista para movilizar a sus huestes. 

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¿Cuáles componentes emocionales nutren el miedo que hoy alientan sectores políticos tradicionales? ¿A qué se aspira con la difusión del miedo? El llamado de Laureano a la “guerra civil” arrojó al país a una espiral de violencia que sigue causando estragos. Álvaro, su hijo sacrificado, es un triste ejemplo de la “acción audaz” reclamada. Azuzar la guerra es fácil. Lo difícil es detenerla. Al miedo lo doblegan las ciudadanías críticas que conocen sus derechos y pregonan sus ideas políticas sin renunciar a ellas, en un marco de respeto y tolerancia. La violencia desatada por Laureano y sus seguidores bloqueó la posibilidad de un reformismo social que hubiese evitado la enorme tragedia que padece la nación desde décadas. He ahí el trasfondo histórico de la actual coyuntura política.


José Abelardo Diaz Jaramillo


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