Murió ‘El Diablo’ tras atentado en chatarrería de Villavicencio

En la tarde de este martes Norbey Olivares Rojas, alias ‘El Diablo’, fue víctima de un atentado. El hecho ocurrió en el sector de Brisas del Guatiquía, en una chatarrería ubicada sobre la avenida al Llano, donde fue atacado con varios disparos de arma de fuego.

Fuentes extraoficiales confirmaron que Olivares Rojas falleció mientras era trasladado hacia un centro médico. Hacía apenas tres meses había recobrado su libertad por vencimiento de términos, tras haber sido recapturado por segunda vez en mayo de 2024.

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Alias ‘El Diablo’ era señalado como presunto cabecilla de una organización delincuencial dedicada al tráfico de estupefacientes, homicidios selectivos y extorsiones en Villavicencio. Según las autoridades, adquiría cocaína y marihuana de estructuras armadas ilegales —disidencias de las Farc con presencia en el oriente del país— para luego almacenar los narcóticos en una finca de su propiedad y distribuirlos en diversos sectores del municipio mediante redes de microtráfico.

Las investigaciones también señalan que operaba desde un inmueble disfrazado como chatarrería, el mismo lugar donde fue atacado. Este establecimiento habría sido utilizado para ocultar droga y coordinar su venta al menudeo.

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Además de su historial criminal, ‘El Diablo’ fue relacionado durante las elecciones regionales de 2023 con algunas campañas políticas locales. Versiones conocidas por este medio aseguran que llegó a imponer restricciones a ciertos candidatos, prohibiéndoles hacer proselitismo en zonas bajo su control.

Las autoridades aún no se pronuncian oficialmente sobre los móviles del atentado ni sobre los autores materiales del crimen. Entre tanto, crece la incertidumbre sobre lo que podría desencadenar su muerte en las estructuras ilegales que operan en la región.

En contextos como este, cuando un cabecilla es asesinado, capturado o desaparece, suelen desencadenarse luchas intestinas al interior de las organizaciones delincuenciales por el control de las rentas ilegales y el liderazgo del grupo. Estas disputas pueden derivar en nuevos episodios de violencia, ajustes de cuentas y una escalada en los enfrentamientos entre facciones, lo que representa un riesgo para la seguridad de la población en los sectores donde estas estructuras ejercen influencia.

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