Natali, el renacer de una pasión olvidada

- Publicado en Mar 24, 2025
- Sección La Otra Cara, Lo Mas Reciente
«Yo siento que me tocó madurar por la situación económica de mi familia. Entonces desde muy chica estando en el colegio, tenía presente que debía estudiar porque este tipo de situaciones no se podían seguir repitiendo”.
Por Inelda Rodríguez / Especial Periódico del Meta
Aunque nació en Bogotá, Natali Hasbleidy Parrado Agudelo se trasladó a Villavicencio a los 9 años con su hermana y sus padres, quienes comenzaron una nueva vida y se fueron enamorando del Llano.
Natali es ingeniera electrónica de profesión, con maestría en educación y tecnología en la universidad Distrital; actualmente es docente de tecnología, tiene un emprendimiento de accesorios hechos en arcilla polimérica y, por si fuera poco, es madre y esposa. Una mujer guerrera y dedicada por los suyos.
La arcilla polimérica es un tipo de plastilina con la que se puede moldear y esculpir fácilmente para crear una gran variedad de figuras.
Desde pequeña se interesó por el arte, tanto así que relató su interés por estudiar arquitectura: «siempre soñé con estudiar arquitectura, ese había sido mi sueño en el colegio, pero las cosas no son siempre como uno lo sueña, pues realmente la situación económica de mi casa era muy difícil. Y, entrar a la universidad en esa época era como una idea compleja para mi papá. Mi mamá nos decía que, independientemente de las dificultades, nosotras teníamos que estudiar».
Por la situación económica del hogar, Natali decide elegir una carrera que se ajustara al presupuesto de su familia en la Universidad de los Llanos, dejando de lado su pasión por el arte: «la Unillanos no ofrece una carrera relacionada con el arte o como en esa parte artística, sino otro tipo de carreras, entonces lo que hice fue empezar a descartar las opciones que tenía y me fui por el área de la ingeniería. Así llegué a ser ingeniera electrónica en el mes de abril del 2011».
Estudiar esta carrera y ejercerla, no fue nada fácil para ella, especialmente por el machismo que encontró entre los compañeros y aún más en los lugares de trabajo.
Su carrera la complementó estudiando bases de datos en la Universidad Nacional en horario nocturno mientras trabajaba como ingeniera investigadora en la ciudad de Bogotá. Luego, pasó a trabajar en ETB y allí quedó en embarazo; un motivo más para ser discriminada por los compañeros de trabajo.
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«Me dio durísimo el embarazo, en la parte de salud porque pasó a ser un embarazo de alto riesgo, en un mes bajé como 12 kg. Es decir, estaba por debajo de los 40 kg. Recibí comentarios de parte de los hombres del trabajo tipo: a ella quien la mandó embarazarse, aquí a todos nos toca por igual, etc», recuerda Natali.
Luego de este proceso, Natali decidió tomarse un tiempo para estar con su hija y sin pensarlo al año se dio cuenta que había estaba embarazada por segunda vez: «es difícil que una mujer pueda tener un balance en esos dos aspectos de trabajar y ser madre, entonces renuncié porque mi hija solo una vez en la vida va a estar pequeña y mi título nadie me lo va a quitar. En ese momento tuve prioridad de ser mamá, y decía que ya llegará el momento en que volveré a seguir mi vida profesional».
A pesar de las dificultades que enfrentó esta familia, con la llegada de las niñas, ellos mantuvieron la fe intacta, regresaron al Llano y fue entonces cuando un amigo le sugirió a Natali participar en el concurso para ser profesora, a lo que ella accede y para su sorpresa quedó seleccionada. Actualmente enseña en el colegio José Antonio Galán de Cumaral: «mi Dios es muy grande, cuando uno más lo necesita llega, hay que abrir el corazón para que Dios entre en el lugar».
Estando en este nuevo trabajo, un día vio un video que le hizo recordar ese amor por el arte. Así nació su emprendimiento ‘Love Design’ que ya lleva dos años: «estaba viendo una página y miré accesorios y dije: ¿por qué yo no pongo una tienda de venta de accesorios?, y a partir de ahí, busqué por internet lo que estaba en tendencia, me empezaron a aparecer videos de chicas que hacían aretes, pero no eran de Colombia. Así empezó a salir ese don artístico que por las circunstancias había olvidado que tenía. Yo puedo estar cansada, estar de mal genio, pero me siento a hacer accesorios y eso es como un reset para mí».
En su camino como profesional, emprendedora, madre y esposa, siempre ha contado con el apoyo de su pareja, «mi esposo al ver la dedicación y creatividad que le puse a mis primeros aretes quedó impresionado, y me dijo ‘nunca me imaginé que a usted le gustara tanto el arte’, a lo que le contesté con nostalgia, ‘yo tampoco me acordaba que me gustara tanto’. Hasta el momento él me sigue apoyando en esto que amo tanto hacer, crear estos diseños únicos para mis clientes».
Al mirar hacia el pasado, Natali se siente orgullosa por todo lo que ha construido, que no fue fácil, pero valió la pena. La vida la llevó por un rumbo diferente al que planeaba siendo arquitecta, ahora además de ser docente, en sus tiempos libres diseña accesorios de flores, leopardos, abejas, hojas y mucho más.
