domingo, 1 de junio de 2025
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Prensa, bajo asedio | Editorial


Prensa, bajo asedio | Editorial 1
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Redacción PDM

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En Colombia, la libertad de prensa enfrenta una crisis que ya no proviene únicamente de las balas y las amenazas de los grupos armados ilegales, sino de un enemigo más insidioso: el propio Estado. El gobierno de Gustavo Petro, lejos de ser una excepción, ha seguido una peligrosa tradición de gobiernos que buscan culpar a los medios de comunicación por sus fracasos, sus escándalos de corrupción o su desgaste político.

La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) ha encendido las alarmas esta semana al documentar más de 30 casos de trabajadores de RTVC —el sistema de medios públicos del Estado— que denuncian un ambiente de censura y presión editorial desde que Holman Morris fue designado director. Periodistas y empleados hablan de autocensura, de directrices que privilegian la línea oficial y de represalias contra quienes cuestionan el relato gubernamental. Esto no es solo una violación al derecho a la información, sino una burla al discurso de «democratización» que predica el gobierno.

Pero el problema no se limita a RTVC. En departamentos como el Meta, periodistas locales se quejan en silencio porque se les condiciona la pauta publicitaria oficial de entidades nacionales, a cambio de atacar a los opositores del gobierno nacional. Es decir, se está usando el erario para comprar silencios o convertir a medios regionales en altavoces de propaganda. Esta práctica, lejos de ser nueva, recuerda los peores tiempos del clientelismo político, donde la información era moneda de cambio. 

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Lo más grave es la estrategia de desprestigio sistemático contra medios críticos. En lugar de debatir con argumentos, el gobierno y sus seguidores optan por estigmatizar a periodistas y medios, tachándolos de «oligarcas», «desestabilizadores» o «enemigos del cambio». Este lenguaje, propio de regímenes autoritarios, busca deslegitimar el periodismo independiente.

La libertad de prensa no es un privilegio de los medios: es un derecho de la sociedad a estar informada. Un gobierno que se dice progresista no puede pretender callar las críticas bajo el pretexto de defender su proyecto. Si el presidente Petro quiere demostrar que su compromiso con la democracia es real, debe frenar estas prácticas y respetar el periodismo incómodo.

Colombia no necesita más discursos sobre transparencia; necesita hechos. La prensa libre es el termómetro de una democracia sana, y hoy ese termómetro está en peligro. El gobierno tiene la palabra, pero el país debe estar atento: cuando callan a los periodistas, peligra la democracia.


Redacción PDM

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