‘Si en la casa no ven leer a los padres, muy difícil que los hijos lo hagan’ – director editorial Entreletras
- Publicado en Oct 05, 2024
- Sección Entrevistas
Jaime Fernández Molano tiene más de cuatro décadas editando los libros de los escritores llaneros y otros nacionales.
Habla de las nuevas tecnologías y critica la calidad de los programas de lectura, que deberían ser estandarte para crear las nuevas generaciones de lectores en la región.
Por Jhon Moreno
Como casi todos los de su generación, Jaime Fernández Molano (J.F.) se enamoró de las letras desde niño, cuando su padre, un empleado de la Caja Agraria, lo ponía a leer los titulares de los periódicos, por lo que su primer acercamiento a la escritura, fue a través del periodismo.
Llegó a los tres años al Llano, aprendió a leer y escribir a los cuatro años y, a lo largo de su vida, ha publicado libros de su autoría abarcando poesía, narrativa y periodismo literario. Además, ha editado cerca de 300 obras a través de la Corporación Cultural Entreletras, que fundó hace más de cuatro décadas.
Conocido por su dedicación a la promoción de la cultura y la literatura en el Meta, por primera vez en su larga trayectoria como editor, desde el próximo martes se presentará en la Feria Internacional del Libro de Nueva York, y a la siguiente semana en la de Frankfurt.
En diálogo con Periódico del Meta (PDM) habla sobre sus orígenes, el trabajo con la principal editorial de la Orinoquia y el futuro de la lectura en una sociedad que lee cada vez menos.
PDM: ¿Cuánto tiempo duró usted en la reportería periodística?
J.F.: Casi 40 años dándole duro, desde 1978. Empecé siendo muy joven, tenía 18 años cuando empecé a ser columnista. Era columnista, del Diario del Meta y de la Revista Trocha. Luego también por la cuestión cultural empecé a ser colaborador de revistas nacionales. Ya en 1981 creo la Revista Entreletras que luego se convierte en editorial.
PDM: ¿Hay una línea en la que se pueda decir: aquí termina el periodismo y empieza la literatura?
J.F.: No. El periodismo empieza y termina con la literatura. Creo que es más bien como un empalme, porque se unen. Ya el escritor empieza a darle duro a sus textos, y el periodista por su oficio también. Juntos van de la mano con la lectura.
PDM: ¿Se sufre igual como periodista que como editor de libros?
J.F.: Es distinto, pero yo creo que sí, en ambos se sufre pero se aprende. En el periodismo aprendí porque yo era muy dado a esperar, duraba meses haciendo un texto y todo tranquilo, pero cuando
me vinculé muy temprano a El Espectador, era el afán de los cierres diarios, de escribir limitado por el espacio del impreso. Eso me ayudó a tener la disciplina de escribir; es muy necesaria esa angustia.
PDM: ¿Y como editor?
J.F.: Tanto de periodista como de editor se sufre con las publicaciones, hay cosas intensas como que se cierra un libro y el autor quiero cambiarle algo; pero en últimas, digo yo, doy gracias porque siempre he hecho lo que me gusta, así haya sido sencillo o difícil. Debe ser muy arduo querer ser periodista y terminar siendo empleado en otra cosa, soñando con grandes reportajes.
PDM: Pero usted soñaba ser periodista siendo vendedor de empanadas…
J.F.: Sí. Es el único oficio diferente al de las letras que he tenido. Era chistoso porque algunos colegas al saber que vendía empanadas me descalificaban. Mi mamá toda la vida tuvo un restaurante, tuvo el primer salón de onces en Villavicencio y en un lapso estuve yo al frente de ese negocio. Ganaba buen dinero, pero dije no, mi sueño es otra cosa y me fui a estudiar periodismo a la Universidad Externado de Colombia; quería ser sociólogo, pero por causas del amor me hicieron devolver y finalmente no me gradué en ninguna de esas carreras, pero seguí como periodista. Estaba estudiando ambas carreras, pero el amor se atravesó, me enamoré y me devolví a Villavicencio por una mujer.
PDM: No le han hecho falta los diplomas…
J.F.: Uno se gradúa en leer libros, en la disciplina de escribir y leer y leer siempre. Eso creo que es fundamental y eso no lo dan las universidades.
PDM: ¿Los celulares son enemigos de la lectura?
J.F.: No hay que tenerles miedo, ni a eso ni a la Inteligencia Artificial, porque todas son herramientas fundamentales cuando son bien empleadas. Lo que pasa es que cada vez vienen cargadas con más con veneno, es como con los dulces que les dan a los niños con droga para luego enviciarlos. En eso hay que tener mucho cuidado, porque incluso uno cae también, muchas horas metido en eso, pero si usted las usa para leer, para edificarse, es una maravilla.
PDM: ¿Esas tecnologías reemplazarán a los libros?
J.F.: Terminó siendo un mito cuando decían que se acabarían los libros en papel. Hoy se están publicando anualmente 2.2 millones de títulos y más de 5.000 millones de ejemplares en el mundo. Son cifras de la ONU. Lo que pasa es que debemos poderle dar a los niños como alternativa la lectura, usted sabe que la formación hasta los 7 años es fundamental. Si a un niño le ponen el celular para que se esté quieto o coma callado, lo están envenenando.
PDM: Pero sí es cierto que estamos en una sociedad que lee menos…
J.F.: Si en la casa no ven leer a los padres, será muy difícil que los hijos y jóvenes lo hagan. En muchas escuelas y colegios se encuentra uno con algunos profesores que tampoco leen y no hay pasión por la lectura. En ambos casos, en el hogar y en la escuela, el ejemplo es la mejor educación.
PDM: ¿Y los programas de promoción de lectura?
J.F.: Hay grandes recursos para estos programas, pero, qué pena decirlo, en su mayoría los promotores de lectura muchas veces ni saben leer y puedo decirlo claramente, no son casos excepcionales. La promoción de lectura es para pagar favores pero es de muy baja calidad. Hay personas con una gran capacidad lectora, pero no los contratan porque no tienen respaldo político.
PDM: ¿Por qué es importante leer?
J.F.: Dijo alguna vez Gabriel García: “yo no conozco ninguna otra manera de llegar al conocimiento que no sea a través de la lectura”. Leer es la esencia de todo. Es mucho más importante de lo que piensa la gente, es casi como el oxígeno y no lo hablo desde el apasionamiento ni como romanticismo, lo hablo desde la realidad.
PDM: ¿Cuánto años tiene Entreletras?
J.F.: Ya son más de 43 años, porque nació el 4 de abril 1981. Creo que nacimos con pie derecho porque imagínese que descubrimos, que ha ganado premios internacionales con una carrera fulgurante. Se trata de Evelio Rosero Diago, uno de los mejores escritores de esta generación.
PDM: ¿Cómo lo descubre?
J.F.: Me lo presentan y de una Evelio me dice que tiene una novela; él era un escritor desconocido, y me muestra una novela que tenía y ¡uy!, me enamoré. En una noche la leí; era una novela breve, se llamaba ‘Mateo en la puerta’, pero finalizó llamándose ‘Mateo solo’. Él era de Nariño pero vivía en Bogotá. Entonces se supone que nada que ver con el Llano, pero es que esa era la filosofía, romper con eso. Decido yo que vamos a iniciar el Fondo Editorial Entreletras con esa obra y eso fue duro porque la gente misma rechazaba la idea de apoyar a un pastuso. Obviamente fue el éxito literario, con más de 50 críticos de Latinoamérica diciendo que era una maravilla. Ya luego Evelio se fue para París con Carmen Balcells, que era la diosa de los agentes literarios, que trabajó con Vargas Llosa, García Márquez y los grandes del mundo. Me da orgullo decir que fui el primer agente literal.
PDM: Este año Entreletras va a Frankfurt y Nueva York…
J.F.: La gente me dice que estoy recibiendo los frutos, yo digo que estoy es en una nueva siembra editorial. Estoy sembrando de nuevo para el futuro. Resulta que viene un momento muy bonito. En el país somos más de 140 editores independientes, y a través de convocatorias nos hemos ganado ese derecho. En la Feria Internacional del Libro de Frankfurt tenemos estand con seis títulos. Vale señalar es la más importante del mundo, es donde se hace el 80% de los grandes negocios editoriales y de derechos de autor.
PDM: ¿Cuáles títulos lleva a Frankfurt?
J.F.: Che, la misma lluvia y Calles de hielos (Nayib Camcho); Singularidad desnuda y Al vaivén del chinchorro (Diana Carol Forero); El hombre que se mece (Jaime Fernández Molano) y Arcoíris (Juan David Botero Ospina).
PDM: ¿Y a la Feria del Libro de Nueva York?
J.F.: A esta convocatoria participamos más de medio centenar y yo lo hice casi que obligado. Hicimos una propuesta y mandé la hoja de vida mía. ¡Oh!, sorpresa cuando nos ganamos uno de los dos premios. Vamos como Entreletras va como una de las más prolíficas, tal vez la más antigua, pequeña del país.
PDM: ¿Qué viene para Entreletras?
J.F.: Vienen muchos retos, por ejemplo, innovar en las ediciones e incluir códigos QR. Mucha tecnología con los e-books, también seguir publicando mucho a los jóvenes, la nueva literatura, etcétera.
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