lunes, 23 de junio de 2025
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“Si lo mataron, por algo sería” | Editorial


“Si lo mataron, por algo sería” | Editorial 1
Foto: Santiago Herrera
Redacción PDM

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La selectividad en la indignación y el silencio ante la violencia actual en Colombia evidencian una preocupante deshumanización de ciertos sectores de la población, alimentada por la polarización política, lo que impide la construcción de una paz y una justicia integrales.

La memoria y la indignación se han vuelto selectivas y la instrumentalización del dolor se hace con descaro y sin respeto. En el pasado, el conteo de muertos y las denuncias de masacres cumplieron un papel importante en visibilizar la barbarie y exigir justicia, como debe ser.  Sin embargo, la falta de un reconocimiento y una condena igualmente vehementes de la violencia actual sugiere que la memoria y el dolor se instrumentalizan políticamente. Parece que solo ciertas víctimas son dignas de atención y duelo público, mientras que otras son silenciadas o minimizadas según su filiación o el perpetrador del crimen.

Pese al cambio de gobierno nacional, quien basó parte de su campaña en frenar los asesinatos contra líderes sociales y defensores de derechos humanos, estos han continuado, sumándose ahora los ataques contra la Fuerza Pública y poblaciones enteras como en el Catatumbo, Cauca y Chocó. El silencio ante estas tragedias perpetúa la impunidad y envía un mensaje peligroso: que ciertas vidas valen menos y que los perpetradores pueden actuar sin temor a la justicia.

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La profunda división política creó trincheras ideológicas, construidas desde las redes sociales, donde la empatía no existe. Los asesinatos o delitos cometidos contra personas del «otro lado» a menudo son minimizados, justificados o incluso celebrados por algunos sectores, lo que revela una alarmante falta de reconocimiento de la humanidad compartida. El impacto corrosivo que esto causará en la sociedad es inimaginable.

El asesinato de un líder social que lucha por su comunidad es tan condenable como el ataque contra un miembro de la Fuerza Pública que vela por la seguridad del país. El silencio ante cualquiera de estas formas de violencia erosiona los cimientos de una sociedad.

Aquello de justificar que “si lo mataron, por algo sería”, debe terminar como frase tradicional. Para avanzar hacia una paz duradera, con justicia y reparación integral, es imperativo reconocer el valor de cada vida humana. El silencio ante el asesinato de líderes sociales y los ataques contra la Fuerza Pública es inaceptable y perpetúa un ciclo de violencia e impunidad que debemos romper urgentemente. 


Redacción PDM


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