Personajes del año 2022

En medio del aumento dramático de la tala de árboles en el departamento Meta, que lo pone como el segundo en el país con este delito; el anuncio del presidente, Gustavo Petro de no combatir los cultivos de coca y una ganadería extensiva que crece en baldíos, la deforestación fue una de las noticias tristes del 2022 en el departamento.

Por: Valentina Mejía / Catalina Gallego

Pese a este panorama desalentador, existen esfuerzos individuales para contrarrestar un fenómeno que puede alterar el curso de la humanidad. Son personas o héroes anónimos que sin ningún interés más que el de conservar el medio ambiente, luchan día a día por un ecosistema sano.

Por eso, para Periódico del Meta el personaje del año está representado en Ana Mildred Mejía y Martha Morales, ya que simbolizan esos esfuerzos anónimos de cientos de personas que, sin esperar nada en contraprestación, y solo por vocación, luchan por la conservación del ambiente en los Llanos Orientales.

Una matemática ‘embrujada por el Llano’

Martha Morales, matemática pura de la Universidad Nacional de Colombia y experta en sistemas informáticos, ahora se dedica a realizar procesos de conservación y cuidado del medio ambiente en la Altillanura.

La Reseda, como lo bautizó Martha, es el predio que adquirió en el año 1995 en la vereda La Ema del municipio de Puerto López, y que ahora es reconocido como la primera OMEC (Otras Medidas Efectivas de Conservación Basadas en Áreas) de la Orinoquia y la tercera en Colombia.

“Luego de 17 años de utilizar prácticas ambientalmente sostenibles en el proceso productivo de ganadería, la Reseda cumplió con todos los requisitos y por ello fue reconocida como tal”, explica.

Agrega que este es un reconocimiento a todos los esfuerzos de conservación desde la sociedad civil que, de manera voluntaria, ha realizado durante muchos años en una tierra que, según ella, ‘la embrujó’.

“Aunque nací en El Líbano (Tolima), llegué a Villavicencio desde muy pequeña y luego me casé con un llanero. Quedé tan enamorada de esta región, de sus paisajes y la naturaleza, que ahí fue cuando tomamos la decisión de adquirir La Reseda para venirme a vivir aquí cuando me jubilara y así fue”, contó a Periódico del Meta.

Respecto a las prácticas de conservación, la matemática señaló que hace parte de la iniciativa de conectividad conocida como el Triángulo del Puma, que surgió luego de ver cómo en la Altillanura se empezaba a perder el hábitat de algunas especies por la llegada de procesos productivos y los cultivos de caña para biocombustibles.

En ese momento, Martha entendió la importancia de los registros e inventarios biológicos y de unirse con otros para aunar esfuerzos, que comenzó a conversar con las reservas naturales Yurumí y El Amparo; luego, las tres juntas gestaron la iniciativa el Triángulo del Puma.

“Esta es una iniciativa que busca fortalecer el corredor biológico que existe entre nuestras tres reservas naturales, para permitir la movilidad amplia de la fauna y la conservación y restauración de la flora de la región”, explica Martha.

Luego de que este polígono de 17.000 hectáreas fuera declarado área de interés ambiental, las tres reservas han empezado a desarrollar iniciativas de conservación e investigaciones en una zona cuya biodiversidad ha sido poco estudiada en el país.

“Cuando uno está tan convencido de trabajar por algo, uno se compromete a que no solamente lo que está haciendo en temas de conservación sea para uno sino para los demás también”, puntualizó.

Resembrar lo que tumbó, un propósito de Ana Mildred

¿Ustedes se imaginan si todos los que talaran tuvieran el propósito de resembrara lo derrumbado?

Oriunda de Fuentedeoro y llegada a San Juan de Arama hace más de 30 años, Ana Mildred Mejía es una de las personas que trabaja anónimamente por la conservación del medio ambiente, a través de proyectos que son conformados por su familia y por otros campesinos de la región.

Desde muy niña estuvo interesada por la ecología, se encantaba por las flores, árboles, animales y todo lo que estuviera relacionado con la naturaleza. Sin embargo, por el conflicto armado que se vivió en el país durante muchos años y entre miedos y amenazas, tuvo que realizar prácticas como la tala y la quema de árboles, de las cuales se arrepiente.

En algún momento, junto con su familia, confiaron en que las condiciones podrían mejorar. Desde hace diez años trabajan en la conservación de los ecosistemas; siembran árboles alrededor de los caños, cuidan las fuentes hídricas, recolectan semillas y producen abonos orgánicos para mantenerlas y realizan buenas prácticas de producción.

Además de remediar el daño que alguna vez causó a la naturaleza, otras de las razones que la motivan a trabajar por este objetivo es cuidar el agua y el oxígeno para que las futuras generaciones cuenten con estos recursos que le brindará años de vida, y por supuesto, permitir que el paisaje en el que habitan no se pierda ni se deteriore.

Ana trabaja hace cuatro años en un proyecto que se denomina ‘Paisajes lecheros resilientes’, este tiene como objetivo proteger las vertientes del Río Güejar en San Juan de Arama. Este proyecto está integrado por productores de leche que buscan generar empresa y lograr la comercialización de sus derivados.

La docente escolar y especialista en Gestión Ambiental está comprometida con el cuidado y la preservación del medio ambiente. Ana Mildred ha sembrado más de 16 mil árboles y planea sembrar más. Actualmente, trabaja por dar inicio a el ‘Mirador del Indio Acostado’, en el que habrá actividades de voluntariado en siembra de árboles nativos, con el fin de generar conciencia ambiental.

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