miércoles, 11 de septiembre de 2024
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Alejandro, transformando el dolor en poder


Alejandro, transformando el dolor en poder 1
RP
Redacción PDM

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Un accidente de tránsito hace diez años dejó como resultado más de 30 cirugías y la amputación de su pierna derecha apenas hace cinco meses.

“Me atrevo a hacer todo cuanto es propio de un hombre” – William Shakespeare.

Por Luissa Fernanda Pérez

Nació en Bogotá, se crió en Cali, ama profundamente a su hija, es estudiante de Comunicación Social – Periodismo y pertenece a la Liga de Natación del Meta.

Así podría empezar la historia de Alejandro Samudio, un joven de 30 años que, sin embargo, tiene muchísimo más para contar e inspirar.

Luego de un accidente de tránsito, hace 10 años, y más de 30 cirugías en su pierna izquierda, decidió seguir las recomendaciones médicas y amputarla, para luego demostrarse a sí mismo que las adversidades solo están en nuestra mente.

“Llegué hace más de seis años a Villavicencio, por amor a mi hija. Cuando uno es papá, es responsable y está lejos, es más complejo. Ella, al ser una bebé, no tenía por qué soportar eso”, contó a Periódico del Meta.

Anteriormente, Samudio se dedicaba a lo que cualquier persona hacía, era emprendedor y tenía su propia barbería. Sin embargo, una decisión cambió radicalmente su vida y la perspectiva que tiene sobre las personas que padecen alguna discapacidad.

“En el 2013 tuve un accidente de tránsito y ahí cambió todo. A pesar de que tenía mi pierna, estaba muy grave y los diagnósticos no eran nada alentadores. Llegaron a decirme que solo tenía tres días de vida. Afortunadamente, fui mejorando pero me dijeron que perdería la pierna. Luego de un traslado y muchas cirugías, se logró salvar la pierna”, narró el deportista.

De ahí en adelante, una infección en el hueso, que por diez años se mantuvo a punta de tratamientos y cirugías, deterioraba más su extremidad. Los dolores eran crónicos y la poca gestión desde la EPS hizo que la infección avanzara a gran escala.

“El año pasado tenían que operarme nuevamente, llevaba un año con infección en el hueso por negligencia de la EPS. La bacteria se podría seguir tratando, pero tenía que seguir dependiendo de los médicos toda la vida”, explicó Samudio.

Por mucho tiempo ingirió medicamentos fuertes, lo que cambió su físico y lo hizo aislarse para centrarse más en él y trabajar la idea de que perdería su pierna.

“Yo ya sabía que iba a tomar la decisión, los últimos años me dediqué a entrenar en el gimnasio para prepararme muscularmente. Volvió el dolor y le dije al doctor ‘quíteme la pierna’, eso era lo que iba a erradicar el dolor”. La penosa decisión fue apenas en noviembre del año pasado y en estos cinco meses su vida de nuevo giró.

El joven entró en un trabajo personal para asimilar que, después de tantos años, estaría sin una extremidad. El dolor de la amputación es un dolor intolerable, lo que lo lleva a buscar actividades que le ayuden a tener control mental de esas sensaciones, y ahí llega la natación a su vida.

“En ese proceso me di cuenta de que perdí el control sobre mi mente. Para retomarlo, empecé a hacer cosas que no me gustaban: empezar a nadar porque yo detestaba las piscinas, no me gustaba el mar”, asegura.

Llegó a la Liga de Natación con la idea de hacer terapia. Con el tiempo se fue dando cuenta de que era preparación de personas que se dedicaban al deporte. “Me di cuenta sobre la marcha, fue una inyección suavecita, cuando ya me veo nadando 4.000 metros”.

Para todo este proceso, tener la mente ocupada y ver el potencial que los entrenadores tenían en él lo motivaron a participar en las competencias nacionales. En ese momento, el joven llevaba tres meses nadando y cinco de amputado.

“Competir contra ellos me hizo entender que puedo estar a su nivel. Son personas que admiro porque llevan años dedicados al deporte. No gané medallas, pero sí una satisfactoria experiencia”.

Agregó que hay formas del mundo que tienen que cambiar y que la única forma de que eso pase es pasar por momentos que él llama: desiertos, eso permite ver hasta dónde somos capaces de llegar.

“Al comienzo yo me quejaba, hasta que un día vi una persona que estaba nadando derecho, tenía un estilo impecable. Cuando llegaba al borde lo tocaban con una pelota. Así hizo 400 metros seguidos. La persona era ciega. Ahí me pregunté: ‘¿qué excusa puedo sacar yo?’”.

De ahí en adelante no paró de exigirse. Le está apuntando a nadar en aguas abiertas y su hija ha sido quien más lo ha motivado a que no lo vea como un papá que está vencido.

Samudio sigue estudiando, entrenando y aprendiendo a adaptarse a esta realidad que le cambió la perspectiva en menos de un año, pero que ha servido como inspiración para que otras personas no se rindan.


RP
Redacción PDM

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