‘Cosechan nubes’ para tener agua
- Publicado en Sep 03, 2021
- Sección Villavicencio
Cerca de 800 toneladas de agua al año se pueden cosechar a través de este sistema de atrapa nubes y que está ubicado en la microcuenca de Caño Blanco en Villavicencio.
Por Mónica Oviedo /Especial Periódico del Meta
A través de un sistema de redes que les permiten atrapar nubes, la Universidad de los Llanos busca generar agua para la microcuenca de caño Blanco, donde actualmente se construye la bocatoma alterna del acueducto de Villavicencio.
Un grupo de estudiantes y docentes de Unillanos se dio a la tarea de instalar 12 mallas, en la parte alta de la microcuenca de Caño Blanco, con las que está atrapando estratocúmulos, nubes cargadas de agua que se mueven a una altura inferior a dos kilómetros, para generar el líquido en este sector de Villavicencio.
El proyecto que inició en el 2018 con la instalación de tres mallas de prueba de captación de las nubes en la vereda El Carmen (cada una de un metro), les permitió determinar que a través cada metro cuadrado de la red, se pueden cosechar aproximadamente tres metros cúbicos de agua al año.
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Miguel Venegas, docente de Unillanos y líder del proyecto, explicó que “el sistema que consta de 12 ‘atrapa nieblas’ de 11.5 metros de largo por 2 metros de ancho es decir 23 metros cuadrados por malla, 276 m cuadrados en total de las 12 mallas, lo que significa que al año se recolectarían aproximadamente 800 toneladas de agua”.
Este sencillo sistema consta de una polisombra y tubos de aluminio y PVC, de las medidas especificadas del proyecto, puede llegar a tener un costo aproximado, cada una, de un millón de pesos, pero se convierte en una buena opción para generar agua en zonas de bajas precipitaciones como se ha desarrollado en Bolivia y otros países.
“El funcionamiento es muy sencillo, pues al entrar la niebla al bosque esta se condensa y la red lo que hace es atraparla y formar gotas de agua, la cual es recogida en canales de PVC, para realizar la medición de la cantidad de agua recolectada”, explicó Juan Carlos Vega, estudiante de Licenciatura en Producción Agropecuaria.
Esa agua que captan y están midiendo va para la montaña, con la esperanza de que esta no se profundice debido a las obras de construcción de los túneles de la vía Bogotá – Villavicencio, pues están utilizando la montaña como un tanque de almacenamiento del líquido para la época de verano.
La cosecha de las nubes también va acompañada de un proceso educativo con habitantes del barrio Villa Codem, quienes han recibido capacitaciones sobre ciclos hídricos, reforestación y reciclaje entre otros, con el fin de concienciarlos sobre la importancia de la protección de este recurso y a quienes esperan llevar a conocer la iniciativa en los próximos días.
Por último, este grupo de entusiastas, resaltó que buscan mejorar las condiciones de la microcuenca de Caño Blanco, de donde captan agua algunos acueductos comunitarios de la capital del Meta, y la cual durante muchos años sufrió los embates de los sistemas de producción ganadera que hoy le dieron paso al turismo en la zona.
Perú y Marruecos, casos exitosos
Durante miles de años, en áreas donde el agua escasea, las poblaciones locales han empleado técnicas para recolectar y distribuir el agua a partir de gotas de rocío o vaho.
Los primeros en explotarla fueron los pueblos de América Latina, especialmente en Chile, en donde las zonas desérticas estrechas entre el Océano Pacífico y los Andes siempre han sufrido de sequías. Probablemente empezó en los bosques y con el tiempo se desarrollaron diversos sistemas para la recolección.
Actualmente se utilizan sobretodo en zonas áridas y costeras, y la técnica más común emplea las mallas plásticas.
El agua atrapada por las mallas se considera lo suficientemente pura para beber, sin embargo en algunas comunidades de Suramérica se utiliza por lo general para regar los campos o cultivos. De esta forma se han convertido zonas desiertas en áreas vitales para la agricultura y el comercio.
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De hecho el sistema de las mallas atrapaniebla ha tenido mucho éxito en instalaciones en Chile y Perú a unos 600 metros de altura.
Uno de los casos emblemáticos en el mundo sucedió en Marruecos en el 2015, cuando el 29 de marzo de ese año, Día Internacional del Agua, por primera vez en la historia se abrió un grifo en la región marroquí de Aït Maämrane, usando esta técnica.
En ese proyecto de ‘atrapanubes’ para aprovisionar de agua potable a las comunidades rurales del entorno del monte Boutmezguida, es especial porque en esa área viven unas 1.550 personas y unos 5.000 animales, donde antes, para recoger agua era preciso recorrer más de cuatro kilómetros y luego regresar con agua de muy mala calidad, y comentó que quienes realizan esa tarea son las mujeres y los menores de edad.
El agua se obtiene de las nubes que los vientos alisios llevan hasta el monte Boutmezgida, que está a unos 1.225 metros sobre el nivel del mar y a unos treinta kilómetros de la costa Atlántica, y se traslada por siete kilómetros de canalización hasta las poblaciones rurales.
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