lunes, 23 de junio de 2025
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Dios nos la dio, Dios nos la quitó


Dios nos la dio, Dios nos la quitó 1
La noche del 3 de octubre falleció Claudia Rujeles Flórez.
RP
Redacción PDM

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El hijo de la activista social y exprimera dama del departamento, Claudia Rujeles Flórez (q.e.p.d.), escribe una semblanza de la líder, esposa y madre, fallecida el pasado 3 de octubre.

Por Alan Felipe Jara Rujeles / Especial Periódico del Meta

En la Palabra de Dios dice que el amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni presumido ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Si todos recapitulamos cada segundo vivido con ella, fácilmente nos daremos cuenta de que la esencia de mi mamá era el amor. Siempre hizo las cosas por amor. El amor fue su fuerza.

Por amor tuvo paciencia y en bondad esperó al amor de su vida por 7 años y 7 meses y, no solo espero. Por amor todo lo soportó y llena de valentía se enfrentó y luchó contra todo aquel que torpemente se atrevió a atravesarse entre ella y el amor de su vida, entre ella y reunificar su hogar. Nunca importó si el que estaba en el medio era el presidente de turno o las Farc. Nada ni nadie la detuvo hasta que logró su objetivo de volvernos a abrazar los tres. Nunca supo lo que era sentir envidia y detestaba presumir. Nunca fue egoísta y en su corazón solo guardó alegrías. Tanto así que disculpaba a amigos que cometieron errores y los perdonaba muchas veces sin que ellos hubieran pedido perdón ni reconocieran sus errores. “Alanfe, déjalos. Ellos no saben lo que hacen”, me decía con su carita llena de compasión.

Fue generosa. Sí que fue generosa con muchos y siempre quiso lo mejor para todos. Regalaba consejos y sabiduría con la cual buscaba llevar a las personas a ser mejores, a que soñaran con más. Daba afecto y consuelo al que lo necesitaba.

Si uno escucha la historia de Claudia Cecilia Rujeles Florez, es inevitable pensar en las cualidades de una mujer llena de un amor ideal, de un amor como el que se describe en La Biblia. Y si uno tuvo la fortuna de vivir la historia de Alan y Claudia, entiende lo que es el amor verdadero. Una verdadera bendición de Dios, tanto para ellos dos como para mí, que tuve la bendición de ser el fruto de ese amor. De un amor incondicional, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad.Y no solo fue amor por mi papá y por mí. Ella fue como una madre para su hermano y hermanas, sobrino y sobrinas. Como una abuela para los hijos de sus sobrinas. Ella fue como una hermana y madre para sus amigas y amigos.

Si uno piensa en Claudia Rujeles, lo primero que llega a la cabeza es amor. Recuerdo una descripción muy precisa que me hizo María Angélica Rangel: maternal, Claudia era muy maternal.

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Pero ella no solo era maternal conmigo y mi familia, era maternal con muchas personas, con sus amigas y amigos, con sus hermanas de vida. Sin importar de qué barrio o municipio eran. Siempre se preocupaba por aquel que ella sentía afecto, por aquel al que le podía brindar ayuda y guardó un cariño especial por aquellos solidarios periodistas.

Debo confesar que yo la celaba en forma de broma y le decía que no se le olvidara que el único hijo era yo. Pero en estos últimos dos meses, he encontrado fuerza, alegría y orgullo escuchando tantas historias por las que comprendí que mi mamá no fue solo mía, de mi papá y de mi familia, fue de todas esas personas a las que les cambió la vida. Por cierto, quisiera recibir mensajes con las historias que tuvieran con ella.

Mi mamita vino a este mundo a darle su inmenso corazón a muchos. Les cambió la vida a muchos. Ya fuera con mis amigos diciéndoles que tenían que estudiar para que lograran grandes cosas en la vida, muchos de los cuales ella estaría muy orgullosa de verlos en donde están hoy, uno de ellos por sus propios méritos viceministro de Estado. O estando de casamentera de sus hermanas y amigas. O ayudando a la gente a ubicarse laboralmente. O siendo la inteligencia y coautora con mi papá en sus más grandes programas sociales, como fue que el Meta fuera el primer departamento del país con gratuidad en la educación pública en 1998, mucho antes de que cualquier otro departamento lo hiciera. O ayudando a resolver los incontables problemas de salud que le contaban sus amigos. De programas como ‘Gotas de tinta’, ‘Territorios de paz’ o los comedores ‘Niños construyendo sueños en el 2012’. O con algo tan sencillo como donar a la Sopa Juan XXIII con la hermana Clementina. Ella solo tuvo un hijo pero fue mamá y hermana de muchos.
Nuestro hogar Jara Rujeles, del cual tengo la bendición de ser parte, es un hogar que siempre ha girado en torno a ella. Siempre le dije que ella y mi papá son la mayor bendición que mi Dios me ha dado. Y bien lo dijo Rafaela (Cortés), ahora se siente un vacío enorme en todas partes. Desde la mañana en su puesto en el comedor, hasta en cada suspiro que mi papá y mi familia damos. Sobre todo cuando mi mayor sueño era verla convertirse en abuela, al igual que ella lo hizo con mi Ceci. Verla jugar con los que algún día sean mis hijos o hijas así como tuve la fortuna de verla muñequiar con Santi, Mariapau, Sofi, Dulce, Benji, Maxi, Jacobito, Rafa, Celeste e Isa.

Mamá: Te prometo que no me casaré con ninguna bruja y algún día seguiré el ejemplo tuyo y de mi papá y formaré un hogar como el que tú nos diste, con los mismos valores, lealtad y lleno de amor incondicional. También te prometo que siempre seré lo que tú querías para mí y es ser un hombre bueno y feliz.

En algún momento de mi vida leí que la Reina Isabel de Inglaterra dijo que el duelo es el precio que pagamos por amar. Lo cual me lleva a pensar que la culminación del amor es el duelo, el dolor y, sin embargo, nosotros los humanos amamos a pesar de lo inevitable. De hecho, algunos consciente o inconscientemente abrimos el corazón a ello. Mamita, si mi papá y yo pudiéramos regresar el tiempo, teniendo claro que nuestro duelo va a ser proporcional al amor que te tenemos, es decir de nunca acabar, sin dudarlo un segundo pagaríamos ese precio con este dolor tan intenso de sentir tu ausencia, de vivir un dolor que no da tregua, con tal de poder disfrutar la bendición de Dios que es haber podido amarte a diario e infinitamente con todas nuestras fuerzas.


RP
Redacción PDM


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