jueves, 9 de mayo de 2024
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El bebé que le quitó una mujer a la guerra


El bebé que le quitó una mujer a la guerra 1
La excombatiente ha podido salir adelante luego de una vida en medio del conflicto.
RP
Redacción PDM

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Una excombatiente decidió hacerle caso a la paz luego de saber que iba a ser madre y que su hijo no debía crecer sufriendo su misma incertidumbre. 

Meliza Céspedes / Especial Periódico 

Milena* fue una niña cautivada por las historias de la revolucionaria Manuela Beltrán y la heroína Policarpa Salavarrieta, mujeres que hicieron historia en Colombia. Aquella niña también quería dejar una huella en las nuevas generaciones: “así como las niñas sueñan con ser doctora, cantante o modelo, yo soñaba con ser una heroína en este país”, expresa.

Su madre fue la cabeza de su hogar y duraba largas jornadas trabajando en el campo, sin embargo, para Milena, no fue una excusa para irse a la guerrilla, fue una decisión que tomó a sus 11 años y, según ella, por cuenta propia. 

Dice que a pesar de todo, su paso por el grupo armado dejó experiencias como aprender a valorar cosas sencillas, el tiempo y la naturaleza; dormir en hojas que fueron su cama por muchos años, crearon en ella una nueva perspectiva de ver la vida.

 “Yo no me voy a victimizar, en el tiempo que pasé en la guerrilla, tuve momentos difíciles como todos, pero tenía un objetivo y sentía que amaba lo que hacía”. 

Milena asegura que no percibió la violencia de género, ya que las labores que desarrollaban dentro de la organización eran en igualdad de condiciones para mujeres y hombres, ellas debían ser respetadas: “yo no me sentí discriminada por ser mujer, como aquí en la vida civil que el hombre pisotea a la mujer por ser mujer, allá no, todo era parejo. Había mujeres que se quejaban bastante y las no se quejaban éramos conocidas por ser unas berracas”. 

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Por fortuna, unas de las anécdotas dentro de las Farc, es más graciosa, que dolorosa: cuando preparando sus vestimentas pidió una talla 37 de botas, cuando en realidad ella calzaba 34. Todo, con la intención de dar una imagen más grande y madura a sus compañeros: “en mi primera marcha, ¡eso fue de locos!, cuando entrabamos a esos caminos pantanosos, se me quedaban las botas pegadas en el barro y yo salía andando en medias, fue terrible, cuando llegamos a acampar todos se me burlaban, entonces, no quedé como grande, sino como un payaso. Pero los muchachos eran muy formales conmigo”. 

Entre sus compañeros la llamaban ‘Piquiña’ porque tenía una personalidad extrovertida y en medio de la selva se reían de cada situación que les pasaba, ella fue muy feliz durante esos años. 

Su proceso de reincorporación a la vida civil 

Para los inicios del proceso de paz, con la entrega de armas y la desmovilización de los guerrilleros, en el 2016, Milena incrédula a estos actos, decidió no ser parte y continuar con su vida en las Farc. Pero, en el 2019 llegó a su vida, según ella, un designio de Dios: su hijo.

Al verlo, me aterrizó, me cambió la vida, Dios puso a mi hijo en el momento exacto, para que yo reaccionara, yo no quiero que mi hijo repita mi historia, quiero que tenga la oportunidad de progresar y hacer cambios de una manera diferente”, sostuvo.

Su hijo fue un polo a tierra y su fe en Dios la ha encaminado a tener otras ambiciones en la vida, sin abandonar sus ideales. 

Ser excombatiente en una sociedad desigual, genera controversias entre las personas que  defienden su pensamiento, para Milena fue todo un reto iniciar de ceros, incorporarse a una comunidad desconocida, sin experiencia en ningún campo laboral, más allá de los trabajos en la selva. 

La estigmatización, también ha sido un punto de quiebre en esta historia, pues, en palabras de Milena, “tengo familia que no me quiere por lo que fui, entonces se dedican a juzgar y no es fácil, nos estigmatizan muchísimo. No quieren que empuñemos un arma, pero tampoco nos dan una oportunidad, las personas no entienden que nos están ayudando a salir de una vida en la que de una forma o otra estábamos haciendo daño. Yo no siento que me lo ha dado todo, yo he tenido que trabajar también”.  

Milena creó una empresa de fabricación de alimentos y un restaurante, con el objetivo de ver crecer a su hijo. Ya que, en el momento en que se incorporó a la vida civil, durante su primer empleo se dio cuenta que para ella no era correcto estar 8 horas trabajando,  lucrando al dueño de la empresa y pensar en dejar a su hijo a cargo de otra persona, “me parece tan triste, uno matarse y desgastarse por un salario mínimo y abandonar lo que para uno tiene valor, en este caso, mi hijo” expresa.   

‘El Buen sabor’

Milena ha dirigido su empresa sin dejar a un lado sus ideales, el gusto por la cocina es negado, pero encuentra voluntad y fortaleza en su hijo, “lo más lindo que me ha regalado la vida es ver crecer a mi hijo, le agradezco profundamente a Dios, la oportunidad que me da, de meterme a la cocina para poder ver a mi hijo crecer”. 

Ese mismo anhelo lo busca en las personas que la acompañan en su trabajo, con una perspectiva de que si todos ponen empeño en el negocio asimismo son las ganancias, no se trabaja por un sueldo sino por una mejor calidad de vida. De esta forma, Alias Milena quiere generar una igualdad de condiciones laborales. Además, las personas que ella emplea son excombatientes con discapacidad. Finalmente, sus sueños a futuro son estudiar y seguir generando cambios en su entorno, apoyando a su comunidad. 

*Nombre cambiado

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