miércoles, 24 de abril de 2024
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El cuento desconocido de ‘Liberado’


El cuento desconocido de ‘Liberado’ 1
RP
Redacción PDM

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Juan Francisco Suescún probó varias carreras como profesión y eligió al final estudiar mercadeo en la Unillanos. Es uno de los cuenteros más reconocidos que tiene Villavicencio y cofundador de ‘El Butaco’, cuenta la historia de timidez y bullying que afrontó de niño.

Contar cuentos no es su hobby, es su pasión. Ir por las calles de la ciudad imaginando, recreando, escuchando, animando, riendo, materializando sueños e ideas, es parte de sí mismo, de su vida. Y es que para Juan Francisco Suescún o ‘Liberado’, como lo conocen en las calles de la cuentería,  no existe el mundo sin cuentos. Pero no los que le cuentan, sino los que ha vivido a lo largo de los años, entre la alegría y la tristeza, la distancia de su hogar y la constancia de alcanzar sus ideales.

Suescún es un llanero que, aunque nació en Villavicencio pasó gran parte de su infancia en San José del Guaviare. Creció entre historias, un poco de tierra, de pueblo, de sabana, un sol veranero y unas noches forradas de estrellas.

“Mi padre se fue a trabajar a San José del Guaviare, pero mi mamá trabajaba acá en Villavicencio. La situación era difícil, sin embargo, mi madre tenía el sueño de formar una familia y dejó todo, absolutamente todo por mi papá. Ella quería que yo creciera con un padre”, recuerda.

“En ese momento San José era una zona muy azotada por la violencia y aún así nos fuimos a vivir allá, era donde había trabajo. Y, me crie en ese lugar, bajo todas las costumbres de un niño de pueblo. Andaba descalzo por las calles.  Mi mamá me regañaba todo el tiempo y era feliz jugando los juegos de la cuadra”, añade.  

Aunque todo era un sueño, Juan Francisco tuvo días muy grises en San José. En ese hermoso y paradisiaco lugar, como lo describe él, fue víctima de bullying, lo cual lo marcó bastante.

“Era un niño muy reprimido, callado e inexpresivo. Todo eso me hizo ensimismar mucho, meterme en mi mundo”, afirma Juan Francisco.   

Como muchos otros niños, el joven pensó que era mejor no compartir con sus padres el acoso del que fue víctima. “Mi padre es ingeniero agrónomo y se la pasaba mucho en el campo.  Mi madre es secretaria y se la pasaba la mayoría de su tiempo en una oficina y pues yo lo menos que quería era incomodarlos con mis problemas, ellos ya tenían los suyos”, recuerda.

Los tiempos tristes se fueron cuando en búsqueda de alternativas que le permitieran superar ese episodio de acoso, llegó a la radio. Con tan solo 10 años, se integró al programa Jarabu Macano, que era liderado en su mayoría por jóvenes y niños de su edad.  Allí, detrás del micrófono, olvidó sus miedos y empezó a generar liderazgo en su grupo de trabajo y a sobresalir sobre algunos de sus compañeros. También,  realizó cuñas radiales, siendo voz niño, para Caracol y RCN radio en San José del Guaviare.

Confiesa que, aunque tenía buena voz y una de sus maestras le decía que tenía mucho talento y lo alentaba a seguir por el camino de la radio, alguna vez sintió miedo. Aunque a pocas personas le decían eso, no dudó en su propio talento: “Cuando tú eres bueno y te metes en la cabeza que eres el mejor, logras sacar a delante lo que sea”, enfatiza.

En esa época Juan Francisco recuerda que  tenía pocos amigos. Su única compañía eran los muñecos y el televisor, de los que sacó su gran imaginación y que lo han llevado a destacarse como cuentero en la ciudad de Villavicencio.

Sus estudios de primaria los realizó en el colegio Alfonso López Pumarejo, en San José del Guaviare. Y su secundaria en el colegio Cofrem de Villavicencio, a donde llegó a la edad de 12 años

“Mi mamá me mandó a Villavicencio a vivir con mi abuela, con el sueño de que saliera adelante. Me dijo que yo era muy talentoso y que ese talento tenía que florecer”, explica el joven cuentero. 

Reconoce que, aunque esta fue una decisión difícil, ha sido el camino que lo ha llevado al éxito. Y que pese a que su madre se perdió parte de su infancia y juventud, siempre ha estado a su lado apoyándolo en cada paso que da.

Su paso por el colegio estuvo marcado por los concursos de oratoria. De noveno a décimo ganó todos los concursos municipales y algunos departamentales en esa disciplina. Le iba bien en las exposiciones y recibía muchos elogios de sus profesores y compañeros. Sabía que su futuro estaba en la palabra.

Antes de salir del colegio, hizo una técnica empresarial en publicidad y diseño gráfico. Se graduó como bachiller en el año 2010 y en ese momento quería comerse el mundo y ser publicista, aunque confiesa que por su mente también pasaron carreras como comunicación social, mercadeo y publicidad, comunicaciones y teatro. Al final terminó estudiando mercadeo en la Universidad de los Llanos.  

Entró a esta alma mater con el firme deseo de seguir haciendo oratoria, pero  no encontró  posibilidades. Sin embargo, halló algo más valioso: la cuentería. Esta disciplina le llamó mucho la atención, entonces recuerda que empezó a buscar con compañeros a un cuentero y ese cuentero le mostró otro cuentero y así empezó  asistir a diferentes talleres.

Aunque toda su carrera fue estudiante becado, su madre pensaba que el tema de la cuentería lo iba a llevar por mal camino. “Mi mamá me dijo: ‘Cómo así que hablando en parques, pidiendo monedas en parques, qué es esa vaina, para qué está estudiando entonces, usted me va a descuidar la universidad. Y yo le respondí: “mire mamá yo estoy becado, yo le respondo”, recuerda.

Y entonces empezó a enviarle dinero a ella de lo que  se ganaba haciendo cuentería. Las monedas se fueron convirtiendo en billetes y su mamá le dijo: “Y usted de dónde está sacando tanta plata si usted está becado y le dije: “mamá, de la cuentería”.

En ese entonces me ganaba 150 mil pesos la hora. Desde ese momento, más o menos en tercer o cuarto semestre mi mamá se volvió mi fan número uno.  Y empezó apoyarme. Me dijo que si era lo que quería hacer que siguiera adelante.

Hoy es uno de los referentes de la cuentería en el Meta y su sueño es poder seguir expandiendo sus cuentos en lejanos escenarios y hacer de la palabra una puerta a la imaginación. 


RP
Redacción PDM

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