El gran Emiliano llanero, ¡ay, hombe!

A ritmo del acordeón, guacharaca, caja, cotizas y sombrero llanero, Emiliano Olmos, con tan solo 12 años, se convirtió en el virrey infantil en el pasado Festival de la Leyenda Vallenata.

Por María Valentina Barahona / Especial Periódico del Meta 

En Maní, al sur de Casanare, nació su profunda inspiración y amor por el vallenato Emiliano Olmos, ya que desde que tiene memoria recuerda que en sus manos siempre hubo un acordeón, empezando por uno de juguete hasta subirse a las tarimas para tocar uno de verdad.

“Siempre he estado rodeado de acordeones, tengo fotos en mi cuarto mirándolos, me han acompañado toda mi vida, también tengo un video donde toco uno de juguete mientras veo a mi papá en una presentación”, dijo Emiliano Olmos a Periódico del Meta. 

Un camino de esfuerzo, pasión y muchos ensayos es lo que ha recorrido desde los seis años preparándose para cada festival. Así como todos, ha empezado desde abajo para ir escalando cada vez más hasta lograr grandes éxitos. 

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Su más reciente logro fue haber quedado como virrey en la 57ª edición del Festival de la Leyenda Vallenata y aunque ya había participado en las dos ediciones anteriores, esta es la primera vez que llega a la final. Las personas que lo ven seguramente se preguntarán por qué alguien del Llano en tierras vallenatas, pero lo cierto es que los llaneros han tenido actuaciones destacadas en el tradicional certamen de Valledupar, ya que en el 2021 el artista, también casanareño Yostimar Prada, se convirtió en el rey de la piqueria del Festival de la Leyenda Vallenata. 

El público y otros cantantes se sorprenden al verlo interpretar música vallenata mientras su apariencia es la de un fiel llanero, sin embargo, uno de los objetivos de Emiliano es hacerle saber a su público de dónde viene y quién es, además de mostrar que los artistas pueden incursionar en distintos géneros.

“Me gustaría invitar a los niños a que practiquen otros instrumentos, que no se regionalicen, rescaten culturas de otras regiones y la música vaya uniéndonos así como el acordeón me unió a las culturas vallenatas”, asegura de manera muy emotiva. 

Además de la música, es un gran aficionado a los juegos de razonamiento: “me gusta el ajedrez, armar cubos, rompecabezas y todo lo que tenga que ver con pensar, hasta jugar fútbol”, comentó. Pero, cada que tiene la oportunidad ensaya una o media hora diaria su instrumento, está en constante preparación para cualquier festival o escenario que se presente, bien sea en su escuela ‘Los Ángeles’, en Tunja, ya que allí lo apoyan y lo invitan a que se presente en fechas especiales o en tarimas con cantantes reconocidos. Además de asistir todos los fines de semana a la escuela de música Río Grande en Bogotá, creada por Carlos Vives uno de los artistas por lo que siente gran admiración. 

Aunque esta línea artística le ha dado muchas alegrías, Emiliano no deja de lado su compromiso académico pues en sus planes futuros como profesional está convertirse en ortopedista.

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“Por el momento veo el acordeón como un hobby, un pasatiempo aficionado, aún no como algo profesional pero yo creo que en algún momento después de la universidad podría armar mi propio grupo y probar mi propio estilo”, aseguró. 

La mayoría de sus gustos e inspiraciones vienen de su padre, desde pequeño ha visto lo que hace, tanto con el acordeón como con las ramas de la medicina, ya que es ingeniero biomédico, sin embargo, tiempo atrás llegó a interpretar el instrumento casi como profesional: “puedo decir que mi hijo ya superó lo que yo le podía enseñar, su motivación lo ha llevado a un nivel avanzado, hace rato toca más que yo y en ocasiones es él quien me enseña”, contó John Olmos, papá de Emiliano. 

Con el paso de los años esa entrega y dedicación por la música lo han llevado a escalar de manera continua en el mundo artístico y le han regalado momentos de fan y apoyo en el género por parte de artistas como Carlos Vives, Omar Geles, Alfredo Gutiérrez, Rafael Santos, Mauricio y Palo de Agua y Jean Carlos Centeno, pues presentarse al lado de ellos le da motivos para seguir en este camino, preparándose cada día más y dejando toda su pasión cada que sus manos abrazan el acordeón.