‘Es que mi Dios cuida a sus bobitos’: la historia de Reinel Moncada

- Publicado en Feb 16, 2025
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En el mes del periodista, la historia de uno de los periodistas que cubrió los detalles del conflicto armado en los Llanos Orientales y que ahora ve las cosas con un lente distinto.
Por Jhon Moreno
En 35 años de reportería pura y dura, Reinel Moncada tiene tantas anécdotas que algunas de ellas pasan del drama de estar cerca de la muerte a lo gracioso de reír sin parar en medio de una montaña plagada de guerrilleros.
“Es que mi Dios siempre cuida a sus bobitos”, es la frase con la que recurrentemente este periodista excusa la azarosa manera en que conseguía imágenes exclusivas, se salvaba de una situación riesgosa o, de la nada, se encontraba frente a frente con una noticia exclusiva.
En la década de los noventa del siglo pasado, junto con su hermano, German, conformó la dupla llamada ‘Los Calvos’, un par de periodistas corresponsales de dos de los principales noticieros de televisión, quienes tuvieron que cubrir los momentos más cruentos del conflicto armado en el Meta y el Llano.
“Me crie en el barrio La Esperanza y entré al periodismo por un noticiero en TV que se llamaba CTO Noticias, a mediados de los ochentas. José Iván Aguilar era el presentador y con él crecí en el mismo barrio. Él me llevó a trabajar allá cargando cables y a punta de mirar fui aprendiendo a manejar cámaras”, recuerda.
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No pasó por una academia para estudiar periodismo, pero en la calle fue curtido en el manejo de fuentes y en conseguir información que le valieron los reconocimientos de jefes como Néstor Morales, William Parra y Yamit Amat, este último con quien trabajó 26 años hasta el pasado mes de noviembre cuando salió del aire el Noticiero CM&.
“Realmente en esa época a los noticieros no les interesaba nada más sino el orden público y como siempre había algo en el Meta, eso nos fue dando a conocer como corresponsales. Yo creo que uno consigue las fuentes por la forma de ser. Tanto Germán como yo empatizamos con las personas y así era que nos pasaban los datos”, asegura Reinel quien afirma que “antes que periodista se debe ser persona”.
Sin embargo, a pesar de aprender el oficio en terreno, está convencido de que estar en una universidad hace falta para formarse desde la academia: “empíricamente se aprenden muchas cosas, pero integralmente se necesitan otras bases como por ejemplo la ortografía y otros conocimientos que ayudan a estructurar la formación”.
Una de sus experiencias más difíciles fue cubriendo la toma de Puerto Lleras, cuando el 10 de julio de 1999 cerca de 500 guerrilleros se tomaron la población, secuestrando a varios policías que estaban en la estación del municipio.
“Imagínese, venía de cubrir la masacre de 38 soldados en Gutiérrez (Cundinamarca) el 8 de julio y me tocó salir para allá. Llegué tan tarde que todos los demás colegas ya salían del pueblo con la información. Cuando llegué, empezó a sobrevolar el helicóptero Arpía. Al disparar desde arriba, yo veo que cae algo grande, con fuerza, muy cerca a mis pies. Era una de las ojivas de las balas del helicóptero. Por centímetros estuve a punto de morirme, pero Dios cuida a sus bobitos”, dice con cara de sorprendido.
Por esas experiencias, al cabo de los años, reflexiona si valía la pena arriesgar la vida para lograr una imagen exclusiva, como aquella vez que hizo la secuencia de un guerrillero con fusil votando en unas elecciones, pero recibió la amenaza del comandante subversivo de la zona que le prohibió publicar esa imagen.
“…O aquella vez que íbamos a una liberación de secuestrados en una zona montañosa recóndita, sin habitantes, y pensábamos que estábamos perdidos, hasta que por fin, después de horas de subir, apareció un campesino en un caballo y emocionados le preguntamos dónde estábamos y si nuestro destino quedaba lejos. La sorpresa fue total cuando el campesino con señas nos indicó que era sordomudo”, comenta entre carcajadas Reinel.
La principal crítica que hace a la manera de ejercer periodismo ahora, es que todo se pretende hacer desde los celulares, sin ir a los sitios, con las imágenes que llegan por WhatsApp. “El recorte de presupuestos en los medios hizo que el transporte se redujera; ahora son las oficinas de prensa las que suministran todo el material y se cree que ya no hay necesidad de ir a los sitios”, recalca Moncada Blanco.
Cree que el peor error que cometieron quienes, como él, cubrieron orden público en una época turbulenta del Meta, fue aceptar que fuentes como el Ejército, la Policía o los mismos grupos ilegales, los transportaran a los lugares de los acontecimientos, ya que eso supeditaba a los periodistas al tiempo y a las formas que ellas quisieran.
“Por eso estoy convencido de que lo más importante para hacer una buena reportería es escuchar a la gente, escuchar a ambas partes o a muchas partes. Entre más fuentes pueda darles voz, mejor. Hay que creerle a la gente.
“Yo creo que no me voy a ir del periodismo, seguramente lo ejerceré de una manera diferente, con menos revoluciones que antes, pero seguiré haciendo periodismo”, puntualiza.
