Eso no importa
- Publicado en Nov 06, 2018
- Sección Villavicencio
Editorial PDM 1/11/2018
No importan las denuncias, no importan los documentos que reposan en las autoridades, no importan los rumores y tampoco importan las quejas que incluso al mismo presidente de la República, Iván Duque, se atrevió a hacer un solitario comerciante sobre lo que sucede en la Cámara de Comercio de Villavicencio (CCV).
No importa nada porque varias veces se han abierto tímidas investigaciones, en diferentes periodos de tiempo y en distintas Juntas Directivas y no ha ocurrido nada. Los intereses particulares y politiqueros, por encima de los comerciantes, se tomaron esta entidad hace rato y todo parece indicar que, como ya ha pasado otras veces, no pasará nada.
Ahora, tampoco es nuestro interés ver desatada una cacería de brujas en la entidad gremial ni que nadie “arda en llamas”, solo pretendemos que esta vez sí se aclaren las dudas que se ciernen por el manejo de los recursos que, así algunos lo nieguen, tienen carácter de dineros públicos.
Después de la investigación publicada por Periódico del Meta en donde se explicaba la manera en que se había desfinanciado la entidad y, de acuerdo a un informe de la Revisoría Fiscal, podría llegar al mes de diciembre de 2018 con un déficit de 2.305 millones de pesos, los ruidos sobre supuestas investigaciones que harían funcionarios de la Superintendencia de Industria y Comercio no se hicieron esperar. A lo mejor, quién sabe, el anuncio fue solo una manera de alertar y tan pronto hubo un sofisma de distracción, engavetar el tema.
Lo cierto es que la CCV podría pasar una temporada de fin de año sin plata. Los cálculos indican que para el periodo julio- diciembre de 2018 se percibirían, por concepto de ingresos públicos, alrededor de 2.051 millones de pesos, apenas casi la mitad de los 4.300 millones que falta por ejecutar en el presupuesto de ingresos públicos.
En el informe, este periódico advirtió que el dinero efectivo y equivalente a efectivo como los saldos de las cuentas de caja, bancos y cuentas de ahorro, disminuyeron en más de un 50% de un año a otro y los gatos públicos se aumentaron en 9,72 por ciento.
La Superintendecia de Industria y Comercio demostró con su exdirector, Pablo Felipe Robledo, no temer pisarles los callos a las multinacionales, creemos que bien podría interceder por ayudar a aclarar las dudas por estas tierras.
Lo mejor que le puede suceder a la CCV es que esos nubarrones de corrupción se despejen y pueda brillar con luz propia, como lo hizo hace más de una década cuando era vista como vocera no solo de los comerciantes sino de la ciudadanía llanera, debido al peso de su propia credibilidad, pero que el desinterés de los propios asociados permitió que perdiera protagonismo regional.
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