La trampa del ideal | Opinión


- Publicado en Jul 27, 2025
- Sección Columnistas

Hay una forma de pensamiento que se disfraza de lucidez, pero que, en el fondo, es parálisis: la falacia del Nirvana. Se trata de rechazar cualquier propuesta de solución solo porque no es perfecta. Bajo esa lógica, todo intento es insuficiente. “¿Para qué votar, si todos los políticos son corruptos?”, “¿para qué enseñar, si la educación no cambia nada?” Son expresiones cotidianas de esa trampa.
Esta falacia se filtra en nuestras conversaciones y alimenta un escepticismo que no construye. Creemos que señalar los defectos de todo, es suficiente para sentirnos superiores, pero olvidamos que el mundo no se transforma desde el pedestal de la crítica, sino desde la trinchera de la acción, incluso cuando esta es limitada. Rechazar una política pública porque no lo resuelve todo es olvidar que ningún cambio nace acabado, y que cada paso puede marcar la diferencia.
Al lado de esta trampa aparece otro relato engañoso: el discurso del emprendimiento. Se nos insta a “crear oportunidades” desde la nada, como si la pobreza fuera un fallo de carácter y no una consecuencia estructural. El emprendimiento, elevado a dogma, responsabiliza al individuo de sobrevivir sin red, sin derechos garantizados. Nos repiten que la solución está en el esfuerzo personal, pero silencian que muchos corren esa carrera con los pies amarrados.
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Aceptar soluciones imperfectas no es resignarse, sino comprometerse con lo posible. Es entender que lo ideal, muchas veces, es enemigo de lo bueno. Que podemos caminar hacia horizontes mejores sin esperar el amanecer completo. La política, la justicia, la educación: todas se construyen paso a paso, desde reformas parciales, desde acciones concretas. Y negarse a avanzar por miedo a no llegar al final es lo mismo que quedarse quieto.
Necesitamos menos cinismo y más compromiso. Menos sarcasmo brillante y más voluntad de mejorar. La crítica no debe ser un muro, sino una herramienta para pulir lo inacabado. Podemos hacer que algo cambie si asumimos que el cambio también es imperfecto.

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