Las lecciones del No para el Gobierno
- Publicado en Oct 03, 2016
- Sección Nacional
Las encuestas sobre el plebiscito para refrendar el acuerdo el entre Gobierno y las Farc pronosticaban una baja participación y en esto tal vez fue en lo poco que acertaron las empresas encuestadoras. El domingo la participación fue de un escaso 37,4%. O, lo que es lo mismo: la abstención fue del 62,6%.
De 34.899.945 colombianos que podrían votar en el país y en el exterior, durante el plebiscito, se acercaron a sufragar apenas 13 millones 066 mil 47 ciudadanos.
Finalmente el triunfo del NO lo obtuvo gracias al respaldo de votos 6.431.376 votos (50,21%); mientras que por el SÍ sufragaron 6.377.482 (49,78%) personas.
El resultado fue sorpresivo y lo que siempre se exigió al Gobierno para tener un plan B, algunos intuyen que no lo tenían, empezó a hacer falta entre varios sectores de análisis.
A pesar de que la diferencia entre la victoria del No y la derrota del Sí en las urnas fue cerrada, los colombianos decidieron no refrendar los acuerdos logrados entre el Gobierno y las Farc después de más de cuatro años de negociaciones en La Habana, Cuba.
En este escenario histórico, el objetivo que no pudo alcanzar al gobierno de Juan Manuel Santos deja sobre la mesa varias lecciones que se deberán tener en cuenta si se presenta una nueva oportunidad para seguir con el proceso de paz con el grupo guerrillero.
Es decir, se enfrentaron la Unidad Nacional y otros partidos disidentes del Gobierno, como el Polo Democrático –pero que apoyaban los acuerdos- contra la colectividad de Uribe. Es ahí en dónde surgen preguntas como si fue suficiente la financiación para campaña del Sí en el plebiscito o si hubo un exceso de confianza en los números de las encuestas que, en su mayoría, estuvieron dando al Sí como ganador, y por una ventaja razonable.
Los políticos en algunas regiones criticaron la demora en la llegada de recursos por parte de la campaña del Sí para mover maquinarias y, por ejemplo, para contratar servicios de transporte que se hacen fundamentales en zonas en las que la movilidad es un verdadero problema.
Mucho se ha hablado sobre si hay una posibilidad para renegociar los acuerdos que fueron firmados en Cartagena, el pasado 26 de septiembre. De hecho, fue uno de los argumentos que estuvieron en la mesa en la campaña por el No.
“Que renegocien los acuerdos”, señalaron en muchas ocasiones los opositores y, más recientemente, el senador Uribe dijo que, en caso de ganar el No —hecho que ya es una realidad—, Santos iba a mantener intactas las facultades para hacer de manera diferente algunos puntos del acuerdo. “Otra cosa es que no quiere”, expresó el senador.
No obstante, desde el Gobierno también se mantuvo la postura de que una renegociación era una vía prácticamente imposible. César Gaviria, expresidente y jefe de la campaña por el Sí, señaló a la revista Semana que sobre eso no había certeza y que, en caso de que fuese posible, ocurriría en otro gobierno. “Es falso que los acuerdos de paz se puedan renegociar: si estos no se aprueban en el plebiscito, es duro decirlo, pero volvería la guerra”, señaló.
Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador del Gobierno, arguyó factores jurídicos e históricos y resaltó que, de no aprobarse el acuerdo, el tiempo que trascurriría para otra mesa de negociación sería de unos diez años. En primer lugar, expuso que todo el acto legislativo estaba atado a la refrendación y que los hechos históricos, tanto en Colombia como en el mundo, demostraban que las rupturas estaban seguidas de un largo período sin conversaciones.
“De Tlaxcala brincamos al Caguán, y de allá hasta ahora; segundo, en la historia universal, como el conflicto árabe-israelí, se muestra que las partes regresan a sus posiciones radicales y se pierde todo el terreno de transición”, indicó De la Calle en una entrevista reciente en Blu Radio.
Muchos tildaron a Uribe de loco, después de verlo gritar por el No en el evento de Cartagena que se celebró la semana pasada, para firmar el acuerdo final entre el Gobierno y las Farc. Otros aseguraron que pasaba una vergüenza monumental frente a la comunidad internacional. Pero la verdad, nos guste o no, es que la mayoría apoya su desacuerdo con lo pactado en La Habana.
Está claro que el Centro Democrático tiene un enorme poder y que el Gobierno Nacional se confió después de haber ganado las dos últimas presidencias. Poco a poco, el uribismo tomó fuerza y ocupó un espacio en cada debate del Sí y el No. El gran ganador de esta jornada fue Uribe: obligó a los negociadores a pensar en la posibilidad de reformular sus acuerdos y se abrió un espacio en las discusiones de La Habana, a pesar de que Santos había rechazado su intensión de diálogo.
Entre perdones y explicaciones tardías
El perdón de las Farc llegó, pero para muchos arribó muy tarde. Solo hasta la semana pasada, en medio del evento de la firma del acuerdo final, Timoleón Jiménez, máximo jefe de las Farc, ofreció excusas a las víctimas del conflicto. Algunos dirán que más vale tarde que nunca, pero la verdad es que este hecho, que significó tanto para el país y sobre todo para las víctimas del conflicto armado, hubiera sido muy útil unos meses atrás para la campaña del Sí. Uno de los argumentos de los opositores es que las Farc no pedirían perdón y aunque demostraron lo contrario, esperaron solo hasta el último minuto. Lo mismo sucedió con el asunto del dinero. Solo hasta ayer la guerrilla aseguró que declararán hasta el último peso de su economía y que estos recursos servirán para reparar a sus víctimas. También lo anunciaron tarde, porque otro de los argumentos de la campaña del No es que no pondrían un peso de su fortuna, a pesar de que la Revista Forbes afirmara en una publicación que es el tercer grupo terrorista más rico del mundo.
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