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miércoles, 22 de octubre de 2025
Pico y placa
1 y 2

Maestría y ponzoña del chismoso | Opinión

Maestría y ponzoña del chismoso | Opinión 1
Foto: Pexels
Juan Carlos Guardela

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Hace años descubrí aspectos de mí que desconocía, gracias a un amigo que narró cómo una de mis exparejas hablaba de mí. Entendí el refrán: unos nacen para contar historias, otros para ser protagonistas. El chisme, aunque trivial, juega un papel social poderoso. Nos entretiene, fortalece vínculos y ofrece perspectivas externas sobre quiénes somos, aunque con frecuencia basadas en ficción.

Más allá de su atractivo narrativo, el chisme es un arma de doble filo. Mientras puede aliviar el estrés y generar empatía al compartir historias, también perpetúa prejuicios y causa daño emocional cuando se convierte en herramienta de venganza o control. Su naturaleza adictiva radica en su capacidad para estimular el cerebro con dopamina, reforzando alianzas sociales, pero también desviando la atención de temas significativos.

El impacto negativo del chisme es especialmente evidente cuando somos su blanco. Los rumores dañan la autoestima, siembran desconfianza y afectan relaciones, más aún en la era digital, donde la viralidad amplifica su alcance. La reflexión y el análisis se convierten en herramientas para enfrentar el daño, transformando los rumores en lecciones de autoconocimiento. Hay comunidades en donde, si una mujer sobresale es puta, y si un hombre se destaca es marica o drogadicto.

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En la literatura y la política colombiana, personajes como Niña Tulia de David Sánchez Juliao o escándalos de espionaje estatal evidencian cómo el chisme puede polarizar y manipular. Niña Tulia, con su lengua afilada, simboliza las disputas y contradicciones, mientras que el espionaje en Colombia, similar a un «chisme industrializado», ha desacreditado a adversarios.

Superar el impacto del chisme es un acto de liberación emocional. Dejar de indagar o perpetuar rumores y enfocar la atención en nuestros valores fortalece nuestra confianza. Aunque fascinante y a veces útil, el chisme debe manejarse con ética y empatía. Solo así se mitigan sus efectos negativos, haciendo de esta práctica una herramienta para la autoaceptación y el entendimiento humano.


Juan Carlos Guardela

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