Más que autonomía, planeación fiscal | Editorial


- Publicado en Jul 21, 2024
- Sección Columnistas, Lo Mas Reciente
En las últimas semanas ha cobrado relevancia la autonomía fiscal de los departamentos en Colombia. Una iniciativa busca modificar la Constitución para que los impuestos de renta y patrimonio se queden en los departamentos, en lugar de depender exclusivamente de las transferencias de la Nación.
La propuesta, que busca un referendo para que sea la ciudadanía quien decida si quiere o no una mayor autonomía, es interesante pero no oportuna para un momento político como el que vive el país.
Si algo necesita Colombia es pensar en unidad y no en iniciativas que generan peligrosos regionalismos, liderada por mandatarios que han promovido la federalización del país, como Juan Guillermo Zuluaga, y peor aún cuando soplan preocupantes vientos de cambios a la Constitución.
Es cierto que al retener los impuestos, los departamentos podrían invertir en proyectos locales, impulsando el desarrollo económico y la generar empleo, sin embargo, implementar la autonomía fiscal requeriría cambios profundos en la estructura tributaria y administrativa. Esto podría generar trámites burocráticos y dificultades logísticas, que por lo general abren campo a la corrupción.
Antes de imaginar al departamento del Meta con una mayor autonomía fiscal, consideramos que tendría que fortalecerse, al interior de sus administraciones departamentales y municipales, la planeación de los recursos con los que hoy cuenta y, lo que es mejor, el control y la vigilancia de esa plata.
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De nada servirá que el departamento y los municipios puedan recaudar más impuestos, si está más que demostrado que los bolsillos de los corruptos no se llenan nunca. Como se ha visto en el nivel central y, la experiencia así lo indica, en los territorios nadie puede garantizar que ese dinero pueda financiar los bancos de proyectos, que muchas veces quedan archivados en los anaqueles de las oficinas públicas.
Buscar una mejor organización de la administración tributaria, como en el caso predial; mejorar el recaudo del impuesto de Industrial Comercio, potencializar el catastro multipropósito para aumentar el recaudo por impuesto predial con campañas de descuentos, son algunas de las posibilidades para aumentar los recursos.
En conclusión, la autonomía fiscal es una propuesta ambiciosa que requiere un análisis profundo y un debate informado. Si bien puede fortalecer la descentralización y la participación ciudadana, también implica riesgos que deben considerarse cuidadosamente. El camino hacia una mayor autonomía fiscal debe ser guiado por el bienestar de las regiones y el país en su conjunto y no por apasionamientos del momento y menos con jugadas políticas a tres bandas.

