20 años del crimen del ‘profe’ Nelson, asesinado por un rumor
- Publicado en Jun 02, 2020
- Sección Villavicencio
La muerte del profesor Nelson Arturo Romero Romero, el primero de junio del año 2000 frente a varios de sus alumnos, se sentenció al menos un año y medio antes.
Él era maestro en el Colegio Francisco José de Caldas de Villavicencio y en el momento del crimen tenía 43 años de edad, estaba casado y era padre de dos hijos. Estudió lingüística y literatura en la Universidad de la Sabana y realizó la especialización en educación ciudadana y enseñanza de la constitución, en la Fundación Universitaria Manuela Beltrán. Alcanzó a escribir un libro titulado ‘Pedagogía de la participación ciudadana’, con la Editorial Magisterio.
La sentencia en la que condenan al jefe del Bloque Centauros de las Autodefensas, Manuel de Jesús Pirabán (alias ‘Jorge Pirata’), como responsable del homicidio, detalla la manera absurda en la que tomaron la decisión de matar al ‘Profe’: unos 18 meses antes, Uriel Loaiza, un exguerrillero del frente 43 de las Farc, quien era conocido como ‘Alexánder’, decidió llevarles información a unos paramilitares sobre personas que, desde Villavicencio, supuestamente ayudaban al grupo guerrillero en sus actividades.
Los rumores
Nelson Romero pertenecía a Fecode, y de acuerdo a algunos de sus familiares y amigos, había tenido unas desavenencias con aquella agremiación de maestros, por lo que él consideraba manejos irregulares en el sindicato. Al parecer, algunos sindicalistas habrían mencionado la posibilidad de que Romero “pertenecería a un partido comunista”, lo que pudo haber llegado a oídos de ‘Alexánder’.
El exguerrillero, ahora informante de los ‘paras’, no solo describió de pies a cabeza cómo era el profesor y dónde trabajaba, sino que añadió que “en Villavicencio la guerrilla tenía algunas personas claves que se movían tranquilamente en esferas del magisterio, en el sindicato, en hospitales, clínicas, y en el sector bancario”, acusando a Nelson Romero como una de esas personas enlaces con las Farc, además de señalarlo ser activista de la Unión Patriótica.
Eso sentenció la suerte del maestro, quien desde 1996 daba clases en el Colegio Caldas. A esta institución había llegado porque el 3 de octubre de 1989, siendo profesor en el colegio del municipio de Castilla La Nueva (Meta), bajo amenazas, fue obligado a exiliarse, dejar sus cosas, su familia y sus seres queridos.
La investigación
A las 6:15 de la tarde de aquel primero de junio, ya no fueron amenazas y delante de sus estudiantes que salían de clases, le dieron cinco tiros. Uno de sus hijos era estudiante del Caldas, quien aún estaba al interior de la institución.
Los violentos, acostumbrados a disparar primero y averiguar después, nunca pudieron comprobar que Romero perteneciera a algún partido clandestino y menos aún que fuera colaborador de la guerrilla, sin embargo los detalles que dio ‘Alexánder’ fueron en ese momento suficientes para que los hombres de ‘Pirata’ acabaran con él.
Manuel de Jesús Pirabán aceptó los cargos
Tampoco, en la investigación de la Fiscalía, se pudo establecer que los supuestos desacuerdos con el sindicato hubieran tenido alguna determinación sobre el crimen, por el contrario, fue comprobado que, el hecho de haberse tildado de guerrillero a la víctima por el exintegrante del Frente 43 “fue lo que motivó que los paramilitares
decidieran ocasionarle la muerte”.
“Finalmente, habrá de indicar el Despacho que esa sindicación de ser guerrillero o
pertenecer a las Farc, tampoco encontró demostración en el expediente y
únicamente quedó como una manifestación de los paramilitares para justificar el
deceso violento del docente, y tal vez, como se ha visto en otros casos, sea la
estratagema para ocultar el verdadero móvil o la real circunstancia que sirvió de
fundamento para ordenar su muerte”, reza la sentencia.
Una estudiante del Caldas recuerda: “era una tarde de jueves. Ese día salíamos de la clase de ética y nos encontramos con Nelson a la salida del salón, lo saludamos. Él enseñaba español. Nosotros lo seguimos unos pasos pero luego lo dejamos que siguiera adelante. Cuando de repente, en la puerta del colegio, se oyeron unos disparos muy fuertes. Todas empezamos a gritar. Habían matado al profe”.
Lo habían matado por un rumor.
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