Así vive el primer sacerdote tikuna
- Publicado en Dic 17, 2023
- Sección La Otra Cara
A orillas del río Amazonas, en el Resguardo Indígena Nazareth, a 35 minutos de Leticia, germina la historia de Ferney Pereira, un sacerdote tikuna de 30 años. Sus raíces, cultura y pensamientos son las características que lo diferencian de los demás párrocos.
Pese a estar alejado de su tierra ancestral durante sus primeros años de vida, esta sería la misma quien lo conduciría a comunicar la fe católica en su pueblo. Un cambio radical que desafió las expectativas de su familia, arraigada al liderazgo indígena.
Se trata de Ferney Pereira quien pese a la oposición de su padre decidió convertirse en el primer presbítero católico de su comunidad indígena.
“Yo hago parte de la etnia Ticuna, pero también crecí fuera de ella, estuve viviendo en Bogotá, en Medellín y en Leticia con mi mamá, estudiando; he estado más afuera que adentro, pero también ha sido el interés después de estudiar, volver a mi tierra”, expresó el padre Pereira a Periódico del Meta, con su inocultable acento indígena.
Luego de completar su bachillerato, a los 14 años, se sumergió en el Vicariato por allá en el 2008, donde la curiosidad lo llevó a explorar nuevas perspectivas de fe. A sus 17 años ya ejercía como seminarista y culminó sus estudios católicos. Según él, fue la rebeldía y la influencia de instituciones religiosas las que moldearon su vocación. Aunque la decisión de convertirse en sacerdote generó desacuerdos culturales y resistencia familiar, Ferney se embarcó en un viaje espiritual que, para él, redefinió su identidad ticuna.
A pesar de que su padre es un líder indígena, crítico de la Iglesia, es quien también lo guía en la vinculación de su cultura ancestral con la tradición de la fe católica diocesana, la congregación a la cual pertenece. Su papá, un docente de la comunidad, apenas está aceptando la profesión de su hijo.
Su propósito trasciende más allá de rituales tradicionales, busca inspirar la fe y la conexión con la Iglesia Católica en los jóvenes, aspirando a ser un faro espiritual en sus vidas.
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Y es que, su ideología lo ha llevado a pensar en una iglesia más inclusiva, especialmente para los jóvenes, pues, destaca la necesidad de abrir espacios para descubrir y compartir la fe.
Una de sus experiencias para acercarse a los jóvenes es su vestimenta. En la iglesia católica es usual que el padre use el clériman, sin embargo, para Ferney no es algo necesario para transmitir ese amor y fe hacia Dios: “los jóvenes me dicen, ‘es que cuando usted usa el clériman uno lo ve por allá, como incansable’, entonces cuando estoy con ellos, cuando los acompaño, casi no lo uso, siempre se llevan la idea de un padre viejo y rígido, yo trato de buscar espacios para compartir con la juventud”.
Las eucaristías son acompañadas de cánticos alusivos a Dios, pero en la lengua ticuna, con instrumentos propios de su territorio como el cascabel, el tambor y el piano. Al igual que la ofrenda, son cosas particulares de la misa que brinda el padre Ferney para su comunidad, pues consiste no en entregar dinero, sino aportando plátano, arroz, y otras ofrendas, mientras la comunidad va danzando y cantando las alabanzas a Dios.
Este enfoque ha transformado la experiencia religiosa de la comunidad, integrándose de manera única en la celebración. Pues afirma que: “eso ha impactado bastante, la gente siente lo propio de la eucaristía, se les ve ese amor a la eucaristía de forma distinta, es algo más que solo ir y escuchar y rezar. Es integrarlos a ellos a la eucaristía”.
Sus sueños no son llegar a ser cardenal u obispo, para Ferney su trabajo con la comunidad tiene más valor, quiere seguir siendo misionero y estar con las comunidades. Actualmente se encuentra trabajando con la población joven de su territorio, enfocado en pilares como la espiritualidad, relacionado con comunidades indígenas; la formación de agente, trabajar lo bíblico con la cultura; los misioneros de la frontera, compartir con los religiosos que conviven en el territorio; acompañamiento a los jóvenes en sus estudios.
Aunque su camino ha sido desafiante, Ferney Pereira demuestra que la fe, cuando se entrelaza con la identidad cultural, puede generar un camino único hacia la espiritualidad.
Ante la crisis de vocaciones que hay en el catolicismo, Pereira die que “hace falta abrirnos más al mundo de los jóvenes que desean conocer a Dios, por lo que se necesita más una Iglesia que esté en las calles, en los territorios y mostrar la misericordia”.
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