lunes, 23 de junio de 2025
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Batalla de palabras | Opinión


Batalla de palabras | Opinión 1
Imagen: Freepik
Nelson Augusto López

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La poetisa María Mercedes Carranza, hija del ilustre vate Eduardo Carranza, escribió el poema ‘Sobran las palabras’ donde mata algunas palabras por traidoras. Tal vez en su alma desesperanzada estaba ya pactado el duelo entre vivir o morir, después supimos que ganó la muerte.

Allí escribe: ‘No estaría mal el garrote vil, por apóstata, para solidaridad. La guillotina como el rayo, debe fulminar a fraternidad. Fusilaré sin piedad a civilización por su barbarie. Amistad queda condenada a la hoguera, por hereje. Esperanza ha muerto ya. Fe padecerá la cámara de gas. Cicuta beberá felicidad’. Duro, pero algunas de esas palabras reflejan el mundo actual.

Como un símil por su significado, hoy las palabras son hostilizadas y se intentan utilizar por ideologías. La primera potencia mundial ha condenado al ostracismo a diversidad, equidad, inclusión y cambio climático (que están en todos los planes de desarrollo) para sacar del ring a lo que llaman ‘wokismo’ global o mamertismo, y ajustar a sus intereses el multilaterismo y la cooperación.

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Así surge la palabra solastalgia, que es un estrés mental o guayabo verde causado por la crisis ambiental. Y en cuestiones de género, mientras en esas latitudes reafirman tajantemente los dos tradicionales, en este trópico hay palabras que el uso cotidiano transforma y torna inocuos: marica, por ejemplo, hoy es un saludo.

También las palabras son puestas a matarse entre sí. Autocracias (totalitarismo), caquistocracias y patocracias (desgobiernos) están ahorcando a democracia y gobernanza y con ello empujando a las palabras incertidumbre, inseguridad y extravío a avasallar el bienestar y la confianza de la sociedad.  

En los debates, las palabras diálogo, argumento y tolerancia son proscritas por el unanimismo ideológico y puestas en batalla frente a un arsenal de términos desde donde disparan a descalificar: fascistas, nazistas, wokes.

A pesar de un país y un mundo convulsionados o distópicos como llaman ahora, la palabra esperanza debe sobrevivir y estar lista para transformar.


Nelson Augusto López


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