¿Cuál Petro gobernará? | Editorial

Gustavo Francisco Petro Urrego pasó de ser un guerrillero antiestablecimiento y antisistema para convertirse en un político populista que no tuvo reparos en aliarse con representantes de ese establecimiento que criticaba, para llegar al poder.

Bajo un discurso de unidad nacional, el mismo de los conservadores y liberales de los años ochentas y noventas del siglo pasado, admitió en sus filas a políticos tradicionales con los cuales gobernará y quienes han pasado fácil del uribismo al santismo, y del santismo al petrismo.

Para algunos analistas, más allá de las decisiones que tome en materia económica, será vital que demuestre que logró controlar ese egocentrismo que destacan quienes lo han conocido de cerca. Un tufillo autoritario desde cuando fue alcalde de Bogotá e hizo que lo separara de hombres más moderados como Antonio Navarro, Jorge Robledo y Daniel García Peña, uno de sus amigos que no dudó en llamarlo “déspota”, al renunciar a la Alcaldía.

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Es difícil no pensar que Petro es como el Álvaro Uribe, pero del otro lado. Líderes con una capacidad retórica y narrativa, quienes fácilmente convencen a audiencias masivas, por lo que cuentan con sus propias hordas de defensores, quienes con bodegas en redes sociales se encargan de poner tendencias para controlar los temas sobre los cuales debe hablar la ciudadanía.

Ambos son personajes de la política que dividen en un país ya polarizado y a quienes hasta ahora en lo único que no se parecían era en su acceso al poder absoluto del ejecutivo.

De hecho, Petro no tuvo pena en pedir a la Fiscalía que liberara a los jóvenes de la Primera Línea investigados por los actos terroristas del Paro Nacional del 2021, en una clara intromisión sobre el poder judicial, tal como lo hacía Uribe varias veces en sus apariciones públicas.

Como lo califican sus críticos, el nuevo presidente electo puede ser déspota, autoritario pero no tiene nada de ingenuo. Seguramente se cuidará en principio de generar mensajes equivocados a los mercados y se encargará de ser cauteloso, mientras logra las mayorías en el Congreso.

Lograr que el Congreso eligiera a Roy Barreras como presidente del Senado, uno de sus alfiles en la campaña; protagonista apenas hace 15 días de los ‘petrovideos’; silenciado por el Pacto Histórico tres días antes de las elecciones y con un claro pasado camaleónico, demuestra que Petro no tendrá una gran oposición en principio.

Quienes defienden hoy sus postulados ven a Gustavo Petro como un demócrata que no tiene ánimos revanchistas con nadie, moderado en su carácter egoísta y preocupado por la justicia social. Después de 12 años de añorar la presidencia, ¿cuál Gustavo Petro gobernará?

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