viernes, 6 de diciembre de 2024
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¡Cuidado!, así es un depredador


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Redacción PDM

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Por: Yessica Salgado

Más de 538 casos de violencia contra menores se han presentado este año en el Meta.

El más reciente caso de violencia contra un menor de edad se presentó en Mapiripán, al sur del Meta, donde un joven de 16 años abusó, asesinó y luego arrojó el cuerpo sin vida de una niña de seis años a un río. El suceso causó la indignación general que incluso la gobernadora manifestó su rechazo.

¿Qué está pasando con los niños en el Meta? Según datos del Observatorio de Violencia de Medicina Legal, en lo que va corrido del año 255 niños y 283 niñas han sufrido diferentes tipos de violencia en este departamento.

Tan solo en Villavicencio se reportan 414 casos de niños y niñas que han sido afectadas con maltrato, tanto físico como psicológico. Este tipo de violencia es el demás alta incidencia en el departamento. El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) destaca de estos datos, que el grupo de edad con mayor afectación es el de 10 a 14 años, seguido del grupo de 0 a 4 años.

Al revisar por grupos de edad, también se observa que la violencia física y psicológica se da con mayor frecuencia de casos en personas de 15 a 39 años.

La segunda causa de violencia contra la niñez está relacionada con violencia sexual. Según datos de la Policía Metropolitana de Villavicencio, en lo corrido del 2018 se han registrado 280 casos de abuso sexual contra menores en edades entre los uno y 17 años. El año anterior se presentaron 277 casos en el área metropolitana de la ciudad.

Los casos de violencia sexual se registran en su mayoría en niños, niñas y adolescentes (de 3 a 19 años). Para el caso de negligencia y abandono, se presenta en niños y niñas menores de 5 años.

En lo que va del año, un total de siete niños han perdido la vida por hechos violentos (asesinatos, feminicidios, golpes). El año anterior se registraron nueve muertes violentas en el área metropolitana de la ciudad y las poblaciones aledañas (Restrepo, Cumaral y Acacías).
Y, aunque han sido capturados 89 personas en lo corrido del año por ataques graves contra menores y actos sexuales abusivos, la violencia contra los niños y adolescentes no cesa en la región.
¿Pero por qué suceden estos ataques contra niños? ¿Qué pasa por la mente de un joven o un adulto para hacerle daño a un menor?

Jonathan Irreño, psicólogo clínico de la Clínica Nuestra Señora de la Paz, explicó que los ataques de adolescentes a otros niños están asociados a lo que a nivel clínico se conoce como aprendizaje por modelos o aprendizaje vicario, es decir, comportamientos adquiridos.
“En plena adolescencia los menores están estructurando su personalidad y si han experimentado conductas violentas, podrían repetir esos patrones de comportamiento, haciendo que a edades tempranas se conviertan en agresores”, señaló el médico.

El psicólogo indicó además que en este tipo de comportamientos influyen mucho las pautas de crianza, es decir, los padres que son autoritarios, sobreprotectores, permisivos o negligentes, pueden causar desestabilidad emocional en niños y adolescentes sin buscarlo.

Adultos y su pasado

En el caso de los adultos, Irreño explicó que puede haber varios factores de riesgo o predisponentes como se denominan a nivel clínico, para que un adulto sea hombre o mujer, cometa estos hechos violentos contra un menor.

Uno de ellos se asocia a problemas de salud mental o experiencias traumáticas que hayan experimentado durante su infancia los agresores o también a episodios de trastorno por estrés postraumático que nunca han sido tratados.

“Estas experiencias traumáticas o enfermedades derivan en estos hechos violentos, sin embargo, no son excusa para perpetrarlos”, explicó el profesional médico.

En el caso de personas que no hayan sido maltratadas o violentadas, el experto médico señaló que existen otros factores que inciden para que lleguen a cometer actos violentos. “En este caso sería el consumo del alcohol o sustancias psicoactivas y es un factor predisponente a que las personas emitan conductas no racionales”, indicó Irreño.

Perfil del criminal 

Según explicó el psicólogo Jonathan Irreño, quienes presentan conductas violentas, cambios bruscos en su estado de ánimo, son irritables, ensimismados o aislados socialmente o consumen bebidas alcohólicas y sustancias psicoactivas, tienden a reprimir ciertas emociones y pueden convertirse en personas altamente peligrosas.
Así mismo, quienes han pasado por experiencias traumáticas (abuso sexual, conflicto armado, secuestro, accidentes, violencia, entre otros), posiblemente atenten contra niños y adultos.

“A esas señales hay que prestarles mucha atención y aquí es donde se da lo que cotidianamente conocemos como antisocial, sociópata y psicópata”, señala el profesional.
En este aspecto, el especialista destacó los perfiles que pueden adoptar los agresores, ya sea un depredador sexual (pedófilo o pederasta), asesino o un ciudadano del común que es completamente normal ante la sociedad.

La primera es la conducta del antisocial, quien no puede respetar figuras de autoridad. De una u otra manera necesita camuflarse en la sociedad para poder hacer un daño o en este caso, agredir a un menor de forma consciente.

El sociópata por su parte, hace daño camuflado en la sociedad, mientras que el psicópata causa un daño directo sin camuflarse. “Muchas veces depende de cómo se da la situación de violencia. Pero en ambos casos, las personas son irritables, han tenido experiencias previas donde han sido invalidados o no han tenido aprobación social”, reiteró el médico.


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