domingo, 10 de noviembre de 2024
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Culpa de todos | Editorial


cerro de colores
RP
Redacción PDM

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El proyecto Cerro de Colores fue concebido como un proceso en el que un grupo de jóvenes que habían estado en actividades delincuenciales en la Comuna 2 de Villavicencio, hallaban un espacio para ganarse la vida de una manera honesta mediante el ecoturismo.

Se sabía que era un camino complejo, con altibajos y cuyos protagonistas eran personas de condiciones especiales que necesitaban de un acompañamiento constante de las autoridades y en general de la sociedad. No era fácil lograr que unos jóvenes que habían estado al margen de la ley, creyeran en el Estado, ese era uno de los desafíos que como ciudad debíamos enfrentar.

Otro reto era lograr que los muchachos, varios de ellos verdaderos sobrevivientes de la violencia urbana, con heridas de bala y de cuchillo en sus cuerpos, pudieran dejar atrás una vida en donde el respeto se lo habían ganado a la brava, amenazando, hiriendo o matando.

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Abandonar esa manera de vivir dejaba enemigos que agazapados estarían a la espera de cobrarse los errores, las traiciones o sencillamente sabotear un proceso de pacificación en uno de los sectores más inseguros de la capital del Meta.

Por eso cuando Alcaldía, Gobernación y Cormacarena en su momento se comprometieron a respaldar esta resocialización que impulsaron los mismos jóvenes, a pesar de los riesgos que siempre significa este tipo de proyectos, un aire de esperanza se respiró no solo en el sector sino en el resto de la ciudad.

Era, ni más ni menos, vivir una transformación como la que experimentó la Comuna 13 de Medellín. Un cambio que permitiría sacar a delincuentes de las calles para empezar a vivir del turismo, de los grafitis y de contar sus propias experiencias. Un giro de 180 grados que, de resultar positivo, podría empezar a repetirse en otros barrios inseguros de la ciudad.

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Sin embargo, desde diciembre del año pasado los jóvenes habían dado campanazos de alerta sobre lo que estaba ocurriendo. Sentían que el proyecto se les iba entre las manos porque al buscar a las autoridades no les prestaban atención y algunos integrantes habían regresado a las calles.

Aunque querían conformar una fundación, en ese momento no sabían cómo hacerlo o tenían la sensación de que eran demasiado trámites que no entendían, sin tiempo para llenar los requisitos.

También veían que las posibilidades de conseguir más turistas que subieran hasta el Cerro de Colores se iban diluyendo porque no tenían un plan de marketing que les ayudara a tener masividad en las redes.

Así se fueron pasando los meses, hasta que hasta hace poco cada uno de los protagonistas del proyecto terminó por apartarse completamente de Cerro de Colores.

Ojalá como ciudad nos demos cuenta de la oportunidad que acabamos de perder y de alguna manera se pueda recuperar esta opción de vida.

 


RP
Redacción PDM

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