Daniela, arbitraje con carácter de mujer
- Publicado en Jun 14, 2024
- Sección La Otra Cara
Criada por sus tíos tras la temprana muerte de su madre, Daniela encontró en su familia el apoyo para perseguir sus sueños deportivos.
La joven, que es arbitra en el departamento del Meta y se ha destacado en sus actuaciones aprendiendo a manejar la presión y la responsabilidad de impartir justicia en la cancha, entre hombres.
Si poco se visibiliza el rol de las mujeres en diferentes áreas, el fútbol es una de las que aún carga ese machismo y poco cambia, a pesar de que se han evidenciado las brechas. Esta es la historia de Daniela Castillo, una abogada aficionada del fútbol, quien decidió inclinarse por uno de los roles menos gratos de ese deporte: el arbitraje.
Fue criada por sus tíos maternos debido a que la muerte tocó las puertas de su familia cuando apenas estaba empezando a vivir. “Mi mamá falleció cuando yo tenía dos años. Viví con mi papá hasta los seis años, sin embargo, él no pudo dedicarme el tiempo que yo necesitaba, ya que decía que yo debía tener principios de mujer”, recuerda la deportista.
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Su tía Marina y su familia han sido su apoyo incondicional. Su mamá en vida se encargó de cultivar una buena relación con sus hermanas, y antes de que llegara el trágico momento, su progenitora habló con Marina. “Mi mamá le dijo a mi tía que, si en algún momento llegaba a pasar algo, fuera ella quien se encargara de mí. Entonces, por eso crecí con ella”, explicó Daniela Castillo.
Bajo este contexto, sus primos son sus hermanos. La diferencia de edad era poca y, por lo tanto, fueron muy unidos. “Tenemos una relación muy bonita, mi hermana estudia fisioterapia y se encarga de mis terapias físicas”.
Sin embargo, fue su hermano, Giovanny Castillo Ulloa, con quien vivió hasta sus seis años, quien le sembró el amor por el fútbol.
Lo empezó a jugar por su hermano, lo acompañaba a sus partidos y con el tiempo empezó a manifestarle que quería practicarlo. Pero como en ese entonces era un deporte exclusivo para hombres, no fue apoyada. “Me decían que no podía jugar porque eso era para hombres. Tuve que aprender por mis propios medios a jugar. A mis tíos no les gustaba que jugara, preferían que me dedicara al baloncesto o al voleibol, que con eso sí me apoyaban”.
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Sin embargo, los sueños de esta llanera eran más grandes que cualquier cancha. Practicó varias disciplinas hasta que llegó al atletismo, pero la falta de apoyo gubernamental hizo que desistiera. “En ese tiempo no había recursos económicos. Empecé a entrenar como pasatiempo”.
Una tarde, sentada en el estadio, vio un grupo de hombres entrenando para ser árbitros. Entonces se dijo: “voy a darme la oportunidad de volver al fútbol, pero esta vez, como árbitra. Voy a sentir el fútbol. Me gusta impartir justicia en el campo de juego. Ha sido un gran reto y una bonita experiencia”, indicó la jueza.
A partir de los 17 años empezó a interesarse por el arbitraje, a entrenar, a estudiar, y su familia cambió el ‘chip’. La apoyan y acompañan a sus partidos. “Cuando salgo a pitar los partidos y transmiten por televisión, ellos están muy pendientes, me ven, comentan mi actuación, han estado incondicionalmente pendientes de mí”, cuenta la llanera.
El deporte en este momento lo practica por pura vocación ya que vivir del arbitraje como mujer es difícil. Estar sometido a los señalamientos y los cuestionamientos que se deciden en la cancha de juego es el pan de cada día para los que se dedican a esta disciplina.
“El arbitraje no es algo seguro. Uno se puede lesionar y hasta ahí llegó. O si hubo un error en procedimientos graves, uno puede ser expulsado. Esta disciplina la considero una de las más difíciles. Uno se tiene que preparar física, espiritual y emocionalmente, para manejar a 22 personas en el campo de juego. Pensar rápidamente para las decisiones que favorezcan a los equipos, a la hinchada, al cuerpo técnico… me les quito el sombrero”, contó la Daniela.
El partido que la marcó fue en 2019, de Millonarios contra Fortaleza. “Me dejé llevar, olvidé el minuto y tomé una decisión que era la correcta pero no la mejor. No solo es pitar un partido, es hacer la planificación de un juego. Una decisión puede cambiar el marcador de un partido. Eso me dejó como resultado la sanción de una liga. No volví a pitar en un año”.
Gracias a esa experiencia, la deportista aprendió a ser tranquila y a tomar las decisiones tanto en la cancha como en la vida de la forma más serena, inteligente y responsable. “Aprendí a pensar con tranquilidad”.
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