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De alimento ancestral, a un ‘bocado’ de supervivencia


De alimento ancestral, a un 'bocado' de supervivencia 1
La fariña es fundamental en la dieta de los indígenas.
RP
Redacción PDM
  • Publicado en Jun 16, 2023
  • Sección Región

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El casabe, yare, almidón y fariña son alimentos destacados entre las comunidades indígenas. Este último, desde su importancia ancestral, pudo convertirse en una de las principales comidas que acompañaron a Lesly, Soleiny, Tien y Cristin.

Por Lina Herrera / Especial Periódico del Meta

“El niño ya no tenía fuerzas suficientes para caminar, pero sí para hablar, para reconocer (…) lo segundo que nos dijo fue: tengo hambre, quiero fariña con chorizo”, así lo narró con nostalgia Nicolás Ordóñez, miembro de la guardia indígena, en medio de una entrevista con RTVC Noticias tras haber hallado a los 4 menores con vida, el pasado 9 de junio, luego de 40 días.

En la Orinoquia es conocido como ‘mañoco’ y en la Amazonia la llaman ‘fariña’; es un alimento ancestral para los indígenas, proviene de la yuca amarga (o yuca brava). Este tipo de tubérculo es venenoso cuando está crudo por lo que debe pasar por un proceso de varios días para que pueda convertirse en alimentos, como harina de granos gruesos y amarillos, la fariña.

Según versiones de autoridades como el ICBF y familiares de los menores, en los casi 40 días en medio de la selva, los niños se alimentaron de frutos encontrados en sus alrededores tales como el milpesos (seje) y juan soco. También pudieron hallar bocadillos, agua y mañoco en uno de los kits dejados por el Ejército en su labor de búsqueda.

Sin embargo, la fariña fue el alimento mayormente consumido por ellos, ya que en el equipaje que llevaban en la avioneta, también se encontraba este derivado de la yuca. Pero ¿por qué el menor deseaba un alimento que había consumido durante semanas y fue lo primero que pidió?

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Graciela Barbosa, indígena de la comunidad Guanano del Vaupés, lleva más de 10 años elaborando fariña en Villavicencio. Para ella, este alimento es esencial, ya que está marcado en sus tradiciones:Es una de las primeras comidas que se les da a los niños en las comunidades, desde los seis meses de edad ya pueden comerlo. Junto al pescado, se reza antes de dárselo evitar que se enfermen”, indicó la mujer indígena.

Por su parte, Wilter Rodríguez, presidente de la Asociación de Cabildos y Autoridades Indígenas de Guainía y Vichada (Asocauniguvi), comenta que el mañoco está presente en la mayoría de las comidas consumidas por los indígenas de su región. Asimismo, en temporadas en que los alimentos han sido escasos para algunas comunidades, el mañoco logró saciar el hambre y ser la única comida ingerida durante una semana: “claro que hace falta la proteína, la carne, no puedo decir que el mañoco pueda reemplazarlos, pero sí logra dar la sensación de llenado. Para nosotros en el Guainía, el mañoco es la vida, es lo que
produce la fuerza”, explicó Rodríguez.

Ambos coinciden en que, para los indígenas, la fariña es como el arroz para las personas del occidente. Algo que se debe consumir diariamente. El complemento indispensable en cada comida que no puede ser reemplazado.

Desde una perspectiva médica, este derivado es rico en carbohidratos, aporta proteína y fibra de manera significativa al cuerpo humano. Además, genera saciedad, así lo expuso Laura Sánchez Giraldo, nutricionista dietista de la Universidad Nacional de Colombia, y también consultora en el lineamiento para el manejo integrado de la desnutrición aguda y severa en niños y niñas de 0 a 59 meses de edad.

Cabe recalcar, que, a pesar de sus aportes nutricionales, la fariña y frutos ingeridos por los menores, no alcanzaban a cumplir con el requerimiento diario de energía y nutrientes, pero si fue de gran ayuda para sobrevivir.

“Es por esto que, al momento del hallazgo, se encontraron con cuadros de desnutrición evidentemente severos, con una emaciación significativa. Sin embargo, los alimentos ancestrales consumidos por los niños como la fariña, el juan soco y el seje aportaban macro y micronutrientes importantes que permitieron que el desenlace no fuera fatal”, aclaró la profesional.

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Sánchez también añade que es importante destacar el rol de los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas: “Sin estos, los niños no hubieran podido saber que frutos consumir, como consumirlos ni tampoco habrían tenido fariña disponible”.

Otro de los factores más relevantes que mantuvo a los menores con vida fue el proceso de
catabolismo, el cual inicia cuando el cuerpo no obtiene los nutrientes necesarios de la alimentación.

“El cuerpo humano puede soportar hasta dos meses sin consumo de alimentos siempre y cuando haya hidratación, antes de desfallecer. Este proceso lo que busca es obtener los nutrientes necesarios para extraer la energía necesaria mantener la vida de las propias reservas que tiene el cuerpo, por ejemplo, de los tejidos graso y muscular, que permiten cumplir con el requerimiento de la tasa metabólica basal, es decir, la cantidad mínima de energía para realizar funciones básicas como respirar, regular temperatura corporal o sintetizar hormonas, sin embargo, esto implica un mayor cansancio y agotamiento en un ambiente tan hostil como la selva. Está herramienta de supervivencia del cuerpo humano fue la responsable de mantenerlos con vida, pero a su vez, de la pérdida de tejido muscular y graso característico del cuadro de desnutrición en el que se encontraron”, concluyó la nutricionista.

Respecto a los frutos encontrados en la selva, el seje es rico en ácidos grasos, con una composición nutricional similar al aceite de oliva. Se encuentra que del 100% del fruto comestible el 55,3% está representado por calorías provenientes de la grasa, el 7,41% Por calorías provenientes de las proteínas y el 37,3% por calorías provenientes de los carbohidratos, lo que implica una alta densidad nutricional en pocos gramos consumidos. Mientras que el Juan soco tiene uso medicinal como antidiarreico, lo que pudo contribuir a evitar un deterioro mayor en el estado nutricional y de salud de los niños.

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