jueves, 9 de mayo de 2024
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El llanero que es faro para los migrantes


RP
Redacción PDM

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Vive en una ciudad ajena a las costumbres, la gastronomía y el calor fraternal que le ofrecía el Meta, pero pudo superar esas adversidades y hoy ser ejemplo.

Cristian Molano nació en Villavicencio. Desde pequeño recorrió las inmensas sabanas del Llano, no por gusto sino por su seguridad y la de su familia.

Cuando fue creciendo comprendió la situación en la que se sumergía Colombia y sabía que si quería nuevas oportunidades, salir adelante y brindarle a su familia una vida digna, no sería en el país, pues las oportunidades se agotaban con la violencia.

Por eso, toma la decisión de atravesar fronteras y migrar a Estados Unidos: “como todo migrante vine a trabajar, vine a lavar platos y me di cuenta de que había un vacío en el proceso migratorio, los migrantes llegan solos y no hay quién los guie”, expresó Cristian a Periódico del Meta.

Y es que, luego de un vuelo de siete horas, este llanero pisó suelo norteamericano y se sumergió en una nueva experiencia de vida. Un hecho anecdótico que marcó sus primeros pasos como migrante fue perderse en el metro, vivir esa angustia de sentirse perdido, con la impotencia de no tener un faro para llegar, a lo que en su momento fue, su nuevo hogar.

“Viví el vacío desde que llegué a Estados Unidos cuando tuve que perderme por 8 horas en el metro para poder llegar al lugar donde me iba a hospedar, aquí todo el mundo está en su zona, todo el mundo está trasnochado”, afirma.

Cristian Molano transformó su experiencia en una oportunidad de ayuda para otros su historia es un recordatorio de que en Estados Unidos, la determinación puede abrir puertas inesperadas: “vives esa realidad de cómo migrar con las uñas, no digo que es migrar honradamente, sino sacrificadamente. Tú llegas a un aeropuerto que es 7 veces más grande que el de Bogotá, llegas sin hablar inglés, perdido y llegas a una metrópoli como New York, lees las señales y las puedes interpretar como a los 6 meses que llegas a Estados Unidos, entonces tú eres el niño preguntón qué dice “voy para esta dirección” porque sólo puedes hablar español”.

Sí, fue a inicios del 2017 cuando emprendió su rumbo a un país desconocido, sin hablar el idioma, con miles de expectativas del sueño americano y con la fe puesta en Dios, quien es para él, su guía y acompañante en todos los caminos que recorre en su vida. En julio se devuelve a Colombia, sin embargo, en agosto ya estaba empacando maletas nuevamente, porque rendirse, no era una opción.

“Cuando tú viajas a Estados Unidos dejas un sinnúmero de deudas, de compromisos y crees que vas a trabajar y tener tres o cuatro trabajos y cuando te estrellas con la realidad del verdadero sueño americano, es trabajar y trabajar y cuando te queda tiempo duermes en el metro”, expresó el señor Cristian.

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Luego de unos meses, trabajó como ‘cleaner’ limpiando oficinas y ventanales. Durante ese ejercicio, Cristian se remonta, a lo que sería, un nuevo comienzo para él y para las personas que tenía en mente ayudar. Pues, mientras limpiaba un ventanal en el piso 53 de un edificio en New York pudo observar el panorama de todo Manhattan, allí entendió que esa vista era la ‘ventana de mundo’ y textualmente lo tradujo al inglés, así fue como nació ‘Windows To The World’ una empresa que ayuda a jóvenes y adultos en su proceso de migración.

“Había un nicho de negocio, si cobramos una tarifa alta, podría trabajar, ser independiente y por esa misma línea, podría ayudar a todos esos migrantes que querían viajar como yo. Fue algo muy esencial y es que, a todos con o sin dinero, yo veía cómo sacaba el tiempo e iba por ellos hasta el aeropuerto, para que ese camino en metro de 8 horas que yo viví, ellos lo lograran en 30 minutos”, recuerda.

Actualmente, el grupo empresarial Windows To The World cuenta con una sede en Villavicencio y una en New Jersey, tiene alrededor de 10 empleados y lo que inició como una noble acción, ahora es el acompañamiento migratorio para 400 jóvenes y 800 adultos.

Para muchos, los días domingo son de ocio y diversión, sin embargo, Cristian dedica su tiempo libre a realizar campañas solidarias para las personas en estado de calle: “lo hacemos para alivianar un poco el frío de las personas de la calle, dándoles ropa, un café con pan, brindándoles charlas y conocer un poco más la realidad de ellos”.

Cristian Molano se graduó como Mayor Diplomático en Derechos Humanos, un reconocimiento otorgado por la organización cristiana Conacce Champlain Human Right IFFCC, en el estado de New Jersey, Estados Unidos este año.

Para concluir, la historia de Cristian Molano, un migrante colombiano en Estados Unidos, deja como ejemplo las dos caras de la moneda en la vida de un extranjero en un país ajeno. Su viaje no solo destaca los obstáculos por los que debió pasar como migrante, sino también su dedicación para ayudar a otros a superar esos desafíos.

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