viernes, 26 de abril de 2024
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En Cumaral, yo votaría…


En Cumaral, yo votaría… 1
RP
Redacción PDM

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El próximo 4 de julio se realizará la consulta popular que determinará si los ciudadanos de este municipio dan vía libre a la explotación petrolera o la rechazan.

Periódico de Meta pone las dos caras de la moneda de un tema que podría definir en parte el futuro de la industria petrolera en el departamento. Por un lado están quienes ven que el aprovechamiento de los hidrocarburos, sostenibles con el medio ambiente, trae desarrollo a las regiones; pero por otro, los contradictores que aseguran que, como en otros municipios, solo atraerá problemas a la naturaleza y fenómenos sociales como la carestía y prostitución.    

Aquí, las dos posiciones…

Un debate con cifras

La industria petrolera es percibida por muchos como enemiga del ambiente. No solo por las emisiones de carbono resultantes del uso de combustibles –un derivado del petróleo- sino, porque ha proliferado la idea, en especial en nuestro país, de que la exploración y producción de hidrocarburos acaba con el recurso hídrico. A eso se suma la imagen recurrente de miles de barriles derramados. ¿Cuál es la realidad?

El uso de combustibles fósiles produce C02 y ha contribuido al cambio climático. No es claro, sin embargo, en qué proporción. Mientras unos lo señalan de ser el principal responsable, en especial por la generación de energía a partir de fuentes fósiles, otros argumentan lo contrario y sustentan que países como Estados Unidos han reducido en 10% las emisiones de C02 en la última década gracias al uso del gas, un hidrocarburo.

En el caso de Colombia más del 70% de la energía es producida por hidroeléctricas -un privilegio- y el grueso del 30% restante, con gas natural. Es así que Colombia es responsable sólo del 0.04% de las emisiones de C02 del planeta y de ese porcentaje, por ejemplo, el sector agropecuario -fundamental para nuestro país- lo es del 26%; la totalidad de la actividad petrolera aporta el 5,3 %; es decir, un 0.0024% del total.

Respecto del uso del recurso hídrico sucede algo similar. De acuerdo con el Ideam, el mayor usuario del recurso, como es de esperar, es la agricultura y la ganadería (57%), seguida por las hidroeléctricas (15%), y por el consumo humano (2%). La industria petrolera en Colombia utiliza el 0.02% de ese recurso. Y como es apenas lógico, en el orden de prelación de su uso, es la última; prevalece el consumo humano y agrícola.

No pocas veces se indica sin embargo que la sísmica (una “ecografía” de la formación geológica) acaba con el agua o que por culpa de la industria mueren cada año miles de chigüiros. Falso. La sísmica no utiliza agua y la muerte de los animales no es culpa de la industria; mueren por un fenómeno de sequía natural que ocurre cada año y porque en algunas zonas construyen los bebederos altos para que sólo el ganado los alcance.

La industria petrolera, en general, es rigurosa en materia ambiental. Está regulada y se rige por altos estándares internacionales; las licencias se sustentan en estudios de impacto y manejo ambiental que incluyen, por ejemplo, medidas de contingencia para derrames propios, de eventos naturales, y de terceros. Y destina el 1% del valor de sus proyectos a programas ambientales, lo que no ocurre con ninguna otra industria.

En el caso de los derrames de petróleo, por ejemplo, el 92% se debe a acciones de terceros (entiéndase voladuras de oleoductos, derrames de carro-tanques y hurto de crudo, por parte de la guerrilla). No en vano la guerrilla es responsable de derramar 4 millones de barriles en treinta años; cuatro veces el incidente del Golfo de México y 1,000 veces el último derrame que llegó a la bahía de Tumaco. Una tragedia ambiental.

El uso sostenible y eficiente de las energías de origen fósil es un desafío en el que está empeñada la industria sin perjuicio del auge responsable de las energías renovables. Pero el debate de su impacto ambiental debe darse con cifras, no con retórica. Más en momentos de la implementación y negociación de acuerdos de paz. La industria petrolera no es infalible. Pero no es la causante de la degradación ambiental en el país.

 

NO

Contaminación inminente

 

El contrato de exploración y producción de hidrocarburos No. 009 del 29 de noviembre de 2012, tiene un área de influencia directa de 22.650 hectáreas más 1.272 metros cuadrados, localizadas en la jurisdicción de Cumaral y Medina de Meta y Cundinamarca respectivamente.

 

El plazo del contrato se encuentra establecido así: i) Periodo de fase 0, un año prorrogable hasta tres años; ii) periodo de exploración seis años; y iii) periodo de producción 24 años. 

 

Esta situación obligó a los cumaraleños para que formalmente y mediante solicitud radicada en el despacho de la administración municipal de Cumaral, el 28 de junio de 2016, un número significativo de ciudadanos solicitara al ejecutivo municipal diera inicio y desarrollara el trámite de una consulta popular por cuanto se considera que el contrato de exploración y producción de hidrocarburos, celebrado entre la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH)y la empresa Mansarovar Energy Colombia LTDA., para ejecutar el proyecto petrolero denominado bloque exploratorio Llanos 69 –LL69, afectará de manera irreparable el recurso hídrico contenido en ríos, caños, nacederos, humedales, morichales, lagunas, fauna y flora en general y aljibes, que incluso surten del recurso natural a otros municipios distintos de Cumaral, como El Calvario, Restrepo, Villavicencio y Medina en los departamentos del Meta y Cundinamarca.

 

Es importante decir que el Área de Influencia Directa (AID) del bloque Llanos 69 se encuentra ubicado sobre el Piedemonte Llanero, zona de especial importancia por su alto valor hidrológico (abundancia de agua), y características geológicamente inestables.

 

Este proyecto de extracción de recursos naturales no renovables como todos los que se ejecutan en Colombia adolecen de estudios científicos objetivos por parte del Gobierno Nacional que ofrezca certeza del verdadero impacto económico, social, cultural y ecológico a la zona afectada directa e indirectamente, lo que  conlleva impactos negativos, para la vida, los ecosistemas, la sostenibilidad ambiental, social y ecológica para Cumaral, que ya fue víctima de la fase exploratoria de sísmica realizada el año 2011, por la empresa Sismopetrol. Sísmica, que en sus efectos colaterales y directos posteriores ocasionó que en veredas como Chepero Alto, se causaran más de 200 deslizamientos por las detonaciones con dinamita en zonas de lomerío frágiles por sus condiciones geomorfológicas y la composición física de sus suelos, en donde en la totalidad de las fincas por donde pasó la sísmica, se presentaron remociones de masa y enormes grietas que deterioraron el uso de las tierras; sin  que  a la fecha exista  seguimiento o monitoreo por parte de las entidades de control (autoridades ambientales) y la empresa exploratoria, situación que alertó a las comunidades.  

 

El proyecto Llanos 69 impactará de manera desfavorable la cuenca del río Guacavía y sus afluentes Guacavía Chiquito, Pirí, Niporé, Guajaray y Chepero, las quebradas Las Pavas, La Negra, La Danta y Caño Arenoso, y demás micro-cuencas como el río Caney, los caños Mayuga, Oso, Pecuca, Los Limones, Caibe, Tripero, Carnicería y Quebrada La Tascosa. La importancia de la cuenca radica en que abastece de agua superficial y subterránea a una población aproximada de 15.000 habitantes, beneficiarios del acueducto de Cumaral, sin contar a los habitantes de la zona rural. De igual manera, para los sectores ganadero y agrícola, especialmente las bocatomas que abastecen el sector agrícola, llevando consigo graves consecuencias para la seguridad alimentaria.

 

  


RP
Redacción PDM

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