jueves, 9 de mayo de 2024
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Entre el quirófano y la vida militar


Entre el quirófano y la vida militar 1
Valentina Mejía

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En el cruce entre la vocación militar y la pasión por la medicina, la Capitán Lina Fernanda Fory Viveros ha forjado una historia de coraje y dedicación.

La Capitán Lina Fernanda Fory Viveros, oriunda de Puerto Tejada, Cauca, emerge como un faro de inspiración en el cruce entre la vocación militar y la pasión por la medicina.

Graduada de la Universidad Libre en Cali como médica general, Lina ha trazado un camino admirable que la ha llevado a convertirse en cirujana general y alcanzar el grado de capitán en el Ejército Nacional, donde ha servido con orgullo durante 13 años.

Desde sus primeros días como médica militar, Lina se enfrentó a desafíos únicos que probaron su coraje y habilidades. Uno de los momentos más memorables fue cuando participó en la extracción de una granada anclada en el pómulo de un soldado, un incidente que quedó grabado en la historia y que resalta la urgencia y el compromiso de su trabajo.

“Ese día precisamente estábamos de turno y junto con todo el equipo de cirugía general del hospital militar se pudo extraer la granada. Entonces cosas como esas me hacen sentir orgullosa”, contó a PDM.

Desde entonces, cada cirugía realizada ha sido un testimonio de su dedicación y habilidad, demostrando una y otra vez su compromiso con la salud y el bienestar de sus pacientes.

Sin embargo, su experiencia más significativa llegó durante su residencia en la Universidad Militar, donde realizó su primera cirugía en solitario. Aunque la ansiedad estaba presente, el éxito de la operación y el reconocimiento del equipo médico confirmaron su dedicación y preparación.

“Generalmente a uno lo bautizan es con una apendicectomía. Sentí mucha ansiedad porque uno tiene ojos encima que están viendo que cada puntico que uno esté realizando con las manos, salga bien. La operación fue satisfactoria”, dijo.

Como madre, la capitán equilibra su exigente carrera con la crianza de su hija. Desde las madrugadas hasta las tardes, Lina se entrega por completo a su trabajo y a su familia, encontrando en los momentos compartidos con su hija una fuente de inspiración y fortaleza.

“Es muy duro, pero cuando mi hija dice que su mamá es doctora, cirujana, militar, eso me pone el corazón gigante. Es una cosa loca. Por eso trato, en lo posible, de organizar mi agenda para pasar tiempo con ella”, detalló.

La determinación de Lina no solo se refleja en su carrera profesional, sino también en su capacidad para adaptarse a las dificultades que conlleva la vida militar. A pesar de estar lejos de su hogar, ha encontrado apoyo en su red social.

“Creo que es importante tener un grupo social fuerte. Rico tener una amiga o alguien referente en el ámbito militar o en tu profesión que te ayuda a sentir que vas creciendo en el proceso y que te impulsa también a que puedes lograr todo lo que te propongas”.

En un mundo lleno de desafíos, la historia de la capitán resuena como un faro de esperanza y un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, la luz del servicio y la entrega siempre prevalece.

“Yo quise ser cirujana por una mujer, que en su momento era la directora de la Asociación Colombiana de Cirugía General, la doctora Bejarano. Uno debe tener un referente, relató.


Valentina Mejía

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