Juan Carlos Guzmán, el funcionario que advierte sobre los riesgos ignorados Villavicencio

- Publicado en May 04, 2025
- Sección Entrevistas, Lo Mas Reciente
El jefe de la Oficina Municipal de Gestión del Riesgo cuestiona la construcción de condominios y fincas en zonas de alto riesgo y la dificultad de mitigar los efectos cuando se invade el cauce natural de caños y ríos.
Por Jhon Moreno
Muy pocos funcionarios en el Meta tienen el conocimiento que tiene Juan Carlos Guzmán Sánchez (J.G.) en materia de gestión del riesgo. A pesar de que es ingeniero civil y tener más de 40 años en el sector de la construcción, su especialidad en ingeniería hidráulica y ambiental le ha llevado en los últimos 10 años a liderar procesos que intentan mitigar los impactos de las tragedias ambientales en municipios como Villavicencio y Guamal.
Hace tres meses asumió de nuevo en la administración municipal como Jefe de la Oficina de Gestión del Riesgo, justo en una temporada en donde ya no se sabe si es época de invierno o verano, debido al fenómeno de variabilidad climática. Además, qué fue lo que pasó recientemente con la alerta de olor a gas en la ciudad.
En este diálogo con Periódico del Meta (PDM), Guzmán, con su estilo franco y directo habla de las amenazas que tienen quienes invaden rondas de caños y ríos y sobre lo inevitable que son las tragedias cuando se trata de enfrentar a la naturaleza.
PDM: ¿Qué se supo del fuerte olor a gas que inundó casi a toda la ciudad esta semana?
J.G.: Se investigan varias causas. Pudo haber sido una filtración de contenedores de gas; averiguan si se presentó un vertimiento en alcantarillas; se indaga si en alguna parte combinaron químicos fuertes que hayan generado gases, se revisaron todas las estaciones de gas… es un caso que seguiremos estudiando.
PDM: ¿Qué aprende la ciudad con este tipo de alertas?
J.G.: Estamos reviviendo los grupos comunales de gestión del riesgo que son personas en las comunidades preparadas y capacitadas; en un WhatsApp comunicamos inmediatamente lo que está pasando a 100 líderes de barrios, para combatir la desinformación que pasa en estos casos. Ellos también nos retroalimentan. En otro grupo donde estamos organismos de socorro, fuerza pública y los jefes del consejo de gestión del riesgo cruzamos información para medir cómo evolucionan las situaciones y tener respuestas claras frente a una emergencia, como la del pasado 28 de abril.
PDM: Es decir, evitar de raíz que pase otra vez lo de la ‘avalancha de Chingaza’…
J.G.: Exactamente. Eso es algo que no puede volver a ocurrir, la comunicación clara con la gente es vital, que reciba información veraz.
PDM: El tema del invierno. ¿Qué les dice el Ideam?
J.G.: Por históricos, sabemos que aunque no tenemos estaciones, en la Orinoquia hay dos temporadas que son invierno y verano. Los meses de finales de diciembre hasta marzo es temporada seca y de marzo a junio la primera temporada de lluvias; de junio a septiembre, verano y de septiembre a diciembre, lluvias. Lo que pasa ahora es que hay un fenómeno que los está afectando que es el Fenómeno del Niño y la Niña, eso significa que podemos estar en Niño y nos cambia a Niña o al revés. A eso se le llama variabilidad climática.
PDM: ¿Eso no afecta la planeación de obras de mitigación?
J.G.: Aunque se tiene previsto que todo el año estaremos con ese fenómeno de variabilidad, las obras que estamos adelantando en diferentes caños y ríos no se afectarán.
PDM: La gente seguirá en riesgo mientras viva en zonas de amenazas…
J.G.: Por supuesto, además, hay que ser claros: la condición de vulnerabilidad que tienen las personas que viven en zonas de riesgo no las podemos subsanar. Son 18.000 personas que viven en las 78 rondas de caños, quebradas y ríos que tiene la ciudad. Muy difícil que vamos a proteger una comunidad, cuando hace 10 o 18 años construyeron un condominio dentro de las áreas de inundación de un río.
PDM: Pero entonces, ¿cuáles obras de mitigación se pueden hacer?
J.G.: Mire, meter maquinaria a un río no es una obra de mitigación; la mejor obra de mitigación es formar conciencia en la gente para que no compre o invada rondas de ríos, caños o quebradas. No puede poner en riesgo a su familia y su inversión.
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PDM: Además, hoy la gente sabe por dónde corren los ríos…
J.G.: Las lluvias de abril muestran cómo los ríos correrán su cauce. El Ocoa tiene un cauce continuo; si es el Guatiquía, sabemos que navega por 3 o 4 canales, los cuales hay que mantenerlos despejados porque son de alivio. Si es el Guayuriba, aunque tiene varios canales, es muy difícil predecir su cauce porque tiene casi un kilómetro de ancho. Pero hoy el problema es nuestros caños y ríos presentan socavación de fondo.
PDM: ¿Eso qué es?
J.G.: Que el río o el caño ya no se llena de material sino que está profundizándose en su cauce. Eso genera que las estructuras supuestamente de mitigación que se construyeron sin ninguna técnica, estén siendo socavadas por debajo. Las personas que construyeron encima de esas estructuras ahora están en mayor riesgo.
PDM: Deme ejemplos de eso…
J.G.: Todo Caño Maizaro, Caño Buque, Caño Grande, Caño Parrado y río Ocoa. Uno evidente es el Dique del Guatiquía, sobre el cual dejaron que se construyera encima, vivieran familias y ahora están en doble riesgo. Empezaron a vivir sobre una estructura que se hizo para proteger a una parte de la ciudad que se inundaba y lo que generó fue desarrollo urbanístico informal.
PDM: Eso significa que Villavicencio nunca superará esa situación…
J.G.: Hay que diseñar un tipo de obras en las que la gente vea el riesgo, pero capacitando a las personas para que no asuman esos riesgos. Hay que ser claros en decirle a la gente que proyectos de reubicación no existen para personas que se metieron a vivir a los caños y ríos.
PDM: ¿Y sobre el piedemonte?
J.G.: Ese es otro problema. Todos los nacimientos de caños en la Cordillera tienen problemas de remoción en masa y usted ve y allá desde condominios, casas campestres hasta invasiones como La Nohora.
PDM: Usted estuvo en Japón capacitándose, ¿qué les aprendió?
J.G.: Que no hay que tenerle miedo al riesgo, pero sí respeto, por eso hay que capacitarse para saber cómo actuar, dependiendo de las condiciones me encuentro. Los japoneses tienen riesgos por amenazas de tsunamis, terremotos y emergencias nucleares y un día tuvieron todos al mismo tiempo y supieron qué hacer.
PDM: ¿Gestión del Riesgo en Villavicencio tiene ‘dientes’ para actuar?
J.G.: Por intermedio del alcalde Alexander Baquero se destinaron casi 3.000 millones para atender eventualidades este año. Pero una cosa es tener capacidad de respuesta y otra la construcción de obra de reducción del riesgo. Hacemos canalizaciones en Caño Parrado; atendiendo La Argentina, donde la quebrada podría afectar a unas 300 personas. En La Granja buscamos hacer espolones con la Gobernación.
PDM: Pero esas comunidades deben tener claro que mientras sigan viviendo ahí, estarán en riesgo…
J.G.: Es lo más claro que ellas pueden tener. Siempre van a estar en riesgo así les hagamos obras de mitigación del riesgo. Por ejemplo, en Caño Buque o Caño Maizaro construyeron muros y gaviones y se tomaron parte del cauce de los afluentes, los estrangularon y por eso los caños no tienen capacidad hidráulica. Lo peor es que siguen pidiendo muros y gaviones.
PDM: ¿Qué hay que hacer entonces?
J.G.: La gente debe aprender que deben retirarse de ahí. En algunos sectores la casa era de ancho por 15 metros de largo y hoy en día son de 6 x 20 metros. La gente nos reclama diciendo: ‘es que el río se me está llevando la casa’. Pero no es así, en realidad ellos le quitaron la casa al río y él reclama lo que es de él.
PDM: Usted logró evitar que Guamal sufriera las inundaciones de cada año
J.G.: Sí, pero el problema de Guamal es que está en el centro del rio. Geomorfológicamente fue un estudio que hizo el Servio Geológico y lo que hoy le llaman ‘brazos’ del río, en realidad es el río Guamal. Pusimos más de 1.500 geocontenedores en la parte alta de la montaña, para recuperar las orillas.
PDM. Entonces el Meta seguirá inundándose en los inviernos…
J.G.: El río sigue y seguirá siendo el río, lo que pasa es que ellos tienen cauce, ronda y vega. Hace muchos años en las vegas a la gente se le dio por cultivar en verano, ahora que nadie las cultiva hicieron condominios, piscinas, casas y se les olvidó que el río navega por ahí.
PDM: ¿Y proteger resulta costoso?
J.G.: Demasiado. Si usted va a hacer una protección digamos del río Guayuriba, de un kilómetro, no deja de costar $40.000 millones y no alcanza a proteger 18 kilómetros que hay hasta Puerto Tembleque. La relación costo-beneficio no va a existir nunca así lo ordenen los jueces.
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