‘La Altillanura es la redención de Colombia’: presidente de Aliar
- Publicado en May 23, 2023
- Sección Entrevistas
Jaime Liévano, presidente de Aliar, sostiene que es clave interrelacionarse con las comunidades y el ambiente.
El empresario dice que se siente optimista con el gobierno de Gustavo Petro, pues lo que busca es que haya soberanía alimentaria y a eso es lo que se dedica La Fazenda.
Sin ser de la región, el empresario santandereano, Jaime Liévano Camargo (J.L.), es tal vez una de las personas que más conoce el Llano, sus comunidades y en especial la tierra agropecuaria de esta zona del país.
Es presidente de Aliar, la empresa agroindustrial que montó La Fazenda, en Puerto Gaitán, y que en 2022 acaba de reportar que tuvo utilidades netas de 46.710 millones de pesos, con ingresos consolidados que sobrepasaron los 719.558 millones de pesos.
Aunque no es muy dado a aparecer en medios de comunicación, Periódico del Meta (PDM) lo consultó para dialogar sobre su perspectiva del actual gobierno; la reforma agraria y de cómo se relaciona con las comunidades vecinas.
PDM: ¿Qué es Agropecuaria Aliar?
J.L.: Somos más de 2.195 colaboradores que junto a los miembros de las comunidades vecinas conformamos la fuerza de la Altillanura colombiana. Avanzamos en la transformación productiva a gran escala del campo colombiano, integrando la producción y manejo de semillas, cultivos y pasturas, para su incorporación en la producción de cerdos y bovinos.
PDM: A propósito, ¿cómo ha sido la interrelación de Aliar con las comunidades cercanas?
J.L.: Cuando llegamos, a comienzos del siglo, dijimos: “ellos son nuestros hermanos”; y como hermanos no quiere decir que siempre estemos de acuerdo, podemos a veces ponernos furiosos por ciertas cosas, pero siguen siendo nuestros hermanos. Cuando uno toma la decisión de que van a ser mis hermanos y van a estar siempre al lado, no ocasionalmente sino por siempre entonces uno piensa en el largo plazo.
PDM: ¿Y los indígenas?
J.L.: Como hermanos, aprendimos a conocernos con los piapocos, que era la que estaba más cerca. Desde el principio contratamos con muchachos que todavía están con nosotros, son nuestros embajadores, si nosotros cometemos algo que a ellos no les parece, ellos nos van contando. Con ellos se ha ido construyendo y tenemos una amistad, luego con los achaguas que son muy queridos con nosotros y luego también con los sikuani hemos tenido una relación de mucho respeto hacia su cultura. Tenemos una fundación que se llama Pervivir, la cual trabaja con ellos y con todas las comunidades. Si tienen alguna necesidad, a través de esa fundación les colaboramos.
PDM: Un tema delicado es el impacto que tienen en la biodiversidad ¿cómo se han ‘hermanado’ con el ambiente?
J.L.: Hay que entender que cuando se hace cualquier cosa en la vida se interrumpe algo que se estaba haciendo. Por ejemplo, pasamos de unas sabanas nativas que tenían un equilibrio y al iniciar los cultivos, se rompe ese equilibrio. Entonces buscamos un nuevo equilibrio sin romper la filosofía ambiental que es lo más importante.
PDM: Explíquenos ese concepto…
J.L.: Nos referimos a varias cosas: lo primero, el cuidado del agua; segundo, el cuidado de los suelos, de la biodiversidad y, tercero, el cuidado del medio ambiente. Entonces, las aguas es el activo más valioso, cuidar la calidad de ese líquido; nosotros jamás botamos un milímetro de agua; trabajamos como una economía circular, que el final de un proceso sea el principio de otro, que no produzcamos basuras. Al hablar de la tierra, antes decían que los suelos de los llanos orientales no servían para nada, entonces nosotros estudiamos mucho y realmente tiene características muy positivas y otras muy negativas.
PDM: Allí, siempre el suelo ha sido un reto…
J.L.: Sí. Dentro de lo negativo está la cantidad de aluminio porque es un medio ácido con un PH de 4 a 4.5, que es tóxico para la gran mayoría de las plantas. Sin embargo, da la oportunidad de construir un suelo y eso significa buscar ese nuevo equilibrio que permita generar materia y orgánica.
PDM: ¿y eso cómo se logra?
J.L.: Se logra entre todos elementos de la naturaleza: el agua, el sol que nos ayuda con la fotosíntesis, las plantas, los microbios, los hongos, las bacterias, los protozoarios y entre todos trabajar generándole condiciones. Hemos logrado unos suelos que van mejorado su materia orgánica, que van capturando CO2 de la atmosfera y en ese sentido capturamos carbono.
PDM: Ese proceso es costoso…
J.L.: Es costoso y es difícil. Hay que ser tenaces, es de esperar porque las inversiones no revientan al otro día; no son tierras fértiles para los cultivos a los cuales estamos acostumbrados. Además, una vez arreglada la tierra nunca dejar ese suelo descubierto, eso es toda una técnica muy interesante en donde es obligatorio respetar las aves y los morichales, la biodiversidad en esta zona es muy valiosa.
PDM: ¿Cómo trabajar sin material orgánico?
J.L.: Al no tener materia orgánica, no podemos gastar la poca que hay. Tenemos que formarla y que cada vez sea mejor. Hoy te puedo decir que nosotros vamos a tener en el futuro suelos tan fértiles como el ‘Cinturón de Maíz’ de los Estados Unidos, o como la Pampa Húmeda argentina, pero claro, hoy todavía no, pero vamos en ese proceso. Cada día nuestros suelos son un poco mejor y todo eso tiene que ver con la parte ambiental. Es todo, no es solamente las fuentes de agua. Estamos haciendo un nuevo equilibrio que permita que no haya ningún problema ambiental.
PDM: Este ejercicio de recuperación del suelo puede ser ejemplo en el mundo…
J.L.: Sí. El próximo mes tendremos la visita de unos investigadores de Estados Unidos que tienen un documental que se llama Kiss the ground (Besa el suelo). Es todo lo que tú debes haber oído de agricultura regenerativa. Vamos a invitar a Cormacarena para que vean, porque en esto se trata de que todos aprendamos, que todos mejoremos. La Altillanura, si se hace bien, va a ser la redención de Colombia. Mira un ejemplo, Puerto Gaitán en el año 2000 era un pueblo fantasma; hoy es una ciudad espectacular. No podemos negar que la influencia del petróleo, pero lo que estamos haciendo en La Fazenda es generar familias, son las familias las que permanecen.
PDM: Tenemos un gobierno que es crítico de la tenencia masiva de tierras; Aliar tiene solo en Puerto Gaitán 38.985 hectáreas, ¿temen que con la reforma agraria se afecten sus inversiones en el Meta?
J.L.: Personalmente creo que no. Este gobierno, como todos; como lo queremos los colombianos, deseamos producir nuestra propia comida, que sea asequible a la población y que tengamos seguridad alimentaria. La anterior Ministra de Agricultura era consciente de que estas tierras tan duras es imposible tener pequeñas propiedades, porque no son tierras fértiles. El Gobierno insiste en que los proyectos de desarrollo sean en suelos fértiles, donde inclusive las UAF (Unidades Agrícolas Familiares) sean mucho menores. Aquí (en el Meta) el problema no es la tierra, el problema es cómo poner a producirla.
PDM: ¿Qué hizo La Fazenda por la seguridad alimentaria?
J.L.: Fazenda puso a disposición del mercado un total de 52 millones 372.799 toneladas de proteína de origen animal y 2 millones 834.743 kilogramos de derivados cárnicos de calidad premium para el consumo humano.
PDM: ¿Aliar se siente tranquilo con el nuevo gobierno?
J.L.: Lo que hacemos, lo estamos haciendo bien, respetuosos de las normas, del medio ambiente, de las comunidades, de la tierra. Entonces en ese sentido, no vemos ningún problema, por el contrario somos a ser un factor de desarrollo muy, muy importante, para la llanura y para todo Colombia.
PDM: Un ejemplo de lo que hacen ustedes le gusta a Petro…
J.L.: Muchos, pero por ejemplo, en 2022 Agropecuaria Aliar fortaleció los encadenamientos inclusivos y los mercados locales. Bajo este esquema, se incorporaron 1.600 hectáreas de suelo productivo perteneciente a resguardos indígenas a la producción de maíz y soya, beneficiando económicamente a 918 familias.
PDM: ¿Cuánto cosechó La Fazenda en 2022?
J.L.: La Fazenda cosechó 165.965 toneladas de maíz y soya utilizadas en la producción de 10.138 toneladas de aceite de soya, 40.631 toneladas de torta de soya y 154.798 toneladas de alimento concentrado para animales.
PDM: ¿La inversión china en el Meta es una amenaza?
J.L: A ver, yo creo, que si llegan extranjeros a cultivar, pues lo lógico es que ese cultivo se queda, ese es un cultivo que va a ser para la zona. Uno prefiere que seamos los nacionales, pero la verdad es que uno necesita contar con tecnologías y los extranjeros también nos enseñan. Cuando tú miras el desarrollo de Brasil, que es tal vez el ejemplo más importante, empezó el siglo pasado con la llegada de extranjeros, después de la Primera Guerra Mundial; después de la Segunda Guerra Mundial, llegan italianos y alemanes. Hoy es una potencia, o sea, no le tengamos miedo a los extranjeros.
PDM: Entonces, ¿cuál es su verdadera amenaza?
J.L: Para mí, el enemigo un poco podría ser el clima, sin embargo, creo que estamos en una de las zonas más estables y más ricas del mundo, porque no dependemos del Océano Pacífico, que es el del Fenómeno del Niño y La Niña. Dependemos del bioma amazónico, que nos traen esas aguas que producen allá. Yo tengo mucha tranquilidad y yo creo que si somos racionales entre todos.
PDM: ¿Y la seguridad, el rearme de los grupos ilegales?
J.L.: La seguridad es un estado de ánimo. No hay ningún lugar del mundo que tenga la seguridad al 100%, ni siquiera en Suiza. Ni en los Estados Unidos, que en un supermercado puede ocurrir cualquier cosa. Si uno no está haciendo nada malo, pues hombre, puede haber cosas, pero yo no estoy tan preocupado por eso. Claro, hay gente que pretende buscar las cosas fáciles, pero uno dice, siempre existe esa posibilidad, uno tiene que tener tranquilidad de que en la humanidad, los buenos somos más.
PDM: En el Meta, algunos sectores tienen incertidumbre, pero usted da tranquilidad desde el punto de vista agroempresarial…
J.L.: Es fácil no hacer, lo difícil es hacer, pero la única manera de lograrlo es haciendo. A veces buscamos mil razones para no hacer las cosas. Ahora, no digo que sea fácil, esto es con trabajo que se saca adelante a la región y al Meta, pero a eso es a lo que no le tenemos miedo, a trabajar.
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